La noche del rebaraje del poder regional
Como todos los años, la cena de Asiva algunas señales nos entrega acerca del momento político e íntimo que viven nuestras autoridades.
Usualmente, la cena anual de Asiva resulta ser un buen termómetro del estado de las relaciones y las confianzas regionales, más aún a menos de veinte días del cincuentenario del Golpe de Estado de 1973, las desaveniencias entre oficialismo y oposición por el caso Convenios, el pacto fiscal y la reforma de las pensiones; y, a nivel local, por un marcado frenazo de la descentralización y un nuevo cuestionamiento a los proyectos inmobiliarios en Viña del Mar y Concón tras el colapso dunar que derivó en un gigantesco socavón que amenaza el edificio Kandinsky y bloqueó el borde costero a la altura de Cochoa.
Al igual que otros años, las ausencias quizás terminan revelando más que las asistencias, pese a que el último viernes el evento contó con la presencia de un personaje al cual se echaba de menos: la alcaldesa de Viña del Mar Macarena Ripamonti, quien concurrió acompañada de su asesora Camila Brito. En la misma mesa principal también estaban su colega de Concón, Freddy Ramírez, y los senadores Francisco Chahuán y Kenneth Pugh, acompañados del hermano de este último, rector de la UNAB y actual presidente de Asiva, Gerald Pugh.
Pese a otras gratas sorpresas como la del rector de la PUCV, Nelson Vásquez, y los fieles de siempre, vuelve a extrañar la inasistencia del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, a quien su nuevo modo corbata no le alcanza para cruzar la frontera; la del gobernador regional, Rodrigo Mundaca; y las de tantos otros parlamentarios y personeros oficialistas, esta vez representados por la línea clásica de seremis vinculados de una u otra manera al sector industrial.
Retomar las confianzas y reactivar la economía ya suenan como frases un tanto manidas en los tiempos que corren, asumiendo que los nuevos balances de poder han redundado en un lógico fortalecimiento de los alcaldes a expensas del gobernador regional y de la propia delegada presidencial Sofía González y sus colaboradores.
La discusión por la pertinencia de la acción o inacción del Estado en los desastres dejados por el último temporal vuelve también a poner sobre la mesa la clara indefinición del poder local. Qué mejor ejemplo que las múltiples vocerías y erráticas respuestas en el caso del socavón aledaño al edificio Kandinsky (antenoche hubo otro a la altura del hotel Oceanic), que parecieran apuntar más a la búsqueda de culpables con sesgo político que a la proposición de soluciones. Es más, existe la sensación de que hay mucha gente en esta Región que estaría feliz de ver al edificio desplomándose cerro abajo solo para hacer un punto político.