Windsurfista chileno en la tragedia de Hawái: "Nos salvamos por un milagro"
DESASTRE. Luis Banto, exseleccionado nacional de ese deporte radicado en Lahaina, relata dramática huida de las llamas junto a esposa e hijo, en medio de gigantesco taco en el que muchos perecieron.
El martes 8 de agosto, el día de la tragedia que hasta ahora deja 115 muertos y 388 desaparecidos, el exseleccionado chileno de windsurf, Luis Banto Christen (54), residente desde 1994 en la localidad costera de Lahaina, en la isla hawaiana de Maui, salvó dos veces con vida.
La primera fue cuando salió con su hijo de 12 años al supermercado, luego de que los bomberos lograran apagar por la mañana un primer incendio forestal, causado por las chispas de un cable eléctrico que se cortó en un área de pastizal seco, mientras arreciaba el viento por el paso del huracán Dora, a unos cientos de kilómetros al sur.
"Hacía mucho viento, por momentos de 80 millas -sobre 120 k/h-, estacioné el auto en el supermercado y cuando vi que había un tremendo árbol, preferí salir de ahí. Estaba retrocediendo cuando cayó justo donde me había estacionado. Se desplomaban árboles por todas partes, todo caía", recuerda.
La segunda fue la huida del fuego junto a su esposa, Kellie, y al menor de sus tres hijos, Matías. Eso ocurrió a escasos minutos de la irrupción de las llamas en su condominio, porque el episodio del supermercado lo había dejado reacio a salir de la casa debido a los riesgos que había afuera, por efecto conjunto del paso del huracán y de las condiciones cálidas y soleadas generadas por un anticiclón al norte de las islas.
Desde la montaña
"Nos salvamos por un milagro. Estábamos en la casa, que para nosotros es muy raro, porque estamos siempre en la playa, surfeando o trabajando, pero ese día estaba muy peligroso. Como a las dos de la tarde el fuego empezó de nuevo en la montaña, hacia donde crece la ciudad desde el mar. Estaba a unos 3 o 5 kilómetros de distancia", recuerda.
"El gran error fue que no tocaron alarma ni se emitió ninguna señal, entonces la gente estaba mirando el fuego, pero no sabía qué tan rápido iba bajando. Dicen que en ciertos momentos avanzaba a una milla por minuto, de modo que en menos de media hora ya estaba en el barrio".
Entre la comunidad donde habitan los Banto y el incendio hay -o había- una carretera de cuatro vías que nunca pensaron que el fuego iba a saltar. Cuando eso sucedió se subieron al auto y partieron. "Después supimos que estuvimos a cinco minutos y 200 metros de quemarnos".
La huida
Los vecinos de Lahaina, un paraíso del surf de unos 20 mil habitantes, empezaron a huir al mismo tiempo, de manera que se produjo un taco gigante, "y para salir del barrio en un momento tuve que ir hacia la dirección en que venía el fuego, dentro de una nube de humo, la oscuridad más negra que he visto en mi vida, ya que sólo divisaba las luces rojas de los frenos del auto que iba adelante".
Cuando lograron entrar a la carretera vieron que muchos de los autos del taco empezaban a tratar de avanzar por las bermas, cosa totalmente inusual en Estados Unidos. Ocurría que unas cuadras más atrás, en medio de la nube de humo, el fuego había llegado hasta el mar. "Entonces los autos que estaban en esa fila se empezaron a quemar y la gente obviamente se desesperó y trató de avanzar como fuera".
Muchos dejaron sus vehículos en la carretera para huir a pie hacia el mar. Como no se veía nada, hubo conductores que quedaron atrapados esperando que avanzaran esos autos abandonados, y así los alcanzó el fuego.
A salvo
Los Banto consiguieron llegar donde unos amigos que viven a unos 15 kilómetros de Lahaina. Después, numerosos bead & breakfast de Maui abrieron sus puertas para refugiar a quienes lo requirieran, ya que la isla está cerrada y se estima que unas 5 mil familias quedaron si casa.
No fue su caso y eso también resultó providencial, porque viven en una comunidad de 17 edificios de seis departamentos cada uno, de los cuales desaparecieron cuatro, incluido uno vecino, porque el fuego saltó literalmente por encima del suyo.
Pero pasarán al menos tres meses antes de que puedan volver. "El 85% del pueblo se quemó y no se puede regresar todavía porque están en la etapa de buscar cuerpos y para eso tienen que pasar por cada casa, revisar cada esquina, identificar las cenizas".
El pequeño manila
Una de las situaciones más impactantes corresponde al Pequeño Manila, un barrio ubicado en la montaña donde empezó el fuego y donde viven hasta tres generaciones de humildes inmigrantes, en especial filipinos y latinos, que trabajan en los hoteles y servicios vinculados al turismo.
"La mayoría de la gente estaba en sus lugares de trabajo a esa hora y en las casas estaban los niños y las abuelas. Cuando el fuego empezó, llegó tan rápido que yo estimo que el 80% de ellos fallecieron allí. Es muy triste y ahora ya empezaron a aparecer los cadáveres, muchos niños abrazados a las abuelas", relata.
Hijo de tigresa
Luis Banto es uno de los cuatro hijos de la psicóloga, paracaidista y aviadora María Eliana Christen, radicada en Viña del Mar, quien protagonizó en 2004 la epopeya de las Abuelas Voladoras, en la que junto a Madeleine Dupont unió América, África y Europa en un frágil monomotor, en una dura y arriesgada travesía que se extendió por 76 días.
"Yo en Chile era un rebelde, seleccionado nacional de vela en la división windsurf y mi sueño era venir a Hawái e ir a las olimpiadas. A los 22 años, después de sacar una carrera técnico comercial, me convertí en windsurfista profesional, con auspiciadores. Viajaba seis meses y los otros seis competía en Chile. En mi tercera temporada vine a Hawái, me enamoré de Maui, volví a Chile a vender mis cosas y a decirles a mis papás que ya había encontrado el paraíso", resume el deportista, quien además es pastor de la iglesia evangelista Harvest en Lahaina.
Ocurre que con su esposa desde hace 26 años, Kellie, con quien tiene a sus hijos Paloma, Nico y Matías, comenzó a hacer viajes misioneros a países del tercer mundo, "y al final terminé haciendo parques para niños en lugares muy pobres, trabajando para una ONG", además de desempeñarse como encargado de las actividades acuáticas en un hotel en Maui.
"Mi meta era para el 2020 estar trabajando a tiempo completo para esa organización", y justo tenían programado instalar un parque en Puerto Montt cuando sobrevino la pandemia, la isla se cerró y el pastor de la iglesia en que siempre había colaborado le ofreció que entrara a trabajar con ellos. "Gracias al covid empecé a trabajar en la iglesia a tiempo completo como asistente del pastor; somos una iglesia grande en Estados Unidos que tiene una sede en Maui".
En medio de esta tragedia cuyo impacto no termina, ya que fue el incendio más letal en Estados Unidos en un siglo, cuyos daños se estiman en cerca de 6.000 millones de dólares, Luis se siente reconfortado por la unidad de los habitantes de Maui "y por cómo nos hemos ayudado los unos a los otros".
"A los dos días del incendio empezó a llegar ayuda del otro lado de la isla, en lanchas, motos de agua y avionetas, porque el acceso estaba cortado. Estábamos llenos de comida y ropa, de todo, hasta bencina nos enviaron. Eso fue muy lindo y la verdad es que mucha gente no se quiere ir de Lahaina. Nos vamos a quedar y vamos a reconstruir el pueblo, vamos a echarle para adelante no más".