Segundo socavón instala incertidumbre
Un segundo edificio en Cochoa tuvo que ser evacuado debido a un socavón. ¿Quién puede dar certezas en un escenario lleno de dudas?
Las imágenes del segundo socavón abierto por la última lluvia en el sector de Cochoa, la apresurada evacuación nocturna del edificio Miramar, colindante al Kandinsky, y las declaraciones de las autoridades sobre la fragilidad de las obras del hombre frente a los embates de una naturaleza enrabiada por el cambio climático, trastocaron por algunas horas la agenda noticiosa de un 11 de septiembre que, se pensaba, iba a estar dedicado completamente a los homenajes y controversias por los 50 años del golpe de Estado de 1973.
La caída en una noche de 32 milímetros de precipitaciones, 8 milímetros en menos de media hora, hizo colapsar las obras de contención que el Ministerio de Obras Públicas había instalado en el sector del primer socavón y abrió un segundo forado, quizás más grande aún, que rompió la calle frente al edificio Miramar. La alcaldesa Macarena Ripamonti pidió a la Dirección de Obras Municipales viñamarina analizar la habitabilidad real de los edificios afectados por esta emergencia, en tanto el gobernador Rodrigo Mundaca, más categórico, planteó que la vulnerabilidad de los inmuebles es evidencia de que no hay que construir sobre campos dunares y que "si hay que demoler, se demuele", en referencia a la situación de fragilidad estructural que está en pleno estudio sobre ambas edificaciones de altura.
Aunque mantuvo su opinión respecto de la capacidad ingenieril chilena para construir edificios bien anclados en roca y con fundaciones a prueba de grandes emergencias, la ministra MOP Jessica López reconoció ayer que el impacto del cambio climático obliga a reconsiderar algunas ideas, entre ellas, la conveniencia de instalar edificios en suelos de duna.
En este escenario, faltan las opiniones de las empresas de construcción que hicieron los edificios, no solamente en el debate abierto sobre las responsabilidades concretas de los socavones, sino en cuanto a la conveniencia de continuar con proyectos en suelos cuyas características se ven modificadas drásticamente por los cambios que vive el clima. Tampoco se ha escuchado en profundidad al Colegio de Ingenieros u otros organismos que podrían aportar argumentos técnicos que permitan a los habitantes tener certezas sobre el futuro de sus departamentos.