Recuerdo que hace veinte años, el profesor Sergio Elórtegui partía con sus alumnos de biología rumbo a las dunas a descubrir una flora y fauna que para el resto era invisible y que empezaba a ser amenazada por la llegada del ser humano. Sus libros, que por aquellos años eran una guía, hoy resultan ser un catálogo de especies extintas.".

Hasta hace medio siglo, las dunas de Viña del Mar y Concón fueron un lugar olvidado. Gigantes masas de arena que constituían una frontera natural hacia el desarrollo inmobiliario y que servían de atracción para algunos visitantes que se interesaban en imaginar cómo era caminar en el desierto.

Mis primeros recuerdos relacionados con ellas son de niño, yendo a recorrerlas, caminando sin un destino, con los zapatos y los calcetines en la mano para avanzar más rápido, confiando en que no iba a encontrarme con un vidrio enterrado. Ahí se podía saltar, correr y lanzarse de cabeza confiado en la amortiguación de la arena. El viaje habitual era bajarse en la avenida Edmundo Eluchans y recorrer la extensa duna hasta la bajada que daba a la playa Los Lilenes para tomar la micro de regreso rumbo a Viña, después de haberse sacado la arena de los pies. Un largo e infructuoso proceso, porque la sensación de la arena en los dedos y en la cabeza no se acababa hasta que uno terminaba en la ducha. Luego, los retos por dejar el piso con arena y la difícil tarea de deshacerse de ella con una escoba.

Ya más grande, las dunas se transformaron en lugar apreciado para juntarse con los amigos a carretear y hacer una fogata. En esa época, la verdad es que no había mayor conciencia sobre el medio ambiente y pocos se cuestionaban si eso hacía daño o no. Lo común era que las personas botaran las botellas y las latas en la misma duna, sin preocuparse de llevar la basura.

Eran los mismos años en que tampoco había un control sobre los vehículos con doble tracción que se internaban en la duna por un camino que ya estaba marcado y al que se frecuentaba los fines de semana. Sin ningún control de los carabineros, los jeeperos probaban sus habilidades y la potencia de sus Vitaras o Troppers que por esos años estaban de moda.

Tiempo después, alguien se dio cuenta de que esto podía ser un buen negocio y se instaló con el arriendo de tablas de bodyboard para que los niños pudieran tirarse desde lo alto hasta la avenida Concón Reñaca. A medida que esta zona fue creciendo, la maniobra cada vez se hacía más peligrosa, desafiando a los autos que pasaban raudos pisando el pie de la duna.

Desde lo alto de la montaña de arena, además de la vista privilegiada que se tenía del mar, Valparaíso, Viña del Mar y Quintero, se podía ver hacia el este cómo toda la zona que antes hacía honor a su nombre, Bosques de Montemar, comenzaba a urbanizarse a un ritmo acelerado. El primer paso se dio al costado, en Los Pinos. Ahí se hicieron las primeras casas que disfrutaban con la tranquilidad y la desconexión estando a minutos de la ciudad. Como en El Señor de los Anillos, esos vecinos hoy se aferran al camino de tierra que les queda, el único vestigio de un paraíso que terminó siendo acorralado por la urbanización.

Los colegios Albamar y Sagrada Familia fueron los primeros en instalarse en esa zona allá por el año 1997 y comenzaron a ser un polo de desarrollo. Recuerdo que hace veinte años, el profesor Sergio Elórtegui partía con sus alumnos de biología rumbo a las dunas a descubrir una flora y fauna que para el resto era invisible y que empezaba a ser amenazada por la llegada del ser humano. Sus libros, que por aquellos años eran una guía, hoy resultan ser un catálogo de especies extintas.

En uno de sus libros, Las dunas de Concón. El desafío de los espacios silvestres urbanos, publicado el 2005, Elórtegui, además de dar cuenta de forma detallada de los distintos elementos naturales que aquí se encontraban, todavía era optimista sobre la posibilidad de llevar a cabo un desarrollo inmobiliario sustentable, en armonía con el medio ambiente. Lamentablemente para todos y en contra de su pronóstico, la irresponsabilidad, la codicia y la desidia de la mayoría (me incluyo) permitió lo contrario. Hoy sufrimos las consecuencias. 2

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El nivel de bipolaridad que se demuestra entre la propuesta rechazada el año pasado y la de ahora es peligroso. Nuevamente, no hay término medio, negociación ni acuerdos, sino el intento constante por pasar la máquina sobre todos quienes no piensen exactamente igual".

Ese era el título de una de las más conocidas canciones del cantante Michael Jackson y que precisamente fue lanzada poco después de la Constitución de 1980, este texto que llevamos casi cuatro años discutiendo, aunque en realidad podríamos decir que son cuatro décadas.

Y justo en estas últimas semanas hemos visto cómo el proyecto de nueva Carta Fundamental va tomando forma y se van conociendo los acuerdos que está tomando el pleno y que se acercan a lo que probablemente tendremos que votar en diciembre.

El problema es que el nivel de bipolaridad que se demuestra entre la propuesta rechazada el año pasado y la de ahora es peligroso. Nuevamente, no hay término medio, negociación ni acuerdos, sino el intento constante por pasar la máquina sobre todos quienes no piensen exactamente igual. Si el 2022 esto fue liderado por los movimientos de extrema izquierda, en 2023 el conductor de la retroexcavadora es el Partido Republicano.

Aquello puede tornarse complejo por varias razones. Una, porque este es el momento en que el PR debe demostrar su capacidad de gobernar. Y cuando se lidera el Ejecutivo, la negociación no solo es necesaria, sino imprescindible para llevar adelante la agenda gubernamental. A menos que estemos pensando en algo de corte más autoritario.

Pero, por otro lado, de aprobarse algunas de estas iniciativas en la versión final y de ser votada por la mayor parte de los chilenos a fin de año, eso significaría un retroceso en muchos de los avances que hemos logrado, respecto de la OCDE -con la que tanto nos gusta compararnos- y del mundo. Porque no solo de economía viven las personas.

Como si estuviéramos de vuelta en la década de los '90 o 2000, los temas valóricos siguen marcando el debate, que se mueve de extremo a extremo desde el año pasado. Si el 2022 el aborto debía ser total, en 2023 se protege la vida del que está por nacer, haciendo énfasis en aquello. ¿Qué pasará entonces con las tres causales? ¿Volveremos a debatir lo que ya es un derecho -mínimo- de una mujer violentada o asustada?

La derecha votó alineada, pero los republicanos nuevamente dieron muestras de su fanatismo, con frases para el bronce como que seguirían buscando la derogación de la ley de aborto e incluso acusando al oficialismo de defender la muerte. Curiosa imputación cuando se conmemoran los 50 años del inicio de la dictadura, que ellos defienden, y en la que -de acuerdo a datos de la Defensoría de la Niñez- 150 niños, niñas y adolescentes fueron ejecutados en ese periodo, 40 son detenidos desaparecidos, 956 sufrieron prisión política y tortura, 15 mujeres embarazadas fueron asesinadas junto a sus hijos, y 700 menores quedaron huérfanos por la ejecución o desaparición forzosa de sus padres.

A propósito de aquello, otro punto polémico y donde republicanos logró pasar probablemente gato por liebre, asegura que las personas condenadas a pena privativa de libertad podrán cumplirla en libertad en caso de enfermedad terminal si el condenado no es un peligro para la sociedad. El problema está en que les faltó una frase esencial: salvo que estén condenados por delitos de lesa humanidad, lo cual está ratificado por Chile en tratados internacionales y son imprescriptibles. Imagino que se les olvidó incluirla a propósito de los reos de Punta Peuco.

En el mismo sentido, el resguardo de la libertad de expresión queda establecido en el borrador de manera muy similar a como está hoy. Sin embargo, explicita que el Estado no puede establecer ideas u opiniones como únicas u oficiales, y tampoco podrá sancionar la expresión de ideas u opiniones contrarias. Qué triste que no se recoja la importancia, por ejemplo, de sancionar la apología a la violencia y a la vulneración de DD.HH.

Aunque aún falta paño por cortar, lo cierto que cada nuevo capítulo que se escribe en la nueva propuesta parece sacado del video de Thriller: da miedo y parece que el texto está repitiendo el "moonwalk" de Michael Jackson, haciendo como que avanzan, pero en realidad, caminando hacia atrás. 2

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