La encuesta indaga asimismo en la fragmentación del sistema político, y en este tema el 22% cree que es importante que haya muchos partidos representados en el Congreso aunque esto afecte la capacidad para llegar a acuerdos. Mientras el 51% prefiere "pocos partidos en el Congreso capaces de llegar a acuerdos, aunque eso afecte la representatividad".

Otro aspecto consultado se vincula con las fórmulas electorales, ámbito en que la opción de listas abiertas se impone por 48% de apoyo sobre el 17% de las listas cerradas, aunque con 35% de opiniones neutras.

ESCENARIO DE RECHAZO

Si ganara el rechazo en el plebiscito, el 45% de los encuestados piensa que se debe mantener o reformar la Constitución actual, y el 43% es partidario de un intento más para tener nueva Carta Fundamental.

En detalle, el 50% de quienes tienen entre 35 y 65 años estaría por mantener o reformar la actual Constitución. Lo mismo el 48% del grupo socioeconómico ABC1 y el 65% de quienes se declaran de derecha.

En ese mismo escenario, el 59% de los sub 35 apoyarían un nuevo proceso constitucional, opción que respaldaría también el 45% de los grupos C2, C3, D o E, así como el 79% de quienes se declaran de izquierda.

Pedro Fierro comenta que en este tema las opiniones están del todo divididas. "Algunos estiman pertinente mantener la Constitución actual y otros insistir en un nuevo proceso. Sin embargo, resulta particularmente interesante analizar los resultados de esta última pregunta por rango etario e ideología, pues todo difiere mucho".

Así, por ejemplo, señala que "en el segmento sub-35, 6 de cada 10 respondientes opinan que el proceso constituyente debe seguir si gana la opción 'en contra' en el plebiscito de diciembre, lo cual contrasta con la opinión de quienes superan esa edad, donde dicha proporción disminuye a tan solo 4 de 10 encuestados, generando mayor adhesión la opción de terminar el proceso y quedarnos con la Constitución actual".

Por último, el investigador remarca que los datos muestran que entre quienes no se identifican con ningún sector político, "la opción de poner término al proceso constitucional y quedarnos con la Constitución vigente supera por 9 puntos a la opción de seguir con un nuevo proceso. Este dato no es menor si consideramos que del total de la muestra (1.674), más de la mitad (53%) de los encuestados pertenece a este segmento".

Política y desafección

Por su parte, al comentar estos resultados, el exconvencional constituyente Miguel Ángel Botto, quien participó en el anterior proceso en calidad de independiente y en representación del 6° Distrito de la Región de Valparaíso, opina que la desafección por la política que se observa a nivel país responde a que se relaciona erróneamente esta materia con la contingencia y las discusiones mediáticas de los militantes de los partidos, "sin entender que la política es una mirada colectiva que afecta las diversas áreas de la vida en sociedad".

De esa manera, señala, "se ratifica que el proceso constitucional en curso no ha logrado prender, con apenas un 28% de interés", mientras las evaluaciones al borrador y al proceso constitucional mismo "demuestran una línea de riesgo altísima que en cualquier momento se va a rojo, es decir, a rechazar el producto de este proceso que será la propuesta a plebiscitar, o a superar levemente la nota azul, pero, en ningún caso se visualiza certeza de triunfo".

En cuanto a la emoción que provoca el proceso, el ingeniero comercial y docente ve con inquietud que las dos grandes variables sean la incertidumbre y la desconfianza. Eso le genera "una tremenda preocupación en cuanto a la estabilidad democrática de Chile, lo que históricamente da paso a los extremos", sobre todo porque observa un centro político ausente.

Opciones al límite

También Miguel Ángel Botto subraya que la ciudadanía está entendiendo que la multiplicidad de partidos no le hace bien a la estabilidad política del país, y que "la libertad de enseñanza y el rol protagónico de los padres en cuanto a la educación de sus hijos, un sistema mixto de educación y en salud, llegaron para quedarse, pues tienen, a la luz de los resultados, la validación mayoritaria de la sociedad chilena".

Por otra parte, a partir de los resultados de la encuesta de opinión política, "pareciera dar lo mismo un nuevo texto constitucional que reformar el vigente", por lo cual tiende a pensar "que ambas opciones se encuentran en el límite".

Libertad de elegir

Para el exconvencional Ruggero Cozzi (Ind./ RN) lo más llamativo es que el 72% de la muestra apoya que la Constitución establezca que "son los padres quienes deciden dónde sus hijos estudian la educación escolar", libertad de elegir que asegura la propuesta en curso, al igual que lo hace en materia de salud, vivienda y pensiones.

"Entonces, creo que más allá de ciertos puntos que todavía se pueden corregir, en lo general, esta es una buena propuesta, y en la medida que se diga fuerte y claro, por ejemplo, que ésta será la Constitución de la libertad de elegir, el 'a favor' irá ganando terreno en las encuestas. Este punto tiene enorme apoyo popular". 2

En poco más de un mes el Consejo Constitucional presentará el borrador de nueva Constitución que será plebiscitado el 17 de diciembre. Actualmente, el pleno está despachando algunas normas que serán modificadas por la Comisión Experta para ser discutidas nuevamente. Es cierto que estamos ante un proceso algo engorroso que a la ciudadanía le ha costado entender. Las encuestas tampoco acompañan y el crédito de confianza se agotó al momento en que la fallida Convención presentó un esperpento identitario que dividía a Chile en 13 naciones.

La esquizofrenia constituyente ha llegado a tal punto que hemos perdido la capacidad de asombro: el proceso actual es liderado por quienes antes lo rechazaban, y los que renegaban de cualquier instancia tecnócrata hoy se aferran a una comisión de expertos designados. Todo ello mientras el oficialismo coquetea con la opción "en contra" tiempo después de que el presidente afirmara que cualquier propuesta es "mejor que una constitución redactada por cuatro generales".

En este contexto, quizás aún hay tiempo para una sorpresa adicional, un último giro de guion que podría culminar con una Constitución aprobada. Por muy extraño que parezca, hay algunos motivos para pensar en ese escenario.

Pero primero un golpe de realidad. La Encuesta Constitucional de Fundación Piensa que hoy ponemos a disposición nos muestra un panorama deprimente: las emociones mayoritarias en la población son la incertidumbre, la desconfianza y la confusión, mientras que la valoración positiva del proceso solo alcanza un 4%, cuando el año pasado era de un 14%.

Con todo, hay un par de datos que dejan entrever una pequeña rendija de esperanza. Por un lado, un 78% de los encuestados afirman estar "poco o nada informados" del proceso constitucional. A medida que se acerque la fecha de votación crecerá el interés y los ciudadanos se formarán una opinión sobre una propuesta concreta y no sobre especulaciones.

Por otro lado, en términos de contenido, el Consejo no parece estar tan perdido. Sin perjuicio de algunas enmiendas que han sido criticadas -como la referida al aborto o la exención del pago de contribuciones-, nuestra encuesta muestra que los habitantes de la región valoran positivamente la libertad de los padres de elegir la educación de sus hijos, las votaciones en listas abiertas o la disminución de partidos políticos que aseguren gobernabilidad por sobre la representatividad; todos elementos que ya están en el borrador.

A lo anterior debemos sumar una cuestión de incentivos políticos. Apostar por el fracaso de este proceso para iniciar uno nuevo es jugar a la ruleta rusa. Nuestro estudio incorpora una pregunta final que sirve como réplica del plebiscito de entrada del 2020. En concreto, preguntamos que debiese ocurrir en caso de que gane la opción "en contra". Resultado: un 45% está por mantener la constitución actual y cerrar definitivamente el tema constitucional, mientras que un 43% está por iniciar un tercer intento. Así las cosas, no sería extraño que algunos sectores de centroizquierda estén esperando algún gesto concreto para sumarse al "a favor" y no dejar pasar una oportunidad que probablemente no se repetirá por un largo tiempo.

Por cierto, está claro que la carga del proceso recae precisamente en quienes lo lideran. La derecha tendrá que ceder en algo y un sector de la izquierda tendrá que moderar sus expectativas. Ya no queda mucho tiempo, pero en una de esas se da el milagro. 2

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Columna de Opinión