LA TRIBUNA DEL LECTOR El cisne negro
POR FERNÁN RIOSECO, ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO
Los seres humanos suponemos que nuestra existencia y la del mundo que nos rodea se rige por leyes universales, inmutables y eternas, y que basta con seguir el camino seguro de la ciencia para descubrir esas leyes objetivas y así, paulatinamente, descifrar los enigmas del universo.
Pero la cosa no es tan sencilla. Debemos agradecer a una larga tradición de pensadores escépticos desde Pirrón y Sexto Empírico en la antigüedad, pasando por Montaigne, La Rochefoucauld y Hume, hasta Nassim Taleb en nuestros días, por recordarnos que no somos más que una raza avanzada de primates en un planeta menor que orbita una estrella mediocre, según la célebre definición de Stephen Hawking. Sin esta dosis de escepticismo, el progreso humano no sería posible.
De acuerdo con Taleb, un "cisne negro" es un suceso que ocurre en contra de todo pronóstico, pero que la naturaleza humana intenta explicar -una vez acaecido- como si hubiese sido previsible. La historia humana es una galería de grandes acontecimientos que nadie esperaba, y lo propio puede decirse de las ideas, modas, tendencias y estilos de arte. ¿Quién pudo anticipar la importancia de Internet en nuestra vida cotidiana? ¿O la expansión de los teléfonos móviles hasta el punto de volverse aparatos casi imprescindibles?
Según Taleb, los humanos nos movemos entre dos mundos radicalmente distintos: Mediocristán y Extremistán. En el primero existe una relación igualitaria entre esfuerzo y resultado; el futuro es relativamente previsible; y la mayoría de las cosas oscilan entre datos, promedios y probabilidades. En el segundo, en cambio, prevalecen el caos, la inestabilidad, el desorden y la imprevisibilidad.
Lo inesperado genera incertidumbre y, lógicamente, a nadie le gusta la falta de certeza. ¿Quién pudo prever razonablemente el 18/O? Nadie, incluyendo a los "expertos" y al hombre de la calle. Pero una vez que el hecho ha ocurrido, caemos en una distorsión retrospectiva, por medio de la cual asignamos significado a los sucesos después de que estos se han producido. Buscamos las "causas" del 18/O creando una falsa narrativa, y sobrestimando el alcance de nuestro conocimiento del mundo.
La evolución ha hecho que nuestros cerebros busquen certeza, previsibilidad y estabilidad. Amamos las regularidades y tendemos a soslayar la importancia que tienen en nuestras vidas el azar y la suerte. Tenemos leyes y seguimos reglas para evitar tener que deliberar a cada rato.
Huimos de los cisnes negros, pero ¿no sería el mundo un lugar mejor sin tanta arrogancia epistémica?
Hasta 1697 todo el mundo pensaba que los cisnes eran blancos. De hecho, el predicado ser blanco era parte de la definición universalmente aceptada de cisne. Sin embargo, ese año colonos ingleses que regresaron de Australia trajeron consigo algunos ejemplares de la especie Cygnus atratus, que es el nombre científico con el que se conoce al cisne negro hasta el día de hoy.