Cáncer de estómago: la mitad de los casos se puede asociar a la bacteria Helicobacter pylori
La Helicobacter pylori (H. pylori) es una de las pocas bacterias conocidas capaces de colonizar el estómago y sobrevivir mucho tiempo en él, a pesar de su ambiente extremadamente ácido. Se ha valido de adaptaciones para lograrlo, y así tenemos que una persona puede vivir con ella toda la vida y no enterarse nunca. Esto último, en el mejor de los casos, que por fortuna es la mayoría. En el peor, la bacteria podría dar pie, además de diversos problemas gástricos, al desarrollo de un cáncer.
Se estima que la H. pylori habita en alrededor del 70% de la población chilena. ¿Todos desarrollarán cáncer? No, solo el 1% de quienes la tienen. ¿Cuál es su relevancia, entonces? "Al menos la mitad de los casos de cáncer de estómago puede ser atribuible a la H. pylori -afirma el Dr. Cristián Sandoval, gastroenterólogo del Instituto Oncológico FALP-. Esta bacteria está catalogada como un carcinógeno tipo 1 por la Organización Mundial de la Salud, es decir, es un factor que provoca cáncer en las personas de forma demostrada".
Por supuesto que hay otros factores de riesgo en el desarrollo de un cáncer gástrico: una dieta rica en alimentos con mucha sal y ahumados, bajo consumo de frutas y verduras, déficit de vitaminas C, E y betacaroteno, obesidad, reflujo gastroesofágico, consumo de tabaco y alcohol, entre otros. Además, entre 3% y 5% de estos tumores tienen un origen hereditario.
Chile y Bolivia son los países con más altos índices de esta enfermedad en Sudamérica, acota el Dr. Sebastián Hoefler, jefe de Cirugía Digestiva Oncológica de FALP. En el resto del mundo, Japón, China y Corea del Sur.
Acá, es el cuarto cáncer más frecuente, con alrededor de 4.200 nuevos casos al año, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Según el mismo organismo, es, junto con los tumores de próstata, la primera causa de muerte por cáncer en hombres; en mujeres es la cuarta. Considerando que en su mayor parte se asocia a hábitos poco saludables y una bacteria que puede ser tratada, estamos hablando de posibilidades de prevención. Sin embargo, alrededor de un 40% de los pacientes debuta con un cáncer en etapa IV con metástasis, señala el Dr. Hoefler. Y esto se debe a que suele ser una infección por muchos años asintomática o de síntomas que se han normalizado y minimizado.
El mecanismo
de la bacteria
Las personas, en general, contraen la infección de la H. pylori durante su infancia o adolescencia, mediante fluidos -hay transmisión boca a boca y también por las heces- o por alimentos o agua contaminada.
Una vez que coloniza el estómago, explica el Dr. Sandoval, "existe un período largo en que provoca una inflamación aguda, posteriormente inflamación crónica, para finalmente derivar en una gastritis crónica atrófica, que se asocia también a metaplasia intestinal, que son algunos fenómenos de cambios celulares de la mucosa gástrica". Finalmente, por varias vías, puede llegar a provocar también úlceras gástricas y duodenales, y cáncer gástrico.
Agrega: "Esa es la conducta de esta bacteria: se adquiere durante la infancia y uno puede vivir con ella prácticamente toda la vida. Lo más importante en ese caso es interrumpir el proceso de inflamación, tratar la bacteria y erradicarla".
El método para detectarla es una endoscopia digestiva alta, en la que se toma una muestra de mucosa gástrica para realizar el test de la ureasa o una biopsia. También existen métodos no invasivos, como el test de antígeno en deposiciones.
"Si uno pregunta por endoscopias, se da cuenta de que casi todo el mundo se ha hecho una alguna vez -comenta el Dr. Hoefler-. Lo positivo es que cuando se realiza una, se aplica también el test para detectar la bacteria. La mayoría de la gente se trata y, por lo tanto, se erradica. Después se puede volver a contagiar, pero por lo menos se corta el ciclo".
El tratamiento de erradicación consiste en antiácidos, o inhibidores de la bomba de protones, y antibióticos. En pocos casos es difícil de tratar, dice el Dr. Sandoval, y esto se debe principalmente a la resistencia que se puede haber creado a los medicamentos requeridos.
Actuar ante los síntomas
Existen varios tipos de cáncer gástrico, pero el más frecuente es el adenocarcinoma, con un 90% a 95% del total de casos, explica el Dr. Hoefler. El resto lo conforman linfomas, tumores gastrointestinales estromales y tumores neuroendocrinos, que son mucho menos frecuentes y menos agresivos.
La bacteria H. pylori, por ejemplo, puede llevar a desarrollo de cáncer en la parte media y baja del estómago, mientras que la obesidad y el reflujo gastroesofágico (ERGE) aumentan el riesgo de neoplasia en la parte superior.
La sintomatología depende de la localización del tumor. Si está en la sección superior del estómago, habrá dificultad para tragar, sensación de saciedad, ardor o malestar en la parte superior del abdomen, regurgitación y acidez. Si se encuentra en la zona más baja, suele haber dolor abdominal, náuseas y vómitos, pérdida de apetito y fatiga.
El 90% de los tumores se detectan cuando están más avanzados y, por lo tanto, existe compromiso ganglionar, invasión de órganos vecinos o metástasis a distancia. Por eso, el llamado es a estar alertas a malestares que comúnmente se consideran normales. De eso, de la consulta oportuna con el médico y de una endoscopia a tiempo puede depender la curación. Al principio, los síntomas son bastante inespecíficos, como los de una gastritis, un ardor, un malestar, una saciedad precoz, pero no deberían superar unos cuantos días.
"Cuando la persona tiene síntomas en la parte alta del abdomen, que son nuevos y que duran más de dos semanas, no lo debe pensar, sino que consultar y hacerse una endoscopia. No nos debemos cansar de insistir en esto, porque puede llevar a la detección temprana de un cáncer y marcar una diferencia en su pronóstico", recomienda el Dr. Hoefler.
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