El enredo de los directores de Obras
Un grupo de senadores pidió al Gobierno legislar cambios para los DOM, con la idea de hacer más transparente su nombramiento. Cualquier intento serio para mejorar la situación actual debe arriesgarse a abordar el grave problema que significa la doble dependencia de los DOM en todo el país.
A la luz de los cuestionamientos surgidos contra los directores de Obras Municipales (DOM) de Viña del Mar y Concón, por la aprobación de proyectos inmobiliarios sobre el campo dunar que se ubica en el límite ente ambas comunas, un grupo de senadores, encabezados por el DC Iván Flores, pidió al Gobierno que envíe un proyecto de ley para modificar el sistema de nombramiento de estas autoridades. La idea apunta a darle mayor transparencia a la elección de un director de Obras con un proceso por Alta Dirección Pública, que tenga una convocatoria abierta y regida por reglas conocidas por todos los interesados. Además, los senadores plantean que la designación en el cargo tenga una vigencia de 10 años, lo que evitaría la eternización vista en varias comunas del país, e incorpora un nuevo sistema para la remoción del DOM, en el que interviene el Concejo Municipal, que podrá cesar al director de su cargo con la aprobación de los dos tercios de los ediles electos.
Todas estas ideas son valorables y pertinentes para perfeccionar el control de un cargo que es fundamental para el desarrollo urbano de las comunas.
Sin embargo, hay un par de elementos que el Ejecutivo haría bien en considerar antes de enviar el proyecto de ley que piden los senadores. El problema central de todos los directores de Obras del país es su doble dependencia administrativa. Como un funcionario más del municipio, dependen jerárquicamente del alcalde de turno y reciben de la autoridad comunal las evaluaciones, sanciones y presupuestos correspondientes a cada año. Sin embargo, las decisiones técnicas de toda DOM están bajo la supervisión de las secretarías regionales ministeriales de Vivienda y Urbanismo, es decir, bajo una autoridad totalmente distinta, con un criterio asociado a la Ley General de Urbanismo y un enfoque político que puede ser similar o diferir totalmente al que tiene el alcalde. Cualquier intento serio para mejorar la situación actual de las direcciones de Obras Municipales debe arriesgarse a desatar este nudo que termina enredando proyectos y anhelos ciudadanos.