LA PELOTA NO SE MANCHA Panamericanos 2023
POR WINSTON POR WINSTON
Intuyo que el 9 de marzo de 2023, Jaime Pizarro estaba pensando en cualquier cosa, menos en que iba a ser llamado para ser el nuevo ministro del Deporte. Sin embargo, un día después, la vida del capitán de Colo Colo campeón de la Copa Libertadores cambió para siempre.
El cargo que le había asignado el presidente Gabriel Boric implicaba ser el rostro del Gobierno en la jornada inaugural del desafío deportivo más importante de nuestra historia: los Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023. Incluso más que el mundial de 1962, considerando que en esa oportunidad participaron 16 equipos. A un cálculo de 22 jugadores por país, sólo la delegación chilena de estos juegos, con 665 deportistas, duplica a todos los futbolistas que fueron parte de aquel memorable torneo de fútbol torneo. No sin razón, el famoso comentarista Eduardo Bonvallet bautizó a Pizarro como el "corcho", porque siempre flota.
Al igual que Pizarro, tuve la suerte estar sentado en una butaca en el Estadio Nacional viendo la ceremonia de inauguración. Sobre el espectáculo, debo reconocer que las coreografías no son lo mío, tampoco los bailes, pero sí disfruté de los Bunkers, Los Tres, el paso de la llama olímpica y el desfile de los deportistas.
Para mí fue una clase de geografía respecto de países que no conocía y otros que había olvidado. Mientras Chile, México, Argentina, Brasil y Colombia paseaban con medio millar de deportistas, otras delegaciones tenían menos deportistas que lectores de Winston.
Si hay algo bueno de estos Juegos Panamericanos es que, como su prefijo explica, incluye a todos los países, aun a algunos que parecieran no calificar para esa condición y que también forman parte de América. Me refiero, por ejemplo, a todas esas pequeñas islas paradisiacas del caribe (Islas Vírgenes Británicas, Dominica, Granada, Barbados, etc.) que explican por qué a Cristóbal Colón, hace 531 años, le costó tanto entender que todo esto era un continente.
En medio de las presentaciones de estas diminutas naciones, un amigo abucheó al único representante de Antigua y Barbuda: Tiger Peter Tyson. Cuando lo reprendí por su desubicación, me aseguró que él cree que ahí nació su suegra. Averiguando (sobre Tyson y no sobre su suegra), supe que mientras la mayoría de los habitantes de esta antigua colonia inglesa viven en unas eternas vacaciones, en esta pequeña isla de menos de 100 mil habitantes, Tyson se dedicó a la práctica de kite surf. Su esfuerzo fue premiado el año pasado, cuando obtuvo la primera medalla de oro para su país en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mar y Playa que es como "la previa" relajada para esta edición ampliada.
Tan solitarios como el bueno de Tiger, estaba Trent Hardwick y Ashantie Carr de Belice. Si es que no lo sabe, Belice es vecino de Guatemala, que en estos juegos no pudieron estar presentes...como Guatemala, pero sí como Estados Independientes. Fueron sancionados y, como sucedió con Rusia, para no castigar a los deportistas, que no tienen nada que ver con los problemas de las autoridades, fueron bautizados con ese nombre genérico.
Así las pequeñas delegaciones se sucedían en el desfile con el sueño de ganar una medalla, aún conscientes de que quizás en sus pequeñas islas la repercusión sería mínima. Es paradójico, pero mientras ellos deben soñar con vivir en un país de millones de habitantes donde todo lo que hagan repercuta masivamente, en esos grandes países, hay muchos deportistas que no calificaron a estos juegos y que saben que de haber nacido en una pequeña isla habrían sido parte de esta espléndida ceremonia. El famoso dilema de ser cola de león o cabeza de ratón.
Por último, hay algo que siempre da vueltas en mi cabeza y es el desperdicio de talentos. Es difícil que en Chile un niño que sea bueno para la pelota no tenga por lo menos una oportunidad de probarse en un equipo de fútbol. En menor medida, pasa con el atletismo, pero el tema se va haciendo cada vez más oscuro en deportes más complejos. Desde el bádminton hasta el sóftbol, pasando por el trampolín o el breaking, cuántos talentos nos estamos desperdiciando por no tener los medios ni la infraestructura. Espero que esto último, más que las medallas, sea el principal legado de estos juegos para que ningún niño se pierda por falta de recursos. No vaya a ser que termine frustrado escribiendo columnas deportivas, en vez de aportando al medallero.