"El desarrollo justo y equitativo de Valparaíso requiere de una nueva relación entre la región, la ciudad y el puerto, el que se construye a partir de su historia, su identidad, su cultura y de la articulación entre sus distintas vocaciones productivas", dicen las primeras líneas del gran acuerdo suscrito ayer por la Empresa Portuaria Valparaíso (EPV), el gobernador Rodrigo Mundaca y el alcalde Jorge Sharp frente a líderes vecinales y el Presidente Boric, como una fórmula que permitirá destrabar los proyectos de desarrollo portuario y ampliación del Espigón detenidos en la zona precisamente por observaciones municipales y de otros grupos.

Uno de los puntos más relevantes de la ceremonia realizada ayer en el borde costero fue el reconocimiento de los distintos intervinientes de que, de todas las vocaciones productivas de Valparaíso, la portuaria no es solamente la más antigua, sino también aquella que pudo desde un inicio configurar una ciudad cosmopolita e innovadora, capaz de sentar precedentes en múltiples ámbitos y proyectar hacia el futuro un territorio lleno de cerros, playas y esteros. El reemplazo estratégico de Valparaíso como puerto principal del Pacífico por el Canal de Panamá fue también la perdición de la comuna, cuyas calles y edificios patrimoniales revelan un pasado glorioso que no encuentra justicia en su presente, tan lleno de precariedades. Por ello, este gran acuerdo por Valparaíso debiese ser una doble oportunidad. Una para el país, porque el desarrollo portuario de las naciones vecinas y las exigencias dinámicas del comercio exterior son una amenaza real. Desatender a sus puertos es un error que el Estado chileno no debe volver a cometer. Luego, este acuerdo suscrito por la EPV y las autoridades locales es quizás la última oportunidad que tiene Valparaíso para salir de su estado de enfermo crónico y dejar de lado las eternas pugnas que le han impedido avanzar en quince años. Pero aún quedan muchas etapas antes de considerar el acuerdo como un acierto. Primero, no hemos visto el diseño (EPV no mostró ayer ningún mapa de la ampliación y tampoco lo ha socializado, al menos no con El Mercurio de Valparaíso). Segundo, y siendo recatados, al alcalde Sharp ya lo hemos visto al menos un par de veces firmando tratos con presidentes de EPV que, nunca mejor dicho, jamás llegan a puerto. Esperemos que, tal como dijo ayer, este 23 de octubre sea "el primer día del resurgimiento de Valparaíso", frase no muy feliz en su séptimo aniversario de mandato comunal, con las empresas y los comercios escapando en fila de la ciudad.

Pero, qué diablos. Mañana nos acusarán de pesimistas.

En los últimos años, Chile ha emprendido un proceso de ajuste en su economía a fin de abordar desequilibrios macroeconómicos acumulados a lo largo del tiempo. A pesar de los progresos alcanzados, persisten desafíos críticos que requieren una atención focalizada.

Nuestro país ha logrado significativos avances en la resolución de los desequilibrios macroeconómicos que habían perdurado durante años. Esto se refleja en el ajuste de la demanda interna y la disminución de la inflación, a pesar de que esta última se mantiene por encima de la meta establecida. Para asegurar un crecimiento económico sostenido es esencial acelerar la economía, especialmente considerando que en los seis años previos a la pandemia el crecimiento promedio fue del 2%.

Es clave considerar que el crecimiento económico sostenido depende en gran medida del incremento de la productividad, que ha experimentado un declive durante décadas. Esto es fundamental para la generación de empleos formales y bien remunerados, así como para la diversificación de las exportaciones. Para lograrlo, es necesario abordar obstáculos regulatorios, impulsar la adopción de tecnología, promover la competencia, mejorar la calidad de la educación y las habilidades de gestión, y fomentar la participación laboral femenina.

Ahora bien, si revisamos las cifras, durante el primer semestre de 2023 el PIB real de Chile experimentó una contracción del 1%, principalmente atribuida a los efectos rezagados de las medidas fiscales y monetarias adoptadas en 2022, posterior al gasto extraordinario de 2021. Asimismo, la tasa de desempleo aumentó y aunque la participación laboral femenina ha crecido, aún no ha alcanzado los niveles previos a la pandemia. La pobreza se redujo del 8,0% en 2020 al 4,8% en 2022, y la desigualdad de ingresos, medida por el coeficiente de Gini, alcanzó el 0,43 en 2022. Sin embargo, existen privaciones en aspectos no monetarios, como la atención sanitaria y la seguridad social, que aumentaron en comparación con 2020.

Las proyecciones indican que el PIB real de Chile se contraerá un 0,4% en 2023, pero se espera un retorno a una tasa de crecimiento tendencial del 2% a medio plazo. Sin embargo, se prevé un aumento de la pobreza, con un estimado de 5,2% en 2023, mientras que el coeficiente de Gini se mantendrá en 0,43. El desafío de Chile radica en lograr un crecimiento inclusivo y abordar las desigualdades no monetarias en un entorno económico global en constante evolución.