El Parque Cultural de Valparaíso (PCdV) es uno de los emplazamientos artísticos más importantes del país. Inaugurado oficialmente el año 2012 y recientemente declarado sitio de memoria por el Estado de Chile, el espacio ha estado lleno de controversia desde sus inicios, cuando se desechó un diseño arquitectónico del brasileño Oscar Niemeyer para el edificio principal del proyecto que transformó la excárcel porteña en el símbolo de Valparaíso como capital cultural. En estos más de diez años, el parque ha podido implementar una interesante cartelera de actividades y sus salones suelen acoger residencias y talleres de compañías y artistas que no pueden acceder a otros lugares para perfeccionar su trabajo. Sin embargo, el PCdV ha carecido de la fuerza y la dinámica necesarias para poner a Valparaíso en un circuito de eventos de nivel internacional, como corresponde a una ciudad con Sitio Patrimonio de la Humanidad que apuesta por el turismo como uno de sus ejes de desarrollo económico.

El presente de la organización tampoco permite generar demasiadas esperanzas. El jueves, la ministra de Cultura, Carolina Arredondo, designó a la dirigenta de la Unapyme, Gianina Figueroa, como la nueva presidenta del directorio del PCdV, la tercera en su cargo en los últimos tres meses, luego que fueran cesados de dicho puesto, sucesivamente, el músico y gestor cultural Sebastián Redolés, y el periodista Boris González. Es cierto que este cambio reiterado refleja la inestabilidad del Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio, una de la secretarías de Estado que más ha defraudado las expectativas creadas en torno a su desarrollo, pero el parque vive sus propios conflictos internos y debe resolverlos con rapidez y transparencia, antes de que los cuestionamientos -incluidas denuncias de irregularidades- pongan en tela de juicio su propia existencia. Un cambio de timón en el PCdV es tan necesario como titánica la tarea de implementarlo.

El pasado 17 de octubre se conmemoró el Día Internacional por la Erradicación de la Pobreza. En 1992, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas declaró que este día se conmemora la relevancia de "poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo". Ya en 1987, en París, más de 100 mil personas se reunieron en la Plaza del Trocadero para manifestarse a favor de los derechos humanos y la libertad en honor a las víctimas de la pobreza, el hambre, la violencia y el miedo.

Treinta y seis años después, y según datos del Banco Mundial, el número de personas que vive en pobreza extrema ha ido en disminución si se consideran los ingresos, pero en aumento si se considera una medición multidimensional. La crisis sanitaria de covid-19 golpeó al mundo en este sentido y agudizó la situación. El número de personas en extrema pobreza pasó de 70 millones a más de 700 millones, algo sin duda alarmante e inaceptable.

La pandemia afectó de manera desigual -como suele suceder- a las personas más pobres del mundo, quienes se vieron más afectadas en sus modos y costos de vida. Las pérdidas de ingreso fueron el doble que las del resto de la población y la desigualdad global aumentó. Lamentablemente, la recuperación aún no es completa, especialmente en los países más empobrecidos y en el caso del empleo femenino, clave para la superación de la pobreza.

Se identifican las causas, se han detectado posibles soluciones, se ha llegado a grandes acuerdos internacionales, declaraciones, objetivos y metas; no obstante, continuamos con una gran población a nivel mundial viviendo en situación de pobreza extrema, afectada también por las consecuencias del cambio climático, los desplazamientos forzosos por diversas razones, la contaminación ambiental, los conflictos armados y otras formas de pobreza que siguen manifestándose y generando una crisis humanitaria que afecta siempre y más duramente a los más vulnerables.

La pobreza es una violación a los derechos humanos y el Día Internacional por la Erradicación de la Pobreza sirve para reflexionar y sobre todo para incomodarse con esta realidad. Estas situaciones no deben dejar de conmovernos, pero a su vez de movilizarnos e inquietarnos. Es por eso que desde nuestros lugares, como sociedad civil, academia, Estado o empresas, es fundamental entender el desafío de manera transversal y no conformarse como una estructura social.

Invitamos a inquietarse y ser parte de una opción de contribuir en Chile. Desde la Fundación Superación de la Pobreza estamos convocando en serviciopais.cl a jóvenes profesionales y técnicos a ser parte de la tarea de superar situaciones de pobreza en las comunas más aisladas y vulnerables de Chile.