"Yo quiero ser más que un diagnóstico, no quiero que sea algo que me defina"
A los 25 le dijeron de su enfermedad y lleva cuatro años viviendo con ella. Dice que le gustaría ayudar desde su profesión a manejarse en el sistema para salir adelante y, quizás, mejorarlo.
A principios de noviembre, Digna González realizará su examen de grado para recibirse de abogada. Y tiene claro que le gustaría "aprovechar lo que estudié para ayudar a otras mujeres, y quizás por qué no, el sistema que nos está atendiendo", dice la joven quien hace cuatro años vive con cáncer de mamas metastásico.
Todo comenzó en 2019 cuando "me veo algo en la pechuga, como si tuviera mi pezón hundido. Quedé con la duda, pero en ese momento estaba pasando por cosas en mi familia, y lo pospuse un poco".
Y aunque consultó la posibilidad de tomarse una mamografía, le dijeron que no. Esto se debe a que el examen, generalmente, se toma a mujeres mayores de 40 años, cuyo tejidos mamarios son menos densos lo que permite ver mejor si existen o no tumores.
Ante esto, se consiguió una orden y se tomó una ecografía. "Me dicen tienes un tumor que refleja como líquido, que es algo súper normal para mi edad y que con el tiempo se deberían disolver. Así que lo veamos en seis meses más".
El diagnóstico
En abril fue al doctor en el hospital San Camilo de San Felipe, porque notaba que "ya estaba muy grande", pegado al pezón y ya era "raro". "Justo ese día se dio que había hora para la eco y cupo para la biopsia", cuenta, y fue en ese momento que "me empecé a preocupar y a llamar para saber cuándo salía la biopsia. Empecé a agilizar yo las cosas".
"Todo el mundo me decía que prácticamente era imposible, que me tenía que quedar tranquila", cuenta, pues sólo hacía cinco meses había cumplido 25 años y es poco usual que a esa edad se diagnostique un tumor maligno. Sin embargo, así fue y el doctor le informó que tenía un cáncer mamario agresivo que tenía que ser operado con urgencia. "Hasta ahí yo estaba tranquila", reconoce, "porque decía 'es algo que se puede arreglar, hay tratamientos y todo'".
Sin embargo, tras la operación "me empecé a sentir mal. Me dolía el cuerpo, mucho. Como ya había salido mi biopsia, había que hacer exámenes de rutina para ver si había metástasis. Me habían hecho un scaner, y había salido bien. Pero en el cintigrama me sale que hay metástasis ósea", relata.
Fue en ese momento que sintió el golpe de la enfermedad. "Lo que muestran en todas las entrevistas o en el mes del cáncer es que un diagnóstico oportuno hace la diferencia, y así es. Pero en mi caso... Fue horrible, porque por las cosas que uno ve no son muy alentadoras, que te vas a morir, que esto, lo otro; incluso las cifras no lo son, sobre todo si es metastásico", asegura.
Dice que durante octubre, que es el mes de concientización del cáncer de mamas, se habla del autochequeo, el hacerse los exámenes a tiempo, pero "nadie habla de las personas que tienen que vivir con un diagnóstico para toda la vida o con un tratamiento para toda la vida, que no se va a acabar". "En el momento que dicen hay metástasis, uno dice 'ya'. Como todo es tan trágico, dije 'voy a dejar de estudiar, voy a dejar la universidad para estar con mi familia', porque yo pensé que me iba a morir en dos meses más", comenta.
Algo que fue reforzado cuando pidió una segunda opinión, y el doctor "me dice que los tratamientos que da el sistema público no son tan buenos y que en la clínica él tiene un tratamiento súper bueno, pero para qué voy a gastar tal cantidad de plata, si ya no hay nada que hacer". "Yo chica, iba con mi mamá, y nos miramos, y yo me puse a llorar", rememora.
El tratamiento Entre tanto, su caso llegó hasta el Comité de Valparaíso del hospital Van Buren, que es el hospital base al que debe acudir la población sanfelipeña, para así comenzar su tratamiento de radioterapia. "Ahí las cosas comenzaron a mejorar, pero tuve un tiempo bien complicado con el cuerpo, con la metástasis ósea, porque me dolía mucho", relata Digna.
Pero llegar a ese momento no fue fácil. "Como el sistema público es tan lento, a mí no me llamaban nunca del Van Buren. Y gracias a las chiquillas de la Corporación Valientes que me guiaron en tema de los plazos y hacer el reclamo a Fonasa. Fui a hacer el reclamo y el mismo día me llaman de FALP (Fundación Arturo López Pérez) que tengo que ir", dice.
"Fui y ahí conocí a la doctora Salman, que ella también tuvo cáncer de mama. Fue mucho más empática que el doctor que yo había ido a ver privado, y en ese mismo momento me dio unas pastillas. Me dijo: 'Eso no va a quitar tu cáncer, pero esto va a ayudar a que te empiece a sentir mejor'. Hasta ese momento no había tenido terapia hormonal, no tenía nada".
También le comentó que le iba a empezar a doler mucho el cuerpo, por lo que le pidió que se inscribiera en la Unidad de Dolor del hospital de San Felipe y le dio radioterapia para los huesos. Pero para obtener el medicamento de inmunoterapia, el trastuzumab, tenían que mandarla a su hospital base, "porque para el comité de la FALP yo no necesitaba quimioterapia, solamente el trastuzumab y una terapia hormonal (...). Y ahí otro show porque del Van Buren no me llamaban", indica.
Fue difícil que le dieran hora, pero finalmente lo consiguió y logró entrar al tratamiento, y ya dentro del hospital todo fue más rápido.
Pero su historia no se acaba ahí. El medicamento que le dan le cuida el cuerpo, pero no el cerebro, por lo que "a mí me salieron unas metástasis en el cerebelo y el año pasado me la sacaron con con radiocirugía en el mismo hospital Van Buren". "Y hay medicamentos que me ayudan, quizás al cerebro, en cuanto al cáncer, pero el sistema público no los cubre", afirma Digna González.
"Yo voy cada seis meses al Comité de Drogas de Alto Costo a Santiago con mis exámenes renovados -mi cintigrama óseo y scaner-, y mostrarles que mi enfermedad está estable para que ellos me puedan seguir comprando mis medicamentos, porque si mi enfermedad no está estable, ellos no lo compran y ahí el hospital tiene que volver al caso", explica.
"Puede que en algunos años mi tratamiento deje de hacer efecto y tengo que pasar a otro. Igual agradezco, y he tenido la suerte, que mi línea de tratamiento ha durado. Llevo cuatro años y conozco mujeres que llevan 10 con la misma línea de tratamiento, como conozco mujeres que no dura cinco meses en una línea de tratamiento", detalla,
Otro tema que agradece es poder contar con un apoyo sicológico especializado en oncología de la FALP, pues habla con la profesional y le dice "que el cáncer de mamas metastásico con los medicamentos y la tecnología que hay ahora es como si fuese una enfermedad crónica, por ejemplo, como la diabetes".
Los temas pendientes
Algo que tiene claro es que no todo el mundo ha tenido las posibilidades que ella ha tenido, en el sentido de contar con una sicológa gratis o el poder asesorarse para conocer los pasos a seguir.
En ese sentido, apunta a la necesidad de contar con una buena salud mental para el apoyo de las personas con cáncer - "al menos acá, en San Felipe, hay una sicóloga y nada más. Una sicóloga para todo el hospital y no es una persona especializada"-; mejorar la forma en que se dicen las cosas- "es súper agresivo el lenguaje que se ocupa con las pacientes. Dicen que te vas a morir, no que puedes seguir viviendo con esto, que te tienen que hacerte un tratamiento, que te van a derivar de inmediato a un psicólogo especializado para que te enseñe cómo vivir con esta enfermedad"-; y en tercer lugar la educación, en cuanto a enseñar "a las personas en cuanto a las enfermedades, de que no se van a morir, que hay chances".
Ayudar a otras mujeres
"Yo quiero vivir una vida normal, porque tampoco quiero vivir una vida que giren en torno al cáncer", asegura, acotando que "quiero ser más que un diagnóstico, no quiero que sea algo que me defina".
Por eso, no dejó de estudiar, y durante la pandemia terminó su último año de derecho y realizó la práctica en modo online, lo que le permitió seguir, al mismo tiempo, con su tratamiento.
Esto no significa que no sea importante, y en ese sentido, dice que le gustaría "visibilizar lo que yo veo como paciente y las cosas que no están bien en el sistema público", y apoyar a las mujeres sobre en qué parámetros moverse para poder usar el sistema, que de por sí trabaja desde la carencia, a través de su profesión.
Y da un ejemplo: "Hay muchas mujeres que el Comité de Drogas de Alto Costo no les aceptan los tratamientos, porque son muy caros y terminan poniendo recursos de protección porque no se les está garantizando su derecho a la salud". Por el momento, estudia para dar su examen. 2
Flor Arbulú Aguilera
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