Como todo un éxito puede calificarse el cierre de la Teletón 2023 en Viña del Mar, el cual por primera vez en sus 45 años se llevó a cabo fuera de Santiago, específicamente en el maravilloso escenario que presentó antenoche la Quinta Vergara.

Más allá del obvio gesto descentralizador que esto representa, se puede colegir también un trabajo serio y comprometido por parte de la alcaldesa Macarena Ripamonti y su equipo para poner a disposición de la organización y del eterno Mario Kreutzberger la casa para el broche dorado de otra entrañable jornada de solidaridad con niños, jóvenes y adultos en situación de discapacidad. Junto a ello, también destaca el anuncio del Presidente Gabriel Boric del pronto inicio de obras del nuevo hospital de la Teletón en la Avenida Francia, Valparaíso, que irá en reemplazo del actual ubicado en calle Yungay con la misma arteria y que ya parece haber cumplido su ciclo tras haber sido inaugurado en 1982 para atender a pacientes de la región de Valparaíso y parte de la de Coquimbo.

El nuevo Instituto contará con una inversión de más de 20 mil millones de pesos, con cinco mil metros cuadrados de construcción y, a diferencia del actual, estará fuera de la zona inundable de la ciudad. Qué gratificante es ver a todas las autoridades, rostros de TV, deportistas y colaboradores mezclados con vecinos y gente común en pos de un sueño y una ilusión colectiva, algo que tanto le falta al país y en especial a esta Región.

Volviendo a los viñamarinos, vayan todas las congratulaciones posibles para ellos y su municipio, ente que supo evolucionar y dejar de lado antiguos prejuicios que alguna vez alcanzaron hasta al mismo Presidente, para demostrar que, tal como decía Julio Martínez, la Teletón es mucho más que una colecta para juntar dinero. Es, siguiendo con Jotaeme, "un canto a la vida, un canto a la dicha y un canto al amor".

A nadie que visite nuestra ciudad este 2023 le cabrá duda de que está en un estado calamitoso, con grandes sectores deshabitados, comercios destruidos, un puerto de carga en crisis, bandas criminales, muchas familias viviendo en asentamientos irregulares, tomas de terreno, etc. Lo bueno de llegar al fondo en estos puntos es que se abren infinitas oportunidades para surgir cual ave fénix, para pensar y planificar el Valparaíso de la tercera década del siglo XXI.

Valparaíso ya es casi una comuna conurbada con Santiago, ya está conurbada con las ciudades cercanas hasta La Calera siguiendo la línea del tren y hasta Papudo siguiendo la costa norte. Diez millones de habitantes viven en esa megápolis Región Metropolitana-Valparaíso en plena conurbación, casi en un cuadrado territorial de cordillera a mar de 100 x 100 kilómetros. Es allí, en esa relación, donde debe pensarse la comuna del futuro, una comuna más bien pequeña, hoy con 300.000 habitantes, situada en una cuenca cónica que sube desde cero hasta 300 metros sobre el nivel del mar. Una que siempre ha sido atractiva para vivir, con buen clima, buen aire y vista al mar.

El asunto de fondo de esta columna es imaginar cuál es el papel de la comuna en la gran megápolis bien conectada, megápolis que avanza, sin lugar a dudas.

Valparaíso tiene muchos desafíos de conectividad dentro de la comuna y con comunas aledañas. El metro regional debiese en diez años cubrir Valparaíso-La Calera y Valparaíso-Reñaca-Concón-Quintero. Valparaíso necesita de un buen tren que una el Puerto con el tren longitudinal chileno y con la red de Argentina. Bajaría notablemente el ineficiente tránsito de camiones y le daría un factor competitivo al puerto de carga, al puerto pesquero y al puerto turístico.

Curiosamente, el Gran Valparaíso, en pleno siglo XXI, no tiene aeropuerto comercial, sólo una pista aeronaval que no sirve para grandes aviones de pasajeros. En la era de los drones, los aerotaxis eléctricos, la ciudad no está preparada para los vuelos comerciales civiles. Debiese haber zonas especiales habilitadas para ello. Siguiendo el ejemplo de Medellín, Colombia, a Valparaíso también le falta un sistema de funiculares que una el Almendral con todos los cerros, con centros cívicos culturales en sus bases.

Otro caso de resiliencia y actividad constante es la educación superior en la comuna, con cuatro universidades públicas de gran prestigio nacional e internacional, cuyas casas centrales están en la comuna, más centros de formación técnica públicos y privados, lo que confirma el eslogan de "Valparaíso ciudad universitaria".

También Valparaíso puede recuperar su carácter patrimonial, desarrollar el turismo de cruceros, ser el puerto pesquero de la zona central, desarrollar deportes náuticos, ser la capital de la poesía, la capital de la música, de las artes. La enumeración puede ser mayor e indica las oportunidades de la ciudad para resurgir de su última caída, el estallido social, más la pandemia, con derrumbes e incendios de por medio.