LOS MARTES DE DON DEMETRIO
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
Todavía tenemos en la mente los estragos que produjo en nuestra vida diaria la maldita peste del covid que nos enviaron los chinos y que se esparció en forma dramática por todo el mundo, recordándonos lo leído sobre los daños que causaban en la antigua Europa la peste negra y otras. No imaginábamos que habiendo llegado a la luna y teniendo toda la cantidad de medicinas creadas no íbamos a ser capaces de contener un ataque como ese. Sufrimos mucho y por desgracia aquella fue la causante que seres cercanos y queridos dejaran esta vida. Fue una epidemia universal atroz.
En el último tiempo los chilenos, con nuestra habitual imaginación, nos hemos arreglado para crear una peste local, que no traspasa nuestras fronteras, que no llena los hospitales y que por suerte no mata, pero que sí afecta nuestra vida diaria desde hace tiempo. Me refiero a lo que he llamado "constitucionalitis aguda".
Nuestra preocupación primordial es desde hace tiempo tener una nueva Constitución Política y en el evento que no logremos, se nos dice: Chile podría estallar por los cuatro costados. Todas las noches, desde hace meses, prendemos la televisión para ver los noticiarios donde sesudos intelectuales y muy profesionales periodistas nos informan sobre el tema, con el resultado que cada día nos levantamos más desorientados de lo que nos habíamos acostado. Algunos nos hablan que habrá cobertura social para todos (claro que nadie dice de dónde saldrá la plata), otros acusan a ciertos personeros que lo único que desean es elevar a nivel constitucional intereses propios o que buscan cercenar derechos adquiridos. Lo más "rentable" parece presentarse como feminista. Adicionalmente, para dificultar más el tema se nos habla que hay que reformar la Constitución de 1925, mientras otros nos dicen que la que hay que enmendar es la de Pinochet y no falta el que corrige todo y apunta a una Constitución de Lagos. Y ahí estamos. Entre Coquimbo y Los Vilos.
He tratado de identificar cuándo se inició esta epidemia. He resuelto, para escapar a críticas, determinar como fecha del contagio inicial el mentado "estallido social" que se produjo en octubre del 2019, cuando se incrementó la tarifa de la movilización colectiva en $30. Para ser justo, hay que reconocer que existen "especialistas" que indican que no son $30, sino 30 años, lo que complica algo más el cuadro general de esta pandemia, pues se apunta con ello a los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia. Se incrementa así en forma sustantiva el universo de la población generadora de la enfermedad. "Expertos" indican que la explosión social de octubre fue espontánea, es decir, una reacción natural de los postergados por la sociedad. En otras palabras, desde un punto de vista médico, esta peste se habría contagiado hace mucho tiempo y se habría desarrollado dentro del cuerpo de Chile sin que nos diéramos cuenta de su gravedad.
La verdad es que el tema que deseo desarrollar se refiere a la Constitución, pero no puedo dejar de hacer un aro en este último punto. Lo acaecido en octubre fue realmente grave y se produjeron víctimas fatales y daños inmensos a personas y a propiedades. Como creyente imagino que la Virgen del Carmen junto al Padre Hurtado evitaron que el asunto fuera más allá. Personalmente, pienso que el tema tiene una explicación que no se desea explorar a fin de evitar mayores diferencias entre quienes dicen querer llegar al mentado acuerdo. Hay que tener presente que se quemaron al menos 19 estaciones del Metro de Santiago, destruyéndolas totalmente y siguiendo para ello el mismo método. Por otra parte, esa misma noche se prendió fuego a una plataforma externa de madera que había en el edificio de Chilectra, inmueble que en uno de sus pisos albergaba los controles de electricidad para todo el país. Es decir, si se quemaba aquello, Chile entero se quedaba a oscuras. Poco después un camión tolva (lo vi en TV) en plenos desórdenes depositó una camionada de piedras en la misma plaza Baquedano a fin de proveer de "municiones" a los manifestantes. Hubo otros hechos de similares características sobre los cuales sería largo referirse. Pero algunos dicen que todo esto fue "espontáneo", que fue la reacción de un pueblo "cansado de tanto abuso". Curiosamente, dos días después se produjo en el mismo lugar la más grande concentración de personas de que tiene memoria el país con la consigna de hacer presente a las autoridades que Chile necesitaba reformas, pero en esta ocasión no se quemó nada ni a nadie. No hubo fábrica de bombas molotov u otras armas similares. Esta diferencia de conducta de la gente y la negación de que en la primera no hubo nadie detrás, me hace recordar aquella antigua expresión que señala "si tiene cola, relincha y corre en el hipódromo, eso tiene que ser caballo". Si el entonces presidente del Partido Comunista ya fallecido (espero que Dios lo haya recibido en la misma nube en que dio acogida a Marx, Lenin y Stalin) declaró dos días después del estallido social al diario El Mercurio de Santiago que la única solución a la manifestación violenta del pueblo era la renuncia del Presidente de la República, me huele un tanto extraña la espontaneidad a que alude sobre esos días el PC.
Pero vamos a lo nuestro. Después de los hechos de octubre se produce un acuerdo nacional entre la gran mayoría de los partidos políticos (no estaban todos) para buscar un entendimiento de gobernabilidad. Entre los puntos acordados estaba que el país eligiera la alternativa de seleccionar una Asamblea Constituyente que se ocupara de proponer al país una nueva Constitución Política. La "constitucionalitis" en ese momento se expone fuera del cuerpo. Si se acordaba aquello, algunos empezamos a pensar cómo sería esa Convención, qué orientación tendría el texto a proponer, ¿se inclinaría por un sistema presidencial o por uno parlamentario?, cuántos años duraría el periodo presidencial, etc. Se concretó al final la idea que chilenos y chilenas tendríamos la responsabilidad de elegir vía elección popular a un grupo muy seleccionado y exclusivo de compatriotas que nos propondría una nueva Constitución Política.