Pocos se dieron cuenta, pero la de ayer fue una jornada que estuvo llena de visiones sobre el futuro de la Región. En hitos paralelos, autoridades de distintas reparticiones, académicos y consejos de expertos instalaron nuevas carreteras, terminales portuarios, vías férreas, estaciones, corredores comerciales y teleféricos sobre un mapa teórico del Valparaíso de las próximas décadas. El día partió temprano, con el recorrido preparado por el Ministerio de Transportes para exponer los avances del tren Valparaíso-Santiago, cuya mayor novedad fue que en los próximos meses adjudicará un estudio que se plantea como clave para la iniciativa. En paralelo, especialistas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y el Consejo de Políticas Públicas (CPI) hicieron una prospección sobre el llamado Corredor Bioceánico Central, planteando que es un desafío logístico que debe emprender la Región antes de 2055. A todos ellos, el seremi de Transportes sumó la priorización del Teleférico de Valparaíso, que unirá el plan de la ciudad y algunos cerros, lo que significa la ejecución de un estudio de factibilidad técnica por $1.200 millones durante el próximo año.

Si todos esos proyectos y propuestas se cumplen sin dilación ni obstáculos, será la materialización de antiguos anhelos ciudadanos y empresariales, y habría razones para mirar con optimismo el futuro de una zona que tiene tantas iniciativas de inversión con freno de mano. Sin embargo, las señales del presente regional -alta cesantía, descoordinación entre autoridades y dificultades de financiamiento- ponen una cuota de escepticismo importante y agregan incertidumbre a todos los procesos en desarrollo. Es misión de las autoridades en ejercicio dar solución eficiente a los graves problemas que aquejan a los vecinos de la Región; sólo entonces las proyecciones podrán adquirir una consistencia más cercana a la realidad.

Hace unos días, el denominado Comité de Expertos del Pacto Fiscal, encabezado por Manuel Marfán e integrado por los economistas José Pablo Arrellano, Ignacio Briones, José de Gregorio, Andrea Repetto, Andrea Tokman y Rodrigo Vergara, entregó su informe que se focalizó en dos ejes: calcular el efecto de la expansión de la economía en la recaudación fiscal y determinar cuánto podrían aumentar esa recaudación las medidas de procrecimiento ya conocidas. En el primer eje se estimó que por cada punto de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se genera un aporte fiscal neto de US$ 570 millones, monto significativamente menor a otras estimaciones anteriores. El segundo eje, que se entregará en los próximos días, relacionado con la recaudación proyectada en el pacto fiscal, sería del 2,7% del PIB y una parte de esa recaudación provendría del mayor crecimiento. Otro dato relevante conocido la semana pasada fue la percepción sobre la economía nacional que reflejó la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), donde el 53% percibe que la economía está estancada y un 34% cree que está en decadencia.

El informe del Comité de Expertos reitera una certidumbre técnica sobre la relevancia de recuperar el crecimiento de nuestra economía nacional y regional. En este plano, es relevante reseñar que la tasa de crecimiento del PIB per cápita en la última década fue a nivel nacional de un 0,83% y a nivel regional de sólo un 0,13% entre los años 2013-2022. En otras palabras, la percepción registrada por la Encuesta CEP tiene pleno asidero en los datos de la trayectoria de la economía nacional y particularmente de nuestra economía regional, que tenía al 2022 una participación de un 8,2%, mientras que en el año 1990 era de un 10,8%.

Revisando algunos artículos que publiqué el año 2010, en el marco de los 200 años de nuestro aniversario patrio, recordé que hace más de quince años que el país dejó de debatir un tópico que el expresidente Lagos Escobar planteó con vehemencia y rigor de "cuán cerca o lejos estábamos del umbral del desarrollo". Desafortunadamente, hemos crecido relativamente poco y nos hemos ido alejando persistente y gradualmente al desarrollo, y hoy ni siquiera es tema de agenda pública.

Un último dato para reseñar esta dramática tendencia: en 2010 pensábamos que al 2022 se debería alcanzar una meta de 25.000 dólares, equivalentes a economías como Portugal o República Checa. Para ello necesitamos "crecer sostenidamente al 5,0% anual y enfatizar estratégicamente un salto en capital humano, una inflexión en innovación, en profundizar el emprendimiento innovador y reducir las brechas de productividad respecto a las mejores prácticas". En este contexto, qué nos dice el listado del Banco Mundial para el 2022, que Chile está en el lugar 60, con un PIB per cápita de 15.355 dólares, muy cerca de la media del mundo, pero lejos del umbral del desarrollo. Finalmente, parafraseando al destacado economista Dani Rodrik, profesor de Política Económica Internacional en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy y de la Universidad de Harvard, Chile tendría que recuperar una "mentalidad de desarrollo" que quedó olvidada hace más de una década.