"Es un gabinete de curiosidades sobre nuestra idiosincrasia"
El libro recoge información poco conocida sobre hitos que van desde la piocha de O'Higgins hasta la piscola, sin excluir a Condorito, la marraqueta ni el Super 8.
"Casi nadie lo conoce como el discóbolo del Estadio Nacional, pero casi todos sabemos que ahí venden el clásico sánguche de potito y hemos fijado como punto de encuentro el 'Pilucho'. Esta estatua de aleación metálica fue donada por el Gobierno griego a Chile en 1958, razón por la cual en 1962, justo para el Mundial de Fútbol, se le dio el nombre del país a la avenida donde encontramos a este desnudo deportista".
El Pilucho del Estado Nacional es sólo uno del medio centenar de hitos nacionales que describe Catálogo Chilensis (Editorial Hueders), de Ángeles Quinteros e ilustrado por José Benmayor, que recoge en forma amena y precisa información poco difundida sobre el patrimonio tanto material como inmaterial de Chile.
En sus páginas se dan la mano desde el tostador chileno hasta la piocha de O'Higgins, el auto Yagán y Condorito, el jabón Popeye y la escultura Sentados frente al mar de Puerto Montt, sin excluir la marraqueta -aquí pan batido- ni el Pasaje Bavestrello de Valparaíso inmortalizado en la icónica foto de Sergio Larraín.
Caminos propios
Su autora estudió Derecho, Literatura Hispanoamericana, un máster en Edición de libros en la Universidad Diego Portales-Pompeu Fabra, así como y un máster en Literatura Infantil y Juvenil en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Ha sido antologadora de obras infantiles y juveniles, y profesora de posgrado de Literatura infantil y de Edición de libros. Asimismo, trabajó como editora en Aguilar, Alfaguara Infantil, Planeta y Contrapunto, y ha publicado otros siete libros, uno en coautoría.
Ángeles define Catálogo Chilensis como "un gabinete de curiosidades sobre nuestra idiosincrasia y locura" y cuenta que al comienzo quería hacer un libro sobre "Chile en 100 objetos", pero la investigación la fue llevando por otros caminos y el libro fue cambiando de cuerpo, "pues había muchos elementos que no cabían en la categoría de objetos pero que me parecía importante incluir. El límite del número al final lo puso el tiempo disponible que tuve para dedicarle al proyecto".
Ardua investigación
No fue sencillo seleccionar y recopilar la información acerca de cada uno de estos hitos. Partió haciendo la lista de forma paulatina y paralela a otros proyectos en 2018. "La mayor dificultad en este tipo de libros que requieren de bastante investigación es encontrar el tiempo, pues nadie te paga por hacerlo, razón por la cual es tan importante la existencia de los fondos del libro, que te dan un espacio para escribir tranquila, sin preocuparte por no estar 'produciendo' económicamente".
La lista inicial era de alrededor de 300 elementos, pero la selección tuvo que ser implacable, por lo cual muchos resultaron excluidos. "Me hubiese gustado poner más artesanía y gastronomía, pero excederme en eso podría haber afectado la diversidad que quería ver reflejada en el libro", dice.
Pero no deja de admitir que "sería lindo hacer un segundo tomo con algunos de los que quedaron fuera y además con la participación de la gente".
A la hora de inclinarse por uno de los hitos incluidos en el libro, no duda en elegir el cartel de neón de la champaña Valdivieso, ubicado en la azotea del edificio de General Bustamante N° 96, en Providencia. "Cuando era chica siempre me llamó la atención y me quedaba pegada mirándolo. Es sencillo, bello, tan chileno y amo su frase '¿y hoy, por qué no?'. Creo que esa frase tenemos que repetírnosla más en la vida".
Respecto del trabajo colaborativo con José Benmayor, la escritora piensa que las ilustraciones que él creó para Catálogo Chilensis "tienen la gran gracia de retratar un espíritu local de manera precisa, nostálgica y cariñosa, cada imagen del libro dan ganas de tocarla o de pegarla en tu pared".
Literatura infantil
Dedicada de lleno a proyectos destinados a la niñez y la adolescencia, para ella "un libro infantil es algo poderoso, pues llega a las manos de personas cuya curiosidad y asombro están a tope y cuyo desprejuicio permite una lectura riquísima".
Dice que también le gusta "la libertad que se da en la literatura infantil, donde hay mayor cabida al absurdo, a las dobles lecturas y a lo que a mí me parece esencial: el ritmo, la precisión al escoger tu paleta de palabras y la concisión".
¿Los niños y adolescentes, que hoy están inmersos en el mundo audiovisual, son o siguen siendo buenos lectores? La autora cree que ha cambiado el cómo y el qué se lee, "pero lectores y lectoras sigue habiendo y tienen sus gustos claros y diversos".
Subraya que quizá ya no lean lo que los adultos quisieran y lo hagan de forma más más fragmentada y simultánea, al contrario de la lectura lineal a la cual estamos acostumbrados. "Lo más preocupante no es eso, sino lo poco acostumbrados que están a los arcos dramáticos de las historias; también veo una tremenda falta de estructura, de personajes bien desarrollados y argumentos consistentes. Algunos piensan todavía que las y los niños son seres acríticos y sin gusto alguno".
Finalmente, sobre cuál es su proyecto más querido, la autora se remonta a su primera publicación. "El primer libro siempre es algo así como un milagro, sobre todo porque lo escribí sin ninguna intención de publicarlo en un taller con María José Ferrada en 2012 y que salió a la luz porque Ángeles Vargas me lo pidió para ilustrarlo. Y ese texto finalmente terminó siendo un libro precioso que se publicó también en España y que ganó un par de premios, todo de manera súper inesperada, sin buscarlo". 2
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl