LA PELOTA NO SE MANCHA Un cuento de Navidad
POR WINSTON POR WINSTON
Estimado Reinaldo Ebenezer Scrooge: esta noche estoy aquí para advertirte que aún te queda una oportunidad para escapar de las apretadas cadenas que hoy impiden levantarme. Una oportunidad, una esperanza que yo te he conseguido. Vas a ser hechizado por tres espíritus. Sin esas visitas no tendrás esperanzas de evitar un destino como el mío.
El primero será el de las navidades pasadas. Te mostrará cómo fue la noche del 24 de diciembre del 2001. Recordarás que tú estabas celebrando con tu familia, pero mientras todos brindaban, tú pensabas cómo buscar un reemplazo barato que supliera a "Peineta". Miles de porteños, en distintas partes del mundo, volvieron a sentir el orgullo de lucir los colores del campeón, izar una bandera verde y hacer un S-A-N después del brindis de las 24:00. Esa noche, el regalo que más se abrió fue el de aquellas camisetas con verde y blanco con la que se dio la vuelta olímpica en el Estadio Nacional.
El segundo fantasma que te visitará será el de las navidades presentes. Ahí verás a un padre desconsolado por la derrota a penales del domingo 10 de diciembre, uno que quiso alegrar a su hijo comprándole de regalo de navidad la camiseta del 2024, pero se encontró con un diseño horrible y lo peor, impagable: más de $50.000 pesos. Ese era el presupuesto que tenía para todos los presentes de este año. El pequeño Tito, con solo ver la cara de su papá al llegar a casa, sabrá que no va a tener el regalo que quería; sin embargo, en el rezo antes de la cena pedirá por cada uno de sus amigos, en especial por su equipo, por haber dado el mejor esfuerzo. También pedirá por su dueño, Don Reinaldo, para que tenga una feliz navidad, pues pese a todo lo malo que dicen de él, que es un empresario egoísta, mezquino y cascarrabias, a él hay que agradecerle el último campeonato.
El tercero será el de las navidades futuras. Irá vestido en un ropaje de profunda negrura que le ocultará la cabeza, el rostro y las formas, solo verás tu mano y te llevará a mostrarte cosas que no han sucedido y que, si no haces algo, podrán suceder. Ahí verás al equipo condenado a pelear por un lugar en primera, sin jamás poder ascender. A los hinchas divididos y frustrados. El estadio vacío, suspendido por acciones violentas de algunos delincuentes, y a un grupo de inversores extranjeros esperando ansiosos a que te aburras. Son animales carroñeros, solo interesados en hacer negocios con la marca, triangular jugadores y blanquear dinero mal habido. Una vez que lleguen, no habrá formas de sacarlos. ¿Y el pequeño Tito? Ya no le gustará Wanderers, sino Colo Colo, sus amigos ya no se reirán de él, los partidos de la B serán algo del pasado y sus idas a Playa Ancha con su padre, solo un recuerdo lejano, muy lejano.
Todo esto puede cambiar, obviamente. No me gusta meterme en el bolsillo de los otros, pero si alguien asume la responsabilidad de hacerse cargo de un club debe hacerlo no sólo por cumplir. Ha llegado el momento de cambiar la historia y pensar en grande. Pocas veces un torneo ha estado tan regalado como en los últimos años. Wanderers puede ser como esos remolcadores que vemos en el puerto y sacar a Valparaíso del marasmo en el que está. El espíritu de la Navidad puede cambiar y hacer nuevas todas las cosas.
¡Que Dios nos bendiga a todos y a cada uno de nosotros!