LOS MARTES DE DON DEMETRIO Después del plebiscito
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
Han pasado ya varios días desde que los chilenos fuimos a las urnas para participar en el plebiscito a que fuimos convocados para pronunciarnos sobre el proyecto de Constitución Política acordado por el Consejo creado para elaborar un texto. Lógicamente continúan los comentarios, claro que con poca intensidad y escaso interés. Pero no está demás cavilar sobre ciertos hechos realmente acaecidos, otros inventados y por último algunos imaginados. El tema da para todo. Quizás esta mezcla de pensamientos sirva para darnos cuenta de ciertas circunstancias que rodearon a esa consulta popular y para sacar la mente de lo cotidiano que se nos presenta cada día por la prensa escrita, hablada o de visión. No pretendo aburrir a los lectores con un sesudo análisis de las consecuencias políticas practicas del evento en mención.
Me narran, no me consta que sea cierto, que tres días después de la votación estaban reunidos en la sede del Partido Republicano en Santiago un grupo de personeros jóvenes, quienes con inquietud analizaban lo recién acaecido. Había variadas visiones para explicar lo que estimaban había sido un fracaso. La conversación era alturada, sin levantar la voz y muy abierta. En un instante ingresó a dicho encuentro un joven personero conocido por todos quien venía en estado casi de excitación. Se unió al grupo. El recién llegado con cara de haber descubierto un tesoro les narró: "Acabo de encontrar en una librería un libro muy interesante que da ciertas orientaciones políticas que creo debemos introducir en nuestras deliberaciones. Es una edición antigua y está en un estado regular de conservación. Además, pese a lo añejo que resulta el original y lo histórico de su autor, estimo que nos podría servir como un elemento a considerar en nuestras discusiones sobre la manera en que enfrentaremos el futuro. El libro se llama El Príncipe y su autor es un italiano nacido en Florencia en 1469, cuyo nombre es Nicolás de Bernardo de Maquiavelo. No lo he terminado de leer, pero hasta donde voy este tipo plantea una tesis que estimo debemos de tener en mente. Señala este florentino que la moral y la política son cosas distintas. No es que la política sea inmoral o la moral no tenga nada que ver con la política. No. El cavila que son cosas diferentes y que la mezcla de ambas lleva a veces a adoptar posiciones extremas que dañan el tramado de la idea fuerza que se pretende conseguir", finalizó. A todo esto los que estaban en el lugar seguían con mucho interés la narración del recién llegado. Al final se comprometieron a leerlo para días después juntarse a discutir sus ideas. De acuerdo a lo que se me indica dicho encuentro todavía no se ha producido. Cuando se lleve a cabo, les cuento.
Por otra parte, el acto cívico que nos ocupa nos ha llevado a ser noticia en todos los países del mundo pues hemos obtenido un récord mundial. La historia nos demuestra la pobreza que tenemos los chilenos para aparecer como campeones mundiales absolutos en algún área del quehacer humano, sea este la ciencia, el deporte, las artes u otro. Que yo recuerde los chilenos tenemos un solo récord mundial absoluto, el que no se ha podido superar por muchos años. Es el de salto alto en equitación. En efecto, en febrero de 1949 en el antiguo Regimiento Coraceros que estaba sito al final de la Avenida Libertad en Viña del Mar, el capitán del Ejército de Chile Alberto Larraguibel pasó en su caballo Huaso la altura de 2.47 metros. O sea, ese récord lleva 74 años vigente y nadie lo ha podido emular y menos superar. Los especialistas indican que ello será muy difícil de conseguir. Pero ahora, Chile pasará a tener otro récord mundial difícil también de sobrepasar. No hay ningún país en el mundo que en un plazo inferior a dos años haya sido capaz de rechazar por votación popular dos proyectos de Constitución Política. Pienso que será casi imposible que nos igualen. Es que los chilenos somos únicos. Ahora, la verdad es que, por lo menos a mí, me hace sentirme más orgulloso la hazaña del Capital Larraguibel que esta nueva marca mundial. Pero bueno, dentro de todo ganamos un nuevo lugar especial en la lista de récords mundiales.
En otro orden de materias, un amigo bien informado me da cuenta que en relación al plebiscito acaeció algo muy especial en el cielo, lo que yo creo absolutamente posible. Debo confesar que soy católico y que lo he sido toda mi vida. Pero en cuanto al destino de nuestra alma tengo una divergencia seria con lo que me enseña el catecismo. Yo creo firmemente que el amor de Dios Padre por nosotros los seres humanos es tan infinitivamente grande, que es imposible que alguien se haya ido o se vaya ir en el futuro al infierno. Creo firmemente que al final todos nos encontraremos en el cielo, claro que es factible que allí la distancia del lugar preciso donde está sentado el Padre sea diferente. Ello seguramente dependerá de cómo nos hemos comportado en la vida terrena. Es más, creo tanto en ese amor divino que incluso tengo dudas que el asesino más grande de la historia, Judas, quien tuvo la osadía de vender al hijo de Dios, esté en el infierno. Pienso que posiblemente debe caminar por las calles del paraíso un poco achunchado, pero debe andar por allí.
Este amigo me indica que en un día de sol precioso iba caminando por una de las Avenidas celestiales Augusto Pinochet. De improviso se cruzó con Luis Corvalán Lepe, quien en vida fue por muchos años jefe absoluto del Partido Comunista de Chile. En el cielo, me agrega este amigo bien informado, todos son compinches y miran lo acaecido en la vida terrena como un asunto anecdótico. Entre ambos personeros, al parecer, se ha ido desarrollando una especie de amistad dada la circunstancia que en su existencia terrenal en Chile vivieron más a menos la misma época. Corvalán saludó a Pinochet "Buenos días General. Gusto de verlo. Qué lindo día el de hoy", a lo que el General respondió "Buenos días don Lucho. La verdad es que el clima aquí es estupendo y uno puede gozar a cabalidad. Pero pienso que el mayor lujo que se tiene en el cielo es que es un sitio sin reuniones. No hay que estar sujeto a horarios. A propósito don Lucho, deseaba hablar con Ud. un tema acaecido allá en la tierra que me ha parecido interesante y que debo agradecérselo". Corvalán lo miró con una cara un tanto sorprendida y le respondió "¿De qué se trata General?". Ante ello Pinochet con cara de complacencia le agregó: " ¿Se acuerda don Lucho que por años Ud. y sus amigos predicaron por el mundo que Chile era una verdadera vergüenza universal al estar regido por la Constitución Política que yo como Dictador había implantado en 1980?. Pues bien, los chilenos han sometido a votación popular si desean regirse por un nuevo texto elaborado por unos señores que se dicen expertos o por el mío. Resulta que sus camaradas han trabajado arduamente para que se rechace esa nueva proposición y que se decida que la Constitución mía es la mejor. O sea, han democratizado mí Constitución. La verdad, mi querido don Lucho, es que para mi es un agrado grande verificar eso y pienso que desde aquí Ud. debe haber inspirado a sus obedientes seguidores para que hicieran realidad esto que hasta hace muy poco aparecía como imposible." Corvalán, me señala mi amigo, miró a su interlocutor con una cara algo sorprendida y le respondió: "Bueno General, las cosas cambian. Ya veremos como caminan ahora mis niños allá en la tierra y como lo hacen los suyos, claro que a Ud. le quedan pocos", bromeó don Lucho. "Gusto de verlo y dele mis saludos a la señora Lucía" finalizó el ex líder comunista. Ambos continuaron con su grato paseo matinal por las calles del cielo.
Estimo que aunque ahora los políticos ya están hablando de elecciones para concejales y los "caballos" ya se están alineando en el partidor para los eventos parlamentario y presidencial, con el tiempo irán saliendo nuevos comentarios - terrestres o celestiales - sobre lo acaecido en el plebiscito recién pasado.