El cambio que se proyecta en El Salto
La Corporación de Adelanto del sector hizo una propuesta urbana de futuro, que apuesta a una transformación radical del lugar.
En una movida audaz para los tiempos que corren y el historial que han tenido iniciativas similares, la Corporación de Adelanto del Barrio Industrial de El Salto sumó esfuerzos con el Distrito de Innovación V21 y la Universidad de Viña del Mar para delinear el futuro urbanístico de esa zona de la ciudad, históricamente delimitada por cerros, el gran parque del Jardín Botánico, las carreteras que se intersectan en dicho punto y dos hileras de cuadras con fuerte actividad fabril separadas por la línea férrea. La transformación de un barrio puede demorar pocos años, como ocurrió con el polo residencial de 14 y 15 Norte, hoy casi irreconocible debido a la instalación de grandes centros comerciales, o décadas, como pasó en Viña Oriente, pero en ambos casos el proceso requiere del empuje del sector privado y autoridades capaces de orientar las oportunidades con sentido de futuro, sin claudicar en su rol de resguardo de los bienes públicos involucrados. Aunque suene ingenuo, la ciudad se construye entre muchos, no entre pocos.
Tampoco sirve demasiado apurar etapas. La transformación de El Salto partió a fines de la década pasada, cuando varias plantas asociadas a procesos contaminantes se trasladaron a otros puntos de la Región y dejaron espacio para el surgimiento de un nuevo polo de desarrollo en Viña del Mar. La apuesta por la innovación, con la instalación del V21, y la construcción de varias torres de edificio que hoy acogen oficinas de distintas empresas y servicios, fueron decisiones estratégicas que están reconfigurando los espacios y las vocaciones productivas del sector.
El paso que sigue, presentado esta semana, considera la instalación de nuevas viviendas, áreas verdes y vías de conexión, además del equipamiento necesario -supermercados, restaurantes, cafés, estaciones de servicio, hasta un tranvía- para que El Salto tenga una vida propia más allá de las oficinas. Como bien pueden testimoniar otras iniciativas -Las Salinas sería el caso paradigmático-, esta es la etapa más compleja de implementar, porque su desarrollo integral implica modificaciones a los usos de suelo y cambios a la norma urbana vigente, con todo lo farragoso que dichos procesos, necesarios por cierto, implican.