Valeria Barahona

Una edición de tapa dura en blanco y rosado, mezcla de libro de artista como para poner en la mesa de centro, pero con un trasfondo más oscuro que se muestra a través de afirmaciones del tipo "después de mi muerte /quedarán mis muelas", el artista visual y productor del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Javier Mansilla, publicó "Poemas dentales", vía Lecturas Ediciones, en que da cuenta de un recorrido que comenzó alrededor de 2014 en torno a su dentadura, así como la de su familia y el trabajo de los odontólogos visto desde las imágenes y las letras.

- ¿Cómo parte tu necesidad de ir coleccionando desechos biológicos como dientes o uñas?

- Históricamente he sentido placer en masticar cosas. Perdí a mi mamá siendo muy chico, falleció cuando yo tenía ocho años y era muy apegado a ella. Por ahí he podido, quizás, desenredar algo de toda esta obsesión, que responde un poco a eso. Pero masticar estos plastiquitos (como el tubo interior de un lápiz pasta) siempre lo hice, y mis amigos me preguntaban por qué. Cuando entré a estudiar arte, uno de los primeros trabajos que hice para escultura fue recolectar un montón de partes de tapas de bebida, morderlas y presentar así una acumulación: siempre fue algo que me parecía muy mío.

- ¿Los chicles que usas en tus esculturas los masticaste? Si es así, en el futuro podríamos tomar tu ADN y clonarte.

- Los compré y los mastiqué, claro (ríe). También soy muy observador, miraba mis dientes inferiores y en un momento me puse a tocar en una banda de rock, y es como una constante que todos los vocalistas tienen los dientes chuecos, como Tom York (Radiohead) o Freddie Mercury (Queen), que no quiso hacerse la ortodoncia porque pensaba que podía tener problemas (de vocalización).

- ¿Cómo fue el paso de los objetos a la poesía?

- Tomé un taller de escritura con Matías Correa ("Geografía de lo inútil"). Tenía textos muy de adolescente romántico, pero "Poemas dentales" se me armaba súper bien como proyecto, por lo que en el taller comencé a ordenar (…) los primeros veinte poemas dentales y una… (Ríe). Y una tapa azul claro. Pero eran textos súper cortos, anecdóticos. De esos quedaron algunas imágenes que trabajé con Julieta Marchant ("Contra el cliché").

- En tus versos incorporas el vocabulario técnico de los dentistas.

- A tres o cuatro dentistas les mandé 20 preguntas, del tipo 'cómo escogiste tu carrera', 'qué te motivó', 'dónde estudiaste', 'has trabajado en el servicio público', 'encuentras alguna similitud entre tu trabajo y el trabajo artístico', 'cuál es la situación más difícil que has vivido', y también 'por qué es tan caro ir al dentista', por qué no es gratis.

- ¿Por qué es caro?

- Porque el dentista necesita estar con un asistente un técnico, además de un montón de instrumentos y materiales que son caros, los dremels, taladros, pastas. Igual uno de ellos me dijo que ha trabajado siempre en el servicio público porque le interesa. Otra pregunta era cuál es la importancia de su labor y todos respondían que ayudan a la gente en su autoestima, porque hay personas que para reírse se tapan la boca, o cuando llegan dicen "pucha, doctor, perdone, pero tengo la cagada en la boca": hay vergüenza y ellos tienen que ser humildes y no pasarse de la raya, como "no se preocupe, aquí está seguro". También hay una cosa muy íntima, porque mientras trabajan cae saliva, sangre, el olor del aliento.

-¿Pensaste estudiar Odontología?

- Lo he pensado ahora: es alucinante, el cuerpo humano es increíble, pero los dientes, no sé, me parecen una pieza diseñada por Dios, maravillosa (ríe): nos va a pesar el crucifijo para siempre, mis papás se conocieron en el Movimiento Schöenstatt.

- Incluyes una suerte de mapas dentales y en uno de ellos se ve el borde de un hábito religioso.

- Es mi hermana monja, por eso ahí aparece la voluntad de Dios, una única vestidura porque no tiene más ropa, el noviciado. Se vuelve una cuestión media íntima y familiar cuando aparece el árbol genealógico (con dibujos de dentaduras), donde sale mi papá, mi hermano, con marcas de fechas y lugares. Por ejemplo, se repite 1992, año en que muere mi mamá; o viajes, no sé, Málaga, 2020. La intención es que las cosas que te van pasando, vicios, accidentes, afectos, todo puede ser expresado o quedar grabado en los dientes, cómo una rabia te puede hasta quebrar un diente.

En las esculturas luego "se muestra un Universo raro, un poco asqueroso, curioso, chistoso a veces, ambiguo, (pero) bastante claro e insistente en el asunto dental, la mordedura, la presión de la ansiedad", agrega el también exasistente del taller de Norton Maza ("El rapto"), cuyo primer capítulo de su libro se titula "Ansiedad en gramos", con poemas como "Dos meses de uñas mordidas: 2 gramos" o "Varios cuescos de aceitunas de Azapa: 22 gramos".

- En el texto de las aceitunas las voces discuten, comen y no llegan a conclusión.

- Recoger esas cosas, esos restitos, soy un cachurero finalmente. O me tomo un café y, si fue una conversación buena o importante, me quedo con la servilleta como souvenir. Como vengo de las artes visuales, el mundo lo miras de otra forma, lo tangible de los objetos, "esto puede ser algo, tiene una belleza, es una basura horrible, sí, pero, no sé, mírala bien, tiene como dibujitos".

- Tu obra recuerda a "Basuritas", de Cecilia Vicuña.

- Sí, cuando le mostré este trabajo a una curadora me dijo eso, basuritas insignificantes compuestas, combinadas entre sí y que terminan haciendo una escultura mayor. Soy muy sensible a esos materiales chiquititos, pequeños, basura, poco nobles. Cómo la basura se mezcla con la vida, nuestros desechos biológicos con lo orgánico, lo sintético con lo que está hecho por la naturaleza. Por ejemplo, un macetero que adentro tiene una plantita es diseñado por el hombre, pero todo lo que está dentro es orgánico, es naturaleza, esa cosa está también como muy presente en estos trabajos, como reflexión en los "Poemas dentales".

- Dices que la naturaleza se adecúa a lo que construimos, aunque en la pandemia pasó al revés, vimos pumas caminando por la ciudad, u oficinas que se llenaron de moho.

- Cuando pasa eso es hermoso también, porque los animales se toman un espacio que no está diseñado para ellos… Vivimos en armonía con la naturaleza o queda en evidencia una convivencia quizás no muy positiva, un poco triste, como pajaritos que en sus nidos integran hebras de plástico. Mira, tienes una chinita en el hombro.

"Es como una constante que todos los vocalistas tienen los dientes chuecos, como Tom York (Radiohead) o Freddie Mercury (Queen), que no quiso hacerse la ortodoncia".

Una obra del artista visual.