LA PELOTA NO SE MANCHA El regreso de hijo pródigo
POR WINSTON POR WINSTON
La mayoría de ustedes conoce la famosa parábola del hijo pródigo que aparece relatada en la Biblia, en específico, en el evangelio de Lucas. Sin embargo, pocos saben que la palabra pródigo, se relaciona con el verbo latino "prodigare" que significa gastar con profusión o consumir enteramente.
Qué mejor término entonces para referirnos a Arturo Vidal, de quien tanto se ha hablado estos últimos días. El "Rey Arturo", según ha calculado un grupo de economistas chismosos, ha ganado cerca de 80 millones de dólares a lo largo de su paso por los mejores clubes de Europa. Una cifra que resulta inalcanzable para el lector promedio de Winston y, para qué decir, para este humilde servidor.
El problema de Vidal es que, como el hijo pródigo de las Sagradas Escrituras, se habría gastado gran parte de su fortuna y su herencia en vida. No soy quién para decir si lo ha hecho bien o mal. Imposible no recordar a George Best: "Gasté mi fortuna en mujeres, alcohol y coches; pero el resto lo desperdicié". El problema es que cada vez le queda menos; y, esa misma situación parece ser el principal impulso para volver a Colo Colo, el club de sus amores…
La estrategia parece sencilla, pero es bastante elaborada y suele ocurrir cada cierto tiempo. El jugador está por retirarse, sabe que ya no va a llegar a un club de la primera línea, que donde arribe le van a exigir mucho, que debe partir todo un ciclo de nuevo y que siente que ya no está para esos trotes. Por eso, nada como regresar a casa, tal como sucede con la parábola bíblica, pues sólo en su antiguo hogar pueden recibirlo con fiesta y los brazos abiertos.
En el equipo que lo vio nacer, es intocable. En el caso de Vidal, llega a Colo Colo con la titularidad ganada, con el cariño y admiración de los hinchas propios y ajenos. Aquí podrá "encabronarse" en el camarín, poner las reglas al entrenador, negociar los precios y, lo más importante, estar cerca de la familia y los amigos o aquellos que dicen serlo (mientras le dure la plata).
El gran problema de estos jugadores es que juran amar la camiseta, hacen creer a los hinchas que vienen por un par de "chauchas" y los dirigentes y entrenadores quedan atados de manos. Si dijesen la verdad, tendrían que trasparentar lo que nadie quiere oír: que es un sueldo muy alto para un jugador que está acabado o que va a generar conflicto con el entrenador. En ese sentido, habría que decir que a los que regresan, los espera el envidioso hermano antes que el padre misericordioso de la famosa parábola. Por eso, los futbolistas juegan a victimizarse y meten presión a los directivos a más no poder. Detrás está el representante esperando su parte de la torta, pues sabe que lo más seguro es que sea el último trozo. En definitiva, se dice que Vidal no llega por menos de 1.200.000 de dólares por el año, algo así como 90 millones de pesos mensuales, una chorrera de plata para cualquier club chileno.
La pregunta clave es a qué viene Vidal a Colo Colo. Viene en modo "Bruja" Verón a liderar el equipo, sacarlo campeón y luego, quién sabe, ser presidente del club. O viene en modo Iván Zamorano, a jugar relajado, disfrutar con los amigos, concluir su carrera haciendo un show con el árbitro como sucedió en Calama y terminar haciendo comerciales donde se ríe de sí mismo.
Mientras esto sucede en Chile, al otro lado del charco, el talentoso delantero Perišic, finalista de la Copa del mundo de 2018, dejó el Tottenham donde ganaba 190.000 euros a la semana, para recibir sólo 1 euro mensual en el club de su niñez, el desconocido Hajduk Split de Croacia. En fin, distintas formas de ver el mundo.