La dimensión de la catástrofe
Acá existieron errores de forma y de fondo. Hay que atrapar a los supuestos pirómanos, pero también ver quién no hizo su trabajo.
Si hay algo en lo cual podemos convenir es en que las autoridades no supieron dimensionar el calibre de la catástrofe, no tuvieron el máximo de información posible y, obviamente, tampoco transmitieron la gravedad de los hechos a La Moneda. La ministra del Interior, Carolina Tohá, jamás habría tomado la decisión de ordenar una reunión de Cogrid para el día siguiente, como era en un principio, en momentos que decenas de personas estaban muriendo porque no alcanzaron a arrancar de las llamas.
Tampoco la población ni los servicios de emergencia estaban preparados para una eventualidad como ésta. Senapred, con jefe subrogante, recién emitió una alerta SAE a las 18.41 horas y no se envió a las FF.AA. ni a Carabineros a forzar la evacuación. El corte de comunicaciones influyó también decididamente en la amplificación de la tragedia ese viernes por la noche, con las autoridades locales corriendo en círculos como pollos sin cabeza y sin vocerías ni liderazgos definidos (¿quién está a cargo? ¿El gobernador Rodrigo Mundaca? ¿La delegada Sofía González? ¿Los alcaldes? ¿El Jedena Marcelo Muñoz? ¿Conaf?).
La tesis, probada o no, de la intencionalidad y la planificación en el origen del fuego es plausible. Pero ello no implica que las cosas no se hicieron mal desde el primer minuto, con la Fiscalía y la PDI completamente dormidas, dejando los cadáveres al amparo de su suerte y de los perros durante más de 24 horas, algo no visto desde el terremoto de 1906.
Apuntar al complot siempre es una forma de purgar los errores propios y habla más de incompetencia que de otra cosa. Las frases grandilocuentes, las querellas que no llegan a ninguna parte (Jorge Sharp y su abogado Nicolás Guzmán ya llevan siete, con harta publicidad en Instagram, obviamente ninguna ellas cuando delincuentes quemaron la ciudad en octubre de 2019), la arrogancia de decir que nadie los iguala en "tener calle" contrastan con la más absoluta irresponsabilidad de no haber tenido un plan de operaciones, con camiones aljibe, funcionarios municipales y del Gobierno Regional colaborando decididamente en la que quizás sea una de las tragedias más grandes vividas en la Región.
Todo eso no puede ser pasado por alto. No estuvieron.
Dicen que no es la hora de buscar responsables: han muerto más de ciento veinte personas, hay quince mil viviendas destruidas y 40 mil damnificados. Ni siquiera se pusieron de acuerdo para evitar a la población el espanto de levantar los cadáveres de sus familiares y vecinos, o de tener que cuidar ellos mismos sus casas con palos para que no les roben.
¿En serio esperan que les digan que lo están haciendo bien?