RELOJ DE ARENA Victorias y caídas del ministro en campaña
El helicóptero se posa suavemente en una cancha de fútbol de Petorca. Un grupo espera ansioso que las grandes aspas dejen de rotar para acercarse. Son peligrosas y un golpe suele ser fatal.
A bordo el ministro de Defensa, Juan de Dios Carmona, con el título de Ministro en Campaña. Nadie le disputa esa condición extraordinaria, fuera de la formalidad constitucional. Ha sido designado por el Presidente Eduardo Frei Montalva y su función es coordinar la labor de emergencia tras el terremoto de 23 de marzo de 1965.
El epicentro, La Ligua. Las víctimas fatales llegan a 300 y el daño en ciertos lugares no es muy visible, pero las heridas son graves y exigen atención de urgencia. Se habla de "terremoto hipócrita".
En esa tarea está Carmona, un DC experimentado, nortino, que ha sido regidor, alcalde de Antofagasta y diputado. Es un hombre de confianza del Presidente Frei y debe informar con precisión el alcance de los daños. Y el invierno se viene encima.
En un helicóptero del Ejército sobrevuela el área y se detiene en los puntos más afectados de Quillota y el departamento de Petorca. La insistencia periodística me permite embarcar en la aeronave del ministro. El grupo es pequeño y además de la tripulación acompaña a Carmona su edecán, un mayor de Ejército, militar de extraordinaria eficiencia que toma nota y redacta mensajes que el ministro envía directamente a La Moneda. En la mitad de la jornada y casi de la nada, obtiene unos sándwiches para el agotado grupo que dimensiona en terreno la catástrofe.
La demora de siempre
Los afectados, desde autoridades locales hasta ciudadanos comunes y corrientes, se expresan muchas veces con insistencia y son críticos ante la demora de la ayuda. Lo de siempre. El ministro, político experimentado en duras jornadas políticas, acoge los reclamos y no elude el debate.
Es el caso de Petorca, localidad del entonces departamento del mismo nombre. Es un punto casi remoto en algún momento terminal del ramal ferroviario que remataba en Papudo. El ramal, que cruzaba un notable túnel aun existente, ya había muerto. En la plaza un busto recuerda a Manuel Montt Torres, Presidente, nacido ese lejano pueblo. Frente a la plaza un templo de cuyo estado nadie se atreve a opinar. Es mejor, más seguro, orar afuera. Frente a la plaza, la cárcel. El ministro la visita y se sorprende de esa céntrica prisión casi al borde del colapso, con escasos reclusos que, buenas personas, no escapan. Al menos allí tienen rancho seguro en medio de la emergencia.
La misión de Carmona debe haber terminado en un informe con recomendaciones de seguro atinadas. ¿Se habrán acogido?
Lo seguro y conocido es que su designación no fue criticada ni disputada, como es el reciente caso en que se juega el título de "ministro de enlace". La titular de Defensa, Maya Fernández, socialista, solo duró cuatro días con esa responsabilidad. El Presidente de la República la reemplazó por la comunista Camila Vallejo. Afirmó el Jefe de Estado que "se trata de una persona de mi total confianza".
¿Desconfiaba acaso de doña Maya? Se afirma que el PC no quería perder la oportunidad de ganar protagonismo para su "modelito". Además, Boric estaba en deuda con ese partido tras su reconocimiento al fallecido ex Presidente Sebastián Piñera.
En fin, mechoneos propios de un régimen multipartidista, que demuestran las ventajas de la libertad de acción, al menos teórica, que se da en un gobierno de partido único, caso del mandato de Frei Montalva y su DC. Las fisuras en la flecha roja, con letales resultados, irían apareciendo con el tiempo.
Pero esa es otra historia.
El cargo, las funciones y las facultades de "ministro en campaña", no son novedad. En julio de 1879 el Presidente Aníbal Pinto designó a Rafael Sotomayor Baeza como un verdadero zar de las fuerzas de mar y tierra que luchaban en el norte del país. El decreto correspondiente advertía a las autoridades del Ejército y la Armada, además de las judiciales y administrativas de los territorios ocupados, que deberían cumplir "cuantas órdenes y disposiciones impartiera, como si emanasen del Presidente de la República".
Ministro rechazado
Un cheque en blanco que no todos aceptaron, especialmente en la Armada. Sotomayor, un abogado y civil por añadidura, se daba cuenta del rechazo que llegaba hasta conductas absurdas. A bordo de la nave de la escuadra en que viajaba se le cobraban 2 pesos diarios por alojamiento y alimentación. Durante un almuerzo en la cámara de oficiales intentó cortar un trozo de queso, pero un oficial cualquiera le retuvo el brazo afirmando que "el queso es para el almirante".
Sin embargo, Sotomayor soportaba todo e iba ordenando las fuerzas, mejorando las naves y organizando los servicios de transporte y aprovisionamiento del Ejercito para el duro avance y las refriegas en el desierto. Relata Encina en su monumental Historia de Chile que al 30 de julio de 1879 "tenía listos desde el transporte del agua y del forraje hasta el último detalle para un ejército de 10 mil hombres". Con cambios en los mandos, decisiones y rectificaciones de muchas medidas, se fue imponiendo y ganando prestigio. Afrontaba humillaciones en terreno y críticas en el Parlamento y la prensa. Afrontó además problemas sanitarios graves como tercianas y viruela que atacaron a las tropas. Un día, 16 de mayo de 1880, llegó en mula al campamento del Ejército en Yaras, cerca de Tacna, donde continuó su trabajo de organización de las fuerzas.
El día 20 el ambiente de la tropa era optimista, con preparativos para celebrar el 21 de mayo. Relata Encina:
- "Los jefes lo notaron más jovial y alegre que de costumbre, como si quisiera trasmitirles su propia satisfacción por la ruda batalla que acababa de ganar contra el desierto. Se sentó a la mesa; pero después de tomar algunas cucharadas de sopa, se levantó con precipitación, dio algunos pasos y cayó pesadamente, víctima de una congestión cerebral. Se le sangró sin resultado y a los cinco minutos expiraba".
Su muerte impactó a todo el país, especialmente en el mundo castrense que inicialmente lo rechazaba. Su pérdida hizo temer incluso la pérdida de la guerra, pero el edificio que construyó se mantuvo, exitosamente en pie. Fue la gran victoria del Ministro en Campaña.
No se sabe de ningún ministro "de enlace" o en campaña que hasta haya entregado la vida en el ejercicio de sus funciones. Testimonio, nacional, porteño, de reconocimiento, es la plaza principal de Valparaíso que lleva su nombre.