La hora de los datos y los especialistas
La implementación de nuevas políticas públicas para prevenir incendios requiere la participación de la ciencia y la academia.
Con la presencia en las tribunas de varios damnificados, además de familiares de algunas víctimas del megaincendio del 1 y 2 de febrero, la Cámara de Diputados aprobó esta semana el proyecto de ley que regula la prevención de incendios forestales mediante la creación de nuevos instrumentos de control y el fortalecimiento de algunos ya existentes. Durante el debate en sala, los parlamentarios enfrentaron dos visiones contrapuestas sobre los efectos prácticos de esta legislación. Mientras para los parlamentarios asociados al mundo rural el cuerpo legal plantea una serie de inconvenientes a los pequeños agricultores, que no tienen recursos para acogerse a las exigencias preventivas, los diputados del oficialismo creen que el proyecto aprobado queda corto para cumplir su objetivo y se hace indispensable incluirle una moción del diputado Diego Ibáñez -rechazada en este primer trámite constitucional- que impide el cambio de uso de suelo en los predios siniestrados. A ojos de varios parlamentarios, el proyecto de ley es un avance en el sentido correcto, pero está lejos de constituir una solución definitiva a un problema que cada año se produce con más capacidad destructiva. Tampoco se observa que las comisiones investigadoras anunciadas por distintos legisladores locales -Hotuiti Teao ya juntó las firmas necesarias- vayan a transformarse en instancias iluminadoras de los errores cometidos por las autoridades involucradas y todo indica que terminarán convertidas en espacios de acusaciones mutuas y discusiones estériles, crispadas todas ellas por las elecciones municipales venideras. En verdad, este es el momento de los expertos, la evidencia, los datos y las propuestas de largo plazo. La construcción de nueva legislación y mejores políticas públicas debe estar asentada en antecedentes concretos, estadística, estudios y, especialmente, en una visión integral del territorio, que sea capaz de observar los impactos de las nuevas reglas más allá de la contingencia que quiere solucionar. El rol de la política -parlamentarios, alcaldes, partidos- es fundamental para materializar las ideas, pero se convierte en ejercicio vacío cuando prefiere enarbolar eslóganes sin contenido y dejar de lado la evidencia.