LA PELOTA NO SE MANCHA Huellas en la arcilla
POR WINSTON POR WINSTON
Aunque algunos creían que me había comido el monstruo de la Quinta Vergara, la verdad es que aproveché el Festival de Viña del Mar para efectuar un retiro tenístico en las alturas de San Carlos de Apoquindo, disfrutando de un torneo que nunca se debió haber ido de Las Salinas en Viña del Mar.
No viene al caso discutir sobre eso, el punto es que, en medio del torneo, el destacado tenista Jaime Fillol lanzó sus memorias con el sugerente título de "Huellas en la arcilla". En esta obra, uno de los fundadores del ATP recorre toda su vida. Desde sus primeras pichangas con sus hermanos y ese verano en que, en vez de ir al sur, como siempre hacía, se tuvo que quedar en la capital. Ahí tuvo la oportunidad de ir al International Club y tomar una raqueta por primera vez, dando inicio a una relación que lo ha acompañado de por vida.
A diferencia de muchos deportistas exitosos, su padre no estaba obsesionado con el tenis. Aunque siempre lo apoyó, se preocupó de formarlo e inculcarle valores y le dijo una frase que el mismo Fillol recordó en el lanzamiento de su autobiografía: "Jaimito, el tenis es un medio, no es un fin".
Estas sabias palabras han sido un mantra que lo ha acompañado durante toda su vida, los mismo que su fe inquebrantable, aquella que le ha permitido sobrellevar duros momentos como la quiebra del club en que invirtió todo lo que había ganado en el tenis, pero, por sobre todo, la larga enfermedad que acompañó a su amada Mindy hasta su fallecimiento, tres años atrás.
Algunos podrán criticar la falta de agresividad que mostraba en la cancha, su excesiva caballerosidad, sus respeto por las reglas. Sin embargo, demostró en la cancha que esa actitud no fue impedimento para llegar a ser número 14 en el mundo y finalista de Copa Davis junto a su eterno partner Pato Cornejo. En resumen, se puede ser exitoso sin ser flaite, tramposo o altanero.
Por esas paradojas de la vida, la misma semana cuando se publicaba "Huellas en la arcilla" en el Chileo Open, el torneo fue noticia por el mal estado del court central que hoy lleva por nombre Jaime Fillol. Los jugadores se quejaron, en especial los que perdían, y comenzaron a hacerse virales algunos videos en los que se mostraba que la pelota quedaba entrampada en la arcilla, en vez de botear en ella.
Aunque la crítica era justificada, las reacciones, por ejemplo, los insultos del tenista francés Arthur Fils, número 35 del mundo y de apenas 18 años, aparecían como la otra cara de la moneda de las profundas reflexiones que hacía Jaime sobre este deporte.
Sus lecciones de humildad, su tranquilidad y la amabilidad con la que aceptó cada una de las fotos y autógrafos que la gente le pedía en el torneo, muchos de ellos, jóvenes que ni siquiera lo vieron jugar, contrastaban con esa actitud malagradecida y altanera de aquellos que creen que la fama y el dinero serán para siempre. Antes que un premio en dinero o una copa, sería bueno que a los jóvenes tenistas les regalen una copia del libro.