LOS MARTES DE DON DEMETRIO Emigrar e inmigrar
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
Apropósito del alevoso asesinato de un exoficial del Ejército venezolano que se encontraba en Chile como asilado político, se ha reanudado la discusión pública sobre la conveniencia para el país de recibir a extranjeros en calidad de inmigrante. En la controversia planteada públicamente muchas veces se entremezclan los términos emigrar e inmigrar, lo que produce una confusión sobre cómo abordar la cuestión. Hay que partir del hecho obvio que son cosas absolutamente diferentes y que el origen, condición jurídica y consecuencias de cada uno de ellos son distintas, pese a la similitud fonética.
Un ser humano emigra cuando toma la resolución de abandonar su propio país para establecerse en otro extranjero. Este es un derecho humano esencial y nadie debería ser privado por autoridad alguna de ejercer su voluntad. De ahí que resultaban contra la esencia misma de un individuo las numerosas trabas que la Unión Soviética y los socios de su órbita imponían a sus residentes para dejar sus países, cosa que nuestra izquierda política por años consideró "normal".
Para ellos era una forma de "defenderse del imperialismo". Desafortunadamente, esta vulneración todavía campea, incluso en nuestro continente. Se explica que ejercen esta "tutela" casi carcelaria para defender el sistema y sin vergüenza alguna vulneran este derecho humano elemental, como son los casos de Cuba y Nicaragua. El derecho a emigrar, insisto, pertenece a la categoría de los humanos elementales y la comunidad internacional debería adoptar severas medidas condenatoria contra los países que lo vulneran.
Por otra parte, una persona inmigra cuando llega a un país extranjero para radicarse en él. En este caso no hay derecho humano esencial involucrado, pues tanto el emigrante como el país que supuestamente lo recibiría pueden tener razones absolutamente válidas para resolver el tema. Todos los países, unos más estrictos que otros, poseen legislaciones que establecen normas que regulan la inmigración. Esto ha sido siempre así y obedece a una lógica primaria en el sentido que los estados tienen la facultad de estudiar los factores involucrados, internos y externos, para aceptar rechazar a un extranjero y discriminar respecto a quién recibe. Los elementos involucrados pueden ser innumerables, tanto objetivos como de otra naturaleza. Singapur o Suiza, por ejemplo, son países que tienen un territorio pequeño, donde su capacidad para recibir extranjeros es casi inexistente, de allí que sus normas para permitir inmigrantes son tremendamente rígidas. Existen otros que por motivos históricos o de política contingente no pueden aceptar individuos de ciertas nacionalidades. Las razones son variadas para que un país tenga una legislación más o menos abierta, pero todos la tienen. Cada país, legítimamente y de acuerdo a sus intereses, fija las regulaciones para recibir inmigrantes.
Chile ha sido un ejemplo de apertura para acoger extranjeros y los hay de las más diversas nacionalidades. En la gran mayoría de los casos han sido un sustantivo aporte. Si miramos el sur de Chile, vemos que su fuerza y su desarrollo se fundan en la colonización alemana, que en forma ordenada y legal se llevó a cabo en el siglo XIX donde hubo un agente en Europa que se dedicó al tema de la selección de los postulantes. Vicente Pérez Rosales tiene un tremendo mérito por el trabajo realizado. Si vemos el caso de Punta Arenas o Antofagasta, la colonización croata ha sido de inmenso beneficio para Chile. Qué decir de los españoles, muchos de los cuales llegaron a mediados del siglo XIX y otros lo hicieron como consecuencia de la guerra civil habida allí. Famoso es el caso de los españoles republicanos que llegaron a Chile en el "Winnipeg", buque contratado en Europa por Pablo Neruda para tal efecto. Ese numeroso grupo de españoles dejó en Chile no sólo su esfuerzo, sino también una sustantiva descendencia, muchos de cuyos miembros han sido destacados personas de las ciencias y las artes. Como cosa curiosa, acoto que esos refugiados desembarcaron en Valparaíso el 3 de septiembre de 1939, mismo día en que Gran Bretaña le declaró la guerra a Alemania por la invasión a Polonia, dándose origen a la Segunda Guerra Mundial. Qué decir de la colonización inglesa que hizo grande a Valparaíso. Existen hoy pequeñas comunidades que se niegan a abandonar las costumbres traídas por sus antepasados. En la pequeña localidad de Capitán Pastene se puede comer hoy día la mejor comida italiana y ello debido a la inmigración de Italia que arribó allí hace muchos años. Si vemos la historia del país, podemos sentirnos orgullosos que en los apellidos de los Presidentes de la República encontramos descendencia española, italiana, suiza, croata y otras.
Pero es necesario destacar que Chile siempre tuvo una legislación ordenada en el tema y las personas que deseaban venir al país seguían los conductos regulares a través de los consulados existentes en diferentes partes del mundo. Había un conocimiento previo de quién se trataba y de esa forma se evitaba poblar el país con gente indeseable. Esa rigurosidad legal desgraciadamente se perdió y hemos llegado a la anarquía que hoy tenemos, donde los extranjeros venidos han sembrado el crimen y el odio. La resolución del primer gobierno de la señora Bachelet de permitir el ingreso de miles de haitianos sin poseerse antecedente previo alguno de ellos fue una equivocación monumental. Todos recordamos el descenso masivo de haitianos desde aviones que diariamente aterrizaban procedentes del Puerto Príncipe sólo con un sobre de color café en la mano que no contenía antecedente fidedigno alguno. La idea del recién fallecido Presidente Piñera de ir a Cúcuta y desde la frontera gritarles a los venezolanos que Chile estaba abierto para todos, ha traído las consecuencias que conocemos. El descuido fronterizo que lleva años en marcha ha hecho que estemos plagados de inmigrantes que han transformado el país en un campo de batalla donde la violencia, el robo, el asesinato, el sicariato y la droga son ya partes del diario vivir. No temo decir que la inmigración anárquica habida en el último decenio cambió Chile y que ello fue culpa de las respectivas autoridades. Lo anterior no es obstáculo para reconocer que hay excepciones. Los miles de médicos venezolanos que han arribado para trabajar en forma honesta y han llenado en parte una carencia histórica de esos profesionales, son dignos de darles el mérito que merecen.
Pero hay que crear una política pública mucho más consistente de la magnitud del problema y darle la mayor prioridad en el gasto público. Hay que invertir todo el dinero que sea necesario para intentar salir del verdadero hoyo lleno de maldad en que estamos inmersos. Yo no puedo entender que los gobiernos de turno recién en estos días hayan encontrado el par de millones de dólares necesarios para adquirir elementos que impidan que los narcos sigan dirigiendo sus operaciones desde las cárceles. Los métodos para evitar aquello están en el mercado desde hace años. A todos aquellos - incluyendo algunos "parlamentarios progresistas" - que hacen una caricatura y acusan que la aplicación de medidas drásticas nos transformaría de inmediato en un El Salvador, les respondo que desde la lógica más primaria el que dos seres humanos coincidan en ciertos puntos no hace que ambos sean lo mismo. A esos diputados que expresan su temor en el sentido indicado les diría que, si un demente dice que estamos en el mes de marzo del 2024, cosa respecto de la cual ellos lógicamente estarían de acuerdo, esa coincidencia no me podría hacer colegir que ellos también son dementes.
Para combatir la realidad que hoy tenemos e intentar volver al país a una calma indispensable, la objeción al uso de ciertos métodos a usar considerados por algunos como extremos, no puede constituirse en una justificación para la inacción. Para hacer tortillas hay que quebrar huevos.