LOS MARTES DE DON DEMETRIO Un error grave e incomprensible
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
El artículo 32 numeral 15 de la Constitución Política del Estado señala que es atribución especial del Presidente de la República "conducir las relaciones políticas con las potencias extranjeras y organismos internacionales...". Esta disposición ha estado prácticamente en todas las Constituciones que ha tenido el país y aparece en términos similares en las Cartas Fundamentales de la mayoría de las democracias occidentales. En Chile ha sido tradicionalmente usada por los Jefes de Estado en una forma que beneficie a Chile y siempre dentro de los marcos tradicionales de la política exterior nacional. Por ello llama profundamente la atención la afirmación del Presidente Boric en el sentido que "yo soy el que determina la política exterior del país", como si todo el tramado internacional chileno dependiera sólo de su voluntad. Esa declaración me parece digna de Stalin, quizás el más grande criminal de la historia, o de Luis XIV, el rey francés que es el prototipo histórico del absolutismo. Desconozco cuál de estas dos figuras podría inspirar al actual residente de La Moneda.
Pero la verdad es que sostener el pensamiento presidencial señalado significa crear un precedente nefasto para Chile. Es lógico que sea el Presidente quien en definitiva tome la resolución final frente a una determinada situación internacional, pero todo ello dentro de un proceso previo que permita elegir entre los diferentes cursos de acción posibles cuál es el más adecuado para el país.
Digo lo anterior por la conducta absolutamente equivocada del Presidente Boric frente a Israel. Él, en lo personal, puede tener la opinión que desee respecto de ese país, pero en sus determinaciones políticas esa preferencia no debe ser el factor que defina lo que se hará con aquél. Dejar al embajador de Israel, Gil Artzyeli, en la antesala de su oficina cuando había sido invitado por Protocolo a presentar sus cartas credenciales y después de haberse cumplido con todo el ritual propio de esa ocasión enviarlo de regreso a su casa sin recibirlo, constituyó no sólo un desaire hacia un país amigo, sino que resultó un acto de abierta mala educación. Vinieron a mi mente las palabras sabias de uno de los más destacados diplomáticos chilenos de los últimos años, Enrique Berstein. El acotaba respecto de un tema determinado que se estaba discutiendo: "Eso no, pues mi mamá me enseñó que no se hace". Adicionalmente y relacionado con el embajador de Israel en Chile, valga acotar que ese inicio de sus actividades le dio pie para tener ante las autoridades locales una conducta agresiva y poco comprensible desde el punto de vista netamente diplomático, la que ha incrementado con el tiempo. Dicho embajador desafía -ahora más que nunca, después de lo de FIDAE- a Cancillería en una forma inadecuada y tengo la sensación personal que lo que busca en el fondo es que se le declare persona non grata, lo que le haría el favor profesional más grande, pues volvería a su país como héroe y, lógicamente, conseguiría después una embajada mucho más importante que la de Chile.
Luego, dentro del quehacer presidencial al respecto, la cancelación de la participación de Israel en la Feria Aeronáutica de Santiago (FIDAE), el más importante evento aeronáutico del año en esta parte del mundo, fue una resolución no sólo que rayó en la mala educación que constituye desinvitar a alguien a quien se ha convidado, sino -lo que es más grave- porque atenta contra los intereses permanente de Chile. El espíritu de Stalin o de Luis XIV determinó por sí y ante sí que no le gustaba y eso bastó para adoptar la decisión inconsulta que conocemos.
Con lo señalado anteriormente no quiero aparecer como defensor de la causa israelí en su conflicto ya milenario con los árabes. Nada de eso. Dentro de mis mejores amigos cuento con libaneses y sirios, y pienso que los bombardeos que afectan tan dramáticamente a quienes viven en la Franja de Gaza, principalmente a mujeres y niños, son absolutamente condenables. Pero lo que me interesa destacar es la actitud del Presidente frente a la FIDAE y a Israel en general. Se ha perjudicado directamente a Chile, pues muchos proyectos de ciencia, más allá de los múltiples de orden militar existentes, tienen su sostén en nuestra vinculación histórica con Israel. En cuanto a la visión marítima de las consecuencias de la medida en comento, me remito a lo escrito en este Diario hace unos días por el presidente de la Liga Marítima, el distinguido ex comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González Robles. Adicionalmente, la conducta presidencial desconoce un hecho que se dice poco pero que es innegable. El poder que tienen personajes judíos en la política, la economía y la prensa en las grandes potencias occidentales, especialmente Estados Unidos, es inconmensurable. Allí también se nos va a cobrar esta cuenta.
Por otra parte, la resolución presidencial en comento agregó una dificultad entre las colonias árabes y judías que viven en Chile, las que han tenido por razones obvias una vinculación complicada, pese al esfuerzo de muchos de los líderes de ambos lados por "vivir aquí la fiesta en paz". Pero nada de eso importó.
El daño está hecho y será difícil y largo repararlo. Pese a lo resuelto por el Presidente Boric, el conflicto en Gaza continuará y lo mismo que la dramática situación de los niños y mujeres con cuyas realidades nos dormimos tristemente todas las noches después de ver los noticiarios en la TV. Israel seguirá con su política definida por un primer ministro que posee una mentalidad fundada en la admiración que posee por su hermano Yonatan, el líder del grupo israelí que en 1976 rescató en Entebe, Uganda, a un grupo de judíos tomados como rehenes. Fue el único soldado muerto en esa exitosa acción y hoy es oficialmente un héroe nacional.
Presidente Boric, usted le ha hecho mal a todo Chile con su determinación de desinvitar a Israel a la FIDAE. Ha dañado en forma seria la política con Israel, que es un país fundamental en varias áreas del quehacer nacional; ha restado parte del interés que los diferentes países del mundo tienen por venir a la feria en mención, ha dejado una mancha en cuanto al significado que tiene la facultad presidencial que en esta materia señala la Constitución, ha enviado un pésimo mensaje sobre Chile a comunidades judías influyentes existentes en otras partes del orbe y, de paso, sólo ha obtenido el otorgarle a algunos de sus inexpertos internacionalistas que trabajan con usted cierto "lucimiento" por una resolución que al final nos perjudicará por mucho tiempo. Fue un error grave e incomprensible.