El desplome
Lo que ha acontecido en la PDI, antes en Carabineros y el Ejército, también en otras reparticiones públicas, es que se ha focalizado la estrategia de reparación de imagen pública en el nuevo director que llega a comandar estas instituciones. (...) Sin embargo, esas estrategias tienen costos muy altos e irreparables".
El desplome que se evidencia en la percepción pública de la PDI, medido por recientes encuestas y sondeos, es un nuevo golpe de confianza que seguirá profundizando las inquietantes brechas entre el sistema político chileno y una ciudadanía perpleja y agotada con las señales que le son proporcionadas.
El caso Audios, tal Caja de Pandora como señaló el ministro de Justicia, Luis Cordero, abrió aristas desde el celular del abogado Luis Hermosilla que eran un secreto a voces en los pasillos de los tres poderes del Estado. Cabilderos profesionales pero invisibilizados de los registros, conexiones y favores, clientelismo y tratos privilegiados. Una rueda, probablemente de la fortuna, que plantea que los puestos estratégicos y más sensibles de la nación, son dependientes del movimiento que está detrás para asegurar la plaza que dará la ventaja sobre el resto, otorgará el beneficio de las partes interesadas y mantendrá el statu quo.
¿Cuántos cargos en el Estado chileno, pero también en organizaciones privadas, se están manejando de esta forma? ¿Vamos a querer realmente tirar la manta o llegaremos hasta los límites que defina la Fiscalía? Probablemente, la figura del "secreto profesional" evitará continuar develando a más personajes de una trama que, como ha sido la tónica, luego quedará en un segundo plano ante las inquietudes de una agenda dinámica, cuando aparezca un escándalo de otra naturaleza y otorgue respiro a dicha "fuerza de colocación de profesionales y favores concebidos".
Al respecto, ¿esa "fuerza", por denominarla de alguna manera, es sólo dependiente de los partidos políticos y/o de la institucionalidad de poder de las entidades cuestionadas, o hay otras articulaciones de redes complementarias que se escapan de lo visible y de los mecanismos y procedimientos de las ternas y quinas? A estas alturas, cuando hasta la capacidad de asombro se está perdiendo, algo extremadamente preocupante, ¿sirve continuar con nuestro sui géneris Sistema de Alta Dirección Pública? ¿Seguiremos, además, con una Ley de Lobby con serias falencias?
Desde el plano comunicacional, por otra parte, se acentúa, pese a estas preocupantes dinámicas, una personalización institucional que termina por dañar a todo el órgano político detrás de la máxima cabeza que comete los delitos. Lo que ha acontecido en la PDI, antes en Carabineros y el Ejército, también en otras reparticiones públicas, es que se ha focalizado la estrategia de reparación de imagen pública en el nuevo director que llega a comandar estas instituciones.
La personalización del liderazgo no es algo nuevo, incluso, con el desarrollo de la televisión tuvo su mayor desarrollo estratégico a través de la imagen y el rostro, dimensión que con las redes sociales se incrementa y expande a través de micro relatos con una fuerte carga emocional. En la acción, exhibición y encuadres mediáticos que hagamos sobre esos liderazgos institucionales, podremos obtener resultados rápidos y favorables ante la opinión pública, sobre todo si anunciamos a un país entero, que se combatirán las malas prácticas internas u otras frases para el bronce que obtienen aplausos rápidos.
Sin embargo, esas estrategias tienen costos muy altos e irreparables para esa entidad ya dañada, cuando esa persona, que llegó para revertir el perjuicio institucional y la percepción negativa, termina cayendo en los mismos delitos o en otros que amplían el repertorio de las malas prácticas. Como país, ya estamos acercándonos a un punto de no retorno, extremadamente peligroso para la democracia, si es que queremos asumirla como el tipo de organización que nos rija en el corto plazo. El desplome institucional no vendrá sólo desde los errores propios de quienes toman las decisiones, sino de la inacción de una ciudadanía que terminará por confiar en el mesianismo. 2
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