LA PELOTA NO SE MANCHA Adiós, Tía Lauri
POR WINSTON POR WINSTON
Justo en los días que los cristianos celebran el fracaso de la muerte, los wanderinos nos enteramos de que falleció Guacolda Labraña, más conocida como Tía Lauri. Pocas personas le podrían disputar el título de la mayor hincha de Santiago Wanderers. Se fue, además, en el mes de la mujer, siendo ella un símbolo de muchas hinchas, socias y jugadoras que han sido invisibilizadas por una historia del fútbol donde solo parecieran existir los hombres.
Tía Lauri formó parte de ese fútbol de antaño que parece esfumarse, como las victorias en Viña del Mar o los emporios en Valparaíso, que han sucumbido víctimas de la globalización, el libre mercado, el sentido práctico, la tecnología y redes sociales que, en el caso del fútbol, deshumanizan tanto a hinchas como a jugadores.
Ella fue de aquellos fanáticos incondicionales, pero en un sentido positivo, no como las barras de ahora que se creen tanto o más importantes que los jugadores, siendo capaces de causar desórdenes y desobedecer a la autoridad sin importarles que eso vaya en detrimento del club.
Tía Lauri viajó por todo Chile siguiendo al decano y lo hacía acompañada de barristas mucho más jóvenes que ella y por eso con aparente (sólo aparente) mayor energía. Cuando le faltaba plata, no le daba vergüenza pedir ayuda. Además, le daba lo mismo la categoría en la que estuviera el equipo. Tampoco le hacía mella la derrota, iba al estadio como el cristiano va a misa, como un rito en donde el resultado es casi una anécdota. La gran pena, el frustrado retorno de David Pizarro, confesó en una entrevista.
Alguna vez, incluso, puso en venta su casa para seguir los pasos de su amado Wanderers en la Libertadores. ¿Y cómo no iba a hacerlo, si en toda su vida el equipo solo la ha jugado en tres oportunidades? "Una Copa Libertadores con mi Wanderers es algo que quizás nunca más volveré a ver. No puedo quedarme en Chile mirando la televisión", dijo en Las Últimas Noticias.
Tía Lauri era de aquellos hinchas que dividía la semana en el análisis de la victoria o la derrota, entre lunes y martes, y el resto de lo que quedaba para pensar en el partido del domingo. Un domingo en la tarde, después de almuerzo, como Dios manda. Jamás un viernes, sábado o lunes en la noche, como las aberraciones que vemos hoy día por la tiranía del Canal del Fútbol.
Guacolda Labraña creció con los delanteros de área, "peperos" como dice un amigo. Con el diez clásico, nada de polifuncionales; y, por supuesto, defensas rudimentarios, aquellos que le pegaban a todo lo que se moviera, sin la delación de las cámaras en HD y el acusete del VAR. Nada de 4-4-2, transiciones, pases al vacío y otras bobadas que han inventado los siúticos para tratar de disfrazar algo que no es más que un juego de pelota.
Vamos a echar de menos a la Tía Lauri, no solo por ella, sino también por un fútbol que pareciera perecer frente a tanta modernidad.
En una entrevista que dio a Las Últimas Noticias, Tía Lauri confesó que quería a Wanderers igual que a sus hijos y que soñaba que los Panzers cantasen en su funeral, mientras fuese enterrada, por supuesto, en un cajón verde. No sé si ocurrió, pero sí tuvo su minuto de silencio en el estadio y terminado esto, los panzers prometieron que jamás la olvidarán.