DE TAPAS Y COPAS
POR MARCELO BELTRAND OPAZO, CRÍTICO GASTRONÓMICO
Comer tranquilos, con buena música, en un ambiente grato, es el ideal para un almuerzo o cena, pero, además, para una buena digestión. Pero si esta tranquilidad está dada porque el restaurante se ubica al medio de un bosque, mejor aún. Bueno, el otro día visitamos El Templo Pizzería, en Quintay, un lugar que llama a un disfrute culinario total. Pero antes, esa misma semana, fuimos al nuevo local en Concón, donde han trasladado la experiencia gastronómica de las pizzas y la buena atención.
La visita a la pizzería El Templo en Quintay se convirtió en todo un paseo de fin de semana. Comenzamos en la caleta de Quintay, recorrimos la feria artesanal y vimos el desembarco de buzos. Luego nos fuimos a almorzar a El Templo y la sorpresa fue mayor, porque está en medio de un bosque y la tranquilidad es su sello. Es distinto disfrutar de un buen almuerzo entre la naturaleza, todo cambia. Bueno, llegamos y nos recibió Simón, hijo de Jaime Miranda.
Comenzamos con un pisco sour, el que estaba cremoso y equilibrado, junto a una base de sabrosos trocitos de pizza y pebre de albahaca (se sugiere mejorar la presentación de esta preparación), más carpaccio de locos con queso parmesano y alcaparras. Este es un excelente plato de entrada, ya que tenemos los sabores de los locos, pero, además, la cremosidad y textura del queso y la acidez de las alcaparras. La presentación viene con unos pancitos tostados blandos y crujientes que permiten hacer una degustación total. El sabor del loco siempre lo destaco, porque es único, con un cierto amargor, salinidad y textura, siempre recomiendo detenerse en ellos, extraer todos los sabores, pero, además, acá hay un punto importante a destacar, que es la base de mantequilla al limón, que aporta intensidad y sabor a la preparación, provocando un contraste perfecto. El maridaje lo hicimos con un chardonnay 2022 de la Viña Quintay, que aportó acidez y sabor, producto de las características del vino (notas lácticas y fruto tropical). El conjunto, perfecto. Luego seguimos con el risotto de espinaca cuatro quesos. Esta propuesta estaba rica y contundente como plato, llena de sabores. El risotto (de color verde por la espinaca) en su punto (es decir, el arroz cremoso), más los sabores de los quesos. Esta es una preparación que contiene mucha cremosidad y junto al chardonnay la convierten en una buena propuesta (también nos gustó la presentación). Los sabores de los quesos se entremezclan en equilibrio. Excelente.
Mientras hacíamos la degustación comentábamos la tranquilidad del lugar, lo bien que se está entre el bosque. Qué importante es comer con calma y no siempre se puede, ya sea por el trabajo durante la semana o la interrupción de celulares y música estridente en la misma casa. Hoy, más que nunca, estamos llenos de estímulos e interrupciones, los aparatos celulares son una de las principales fuentes de ruido en una mesa, que interrumpen o, abiertamente, no permiten la conversación. Se extrañan los días en que no teníamos celulares y comíamos tranquilos, obligados a mirarnos y conversar, eso ha cambiado. Bueno, en eso estábamos cuando nos traen otro plato, esta vez raviolón relleno de alcachofa y nuez con salsa al pesto, más unos tomatitos cherry cortados sobre las pastas. Esta preparación nos pareció muy novedosa en cuanto al relleno y destaco que la pasta estaba perfectamente cocinada, cuestión que hace la diferencia en un plato así. Por un parte, tenemos un emplatado bien equilibrado, con diferentes texturas (la pasta, el relleno, la nuez y los tomatitos cherry que le aportan acidez); y por otra, tenemos todos los sabores logrados (la pasta, el relleno de alcachofa, la nuez, los tomatitos cherry y el pesto). Por lo tanto, nos encontramos con una excelente propuesta culinaria, totalmente recomendada. Y para terminar esta degustación en El Templo Pizzería de Quintay, nos trajeron unos sorrentinos frutti di mare, con camarones y pesto. Acá nos encontramos con sabores de mar, porque realmente es todo un jardín marino este plato; cada uno de los productos que contiene el plato se puede apreciar: sus sabores y sus texturas. Porque tenemos el relleno de jaiba más, choritos asados, camarones y ostiones a la parrilla, todo con una suave salsa que une todos los componentes. Perfecto. En general, podemos decir que la calidad de las pastas hace la diferencia en estas preparaciones. Todas muy bien trabajadas, dando cuenta de la mano del cocinero. La combinación de sabores, también es llamativa. Celebramos a los restaurantes que incursionan en sabores nuevos en los rellenos de las pastas, porque eso da cuenta de que están haciendo una cocina que piensa. Los platos de este restaurante no están cargados a la sal ni a otros sabores, sino que llegan al equilibrio de estos, a veces sucede que nos encontramos que está todo rico, pero, por ejemplo, la salsa está un poco fuerte (en cuanto a algunos de los sabores que contiene), acá no ocurre eso. Bien.
Y después de esa degustación maravillosa necesitábamos algo de dulce para recuperarnos, así es que nos trajeron una muestra de sus tres principales postres: crème brûlée, crocante de manzana con helado de vainilla y parfait de chocolate. Todos los postres los maridamos con amaretto. Tres postres tradicionales bien preparados. El crème brûlée estaba suave y con un dulzor justo. Además, la costra de azúcar no estaba tan dura, porque esta debe ser quebrada fácilmente con la cuchara; el crocante de manzana estaba tibio, produciendo un excelente contraste con el helado de vainilla, no sólo en las temperaturas, sino que también con los sabores. Junto con eso, tenemos la crocancia de la miga, perfecta. Y para terminar, el parfait de chocolate, también de dulzor medio y sabor a chocolate suave. Los postres nos gustaron mucho, porque permiten cerrar con ellos los sabores intensos de los platos que junto al amaretto como maridaje, realmente se puede disfrutar por completo un almuerzo en El Templo Pizzería de Quintay. Para terminar, pedimos té de menta y café. Y dos detalles acá. Primero, la menta es del huerto del restaurante, por lo que está fresca y aromática; y segundo, la forma de servir el café, en una cafetera de pistón o francesa. A mí, en particular, me gusta y uso diariamente esta cafetera, porque permite una extracción y sabor equilibrado del café, pudiendo controlar la intensidad de este. Así es que felicitaciones por esto último.
Y mientras nos tomábamos la infusión y el café, recordamos las pizzas y las machas y ostiones a la parmesana, pero del otro local, el nuevo El Templo en Concón. En esa oportunidad pudimos apreciar la mano de los maestros pizzeros, con dos pizzas: la Caprichosa (salsa de tomate, mozzarella, jamón serrano, champiñones, alcachofas, aceitunas negras, rúcula y albahaca; y la pizza Paysana (salsa de tomate, mozzarella, queso de cabra, jamón serrano, queso azul y orégano). La masa a la piedra de las pizzas estaba delgada y crujiente, pero no seca. En cuanto a los sabores, todos bien equilibrados y bien proporcionados. Dos excelentes pizzas, recomendadas. Además, en esa oportunidad degustamos las machas y los ostiones a la parmesana, también en su punto y con el queso preciso, permitiendo apreciar el sabor tanto de la macha como del ostión. Buena cocina.
Ya la tarde había avanzado y teníamos que volver, pero sin antes visitar la playa de Quintay. Necesitábamos un paseo. Y la verdad es que fue perfecto. Después de degustar exquisitos platos, la caminata por la arena en una extensa playa nos entregó la perspectiva completa de lo que puede ser una visita a restaurante El Templo de Quintay, un lugar de encuentro y buena comida, donde la tranquilidad se vive.
-El Templo Pizzería
-Los Almendros 751,
Quintay
- www.eltemplo.cl