Con un optimismo que se desmarca del ánimo que impera en muchos actores económicos de la Región, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, cree que Valparaíso verá en el mediano plazo buenas oportunidades para revertir sus malas cifras en indicadores como los planes de inversión pública y el empleo. Al menos dos procesos en marcha influyen en esta perspectiva del titular de la billetera fiscal: uno es el vigor que ha imprimido el Ministerio de Transportes al desarrollo de los proyectos portuarios, principalmente el Puerto a Gran Escala de San Antonio -aunque sus planes de construcción se encuentran aún en etapas de estudio y prospección-, y luego, las iniciativas regionales que incluye el pacto fiscal acordado por el Gobierno y el Congreso para recuperar el tranco de crecimiento que tanto necesita el país. "Juntando esos elementos, creo que todos ellos pueden ser muy beneficiosos para esta región y potenciar un desarrollo futuro que incluso vaya más rápido que el resto del país", aseguró Marcel, en entrevista con este Diario. A ello sumó los proyectos que reducirán la burocracia involucrada en los grandes proyectos de inversión y la simplificación de los estudios de impacto ambiental, dos ejes clave para agilizar la ejecución de obras.

Desde el alto escritorio de Hacienda, con el sesgo macroeconómico instalado como principal filtro, este plan de trabajo parece adecuado para movilizar a Valparaíso. Pero la región necesita un remezón mucho más fuerte para revertir su decaída situación económica. No se trata solamente de materializar proyectos de inversión que esperan hace años un visto bueno que demora demasiado en llegar -y a veces deben enfrentar la oposición de parlamentarios afines al propio oficialismo-, sino de la reconstrucción prácticamente desde cero de redes de emprendimiento y comercio que nunca se recuperaron después del doble golpe del estallido social y la pandemia. Parte importante de la actividad industrial que aguanta, lo hace pese a que en otras regiones tendría mejores condiciones estructurales para desarrollar sus funciones y mayor comprensión de las autoridades. Es elogiable el ímpetu económico que quiere transmitir, pero el ministro Marcel tiene la difícil misión de contagiar su entusiasmo a un grupo de autoridades regionales cuya eficacia, hasta ahora, no da para tanto optimismo.

Hace algunas semanas, una historia estremecedora puso luz sobre una realidad poco conocida más allá del ámbito de quienes trabajamos en la salud. Una estudiante universitaria, en pleno internado profesional de Terapia Ocupacional, se vio afectada por condiciones adversas que pusieron en riesgo su bienestar físico y emocional. Esta dramática situación nos recuerda la vulnerabilidad a la que están expuestos nuestros estudiantes durante sus prácticas académicas, donde el estrés y la presión pueden convertirse en una carga abrumadora. Como instituciones de salud, debemos estar comprometidos en reformular y elevar constantemente los estándares, garantizando un ambiente seguro y de apoyo para todos los estudiantes en su camino hacia la formación profesional.

En el caso de Teletón, así lo hemos hecho con un modelo de docencia que trasciende los límites de lo meramente técnico. Más allá de los resultados de aprendizaje específicos, este enfoque se centra en resguardar el proceso de enseñanza dentro de un ambiente de calidad y calidez, donde cada estudiante se sienta valorado y apoyado. Al fundarse en el respeto y la humanización del aprendizaje, el modelo promueve una relación empática entre docentes y estudiantes, cultivando no sólo conocimientos, sino que también valores de solidaridad y comprensión mutua.

En el ámbito de la docencia, el compromiso con el desarrollo integral de sus estudiantes y el constante perfeccionamiento de su cuerpo docente hacen necesario la evaluación como una práctica continua y fundamental para garantizar la excelencia educativa. Es así como desde el año 2020 comenzamos a utilizar la encuesta ACLEEM, una herramienta invaluable que no sólo evalúa las percepciones de los estudiantes sobre el ambiente educacional, sino que también proporciona una visión detallada de aspectos clave como la calidad y capacidad docente, la disposición a ayudar del personal de salud, la retroalimentación entregada, la sensación de ser escuchado y, por último, pero no menos importante, el rol del modelo profesional a seguir.

El proceso enseñanza-aprendizaje es inherentemente bidireccional y permite que tanto docentes como estudiantes se nutran mutuamente de conocimientos, sensaciones, experiencias y visiones. Reconocer la importancia de este intercambio dinámico es fundamental para enriquecer la práctica educativa y adaptarla a las necesidades y realidades cambiantes de las nuevas generaciones.

Al fomentar un diálogo abierto y respetuoso se crea un ambiente de aprendizaje colaborativo que promueve el crecimiento personal y profesional tanto de educadores como de educandos, impulsando así el desarrollo integral de la comunidad educativa. Las instituciones de Salud están en el momento de reflexionar y actuar de forma coherente con su misión e impulsar procesos de enseñanza-aprendizaje responsables.