LA TRIBUNA DEL LECTOR Valparaíso sin Lukas ha sido triste
POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL Y MAGÍSTER EN PATRIMONIO
El imaginario de la ciudad de Valparaíso tiene en Renzo Pecchenino Raggi, el gran Lukas, a un inolvidable. Su porte, su talento y su capacidad resultan inigualables hasta hoy en día. Nadie nos enseñó más de la conformación de la ciudad, de la relación del espacio y el habitante, de la forma de ser porteña, nadie lo hizo mejor que Lukas y sus famosos e inolvidables "monos".
Nacido por equivocación fuera de Valparaíso, un 29 de mayo de 1934, desde su más temprana edad se convirtió en porteño, nacionalidad que lo acompañaría en su corta pero significativa vida. A la ciudad puerto le dedicaría tiempo, esfuerzo, trabajo, pensamiento, voluntad y un amor inquebrantable, a pesar de cualquier situación. Sería en el Puerto donde daría vida al personaje, que se fusionaba con la persona, Lukas, esas cinco letras que dicen tanto en tan pocas sílabas.
Su paso por la arquitectura, cuyos estudios no pudo terminar (disciplina por la que siento personalmente una verdadera pasión), le marcarían el trazo y el sentido de urbanista, pero también le agudizarían la capacidad de mirar la ciudad, lo cual le permitiría ser uno de los mayores y más idóneos observadores de Valparaíso en toda esfera. Cada día que circulaba por la calle Esmeralda, desde su oficina hacia el diario El Mercurio, donde ilustraba con sus dibujos la página editorial y algunas otras secciones, recogía el ambiente porteño, los pesares, las necesidades, lo que le pasaba a la ciudad, y era capaz de ponerlo en modo humor. Así, quizás, hacía más fácil el trago amargo. Tenía un ingenio único, capaz de encontrar humor en los temas más duros incluso. Era en todo su sentido un verdadero genio de la pluma y el papel, de los que ya casi no quedan.
Su pronta partida a los 53 años, dejó en viudez no sólo a su familia, sino que a toda una comunidad, que no pudo seguir contando con el mensaje diario de este hombre que nos hacía reír de nosotros mismos, que es lo mejor que se puede hacer. Nadie nunca más nos dibujó las escaleras que no llevan a ninguna parte, propias de Valparaíso; nunca más don Memorario y su amigo Florencio Aldunate nos dijeron en clave de humor lo que nos estaba pasando como país y como sociedad.
Con su partida se empezó a perder una generación de grandes hombres y mujeres que hicieron la patria porteña, todos sus amigos del recordado café Bavestrello, Ennio Moltedo, Sara Vial, Carlos León, entre otros, todos amantes acérrimos de Valparaíso, y que hoy de estar vivos lo seguirían queriendo como siempre. Sólo nos queda Allan Browne, esperemos que por mucho tiempo, el corazón porteño no resiste más tristezas de este tipo.
Valparaíso sin Lukas ha sido triste. Nadie nos ha dicho con la misma fuerza que se debe querer y cuidar; nadie con verdadera estatura moral nos ha interpelado a proteger a Valparaíso como lo hacía él. Lukas amaba a Valparaíso. En realidad creo que era un amor mutuo, de esos denominados grandes amores, los que no se olvidan.
Hoy, cuando cumpliría 90 años de haber llegado al mundo en Ottone, región de la Emilia Romagna, en Italia, Lukas vería que la ciudad se divide entre quienes la quieren viva y quienes la declaran muriendo; vería que no somos capaces de aprender de los errores, de buscar el mejor futuro para una ciudad extraordinaria; que así como lo acogió a él y a su familia migrante, lo hace aún hoy en día con muchas otras familias y de lo cual nos debemos sentir orgullosos. Valparaíso sigue siendo la ciudad libre pensadora que conoció Lukas; la ciudad portuaria, turística, universitaria, bohemia y soñadora. Valparaíso y Lukas son uno solo, son inseparables, decir uno es pensar en el otro, eso fue el fruto de la maravillosa relación que sostuvieron.
Sería lindo poder ver pronto reabierto el museo que guarda su obra y que con tanto esmero y cariño hicieron en su momento personas de gran talla como fueron don Pedro Ibáñez, don Beltrán Urenda y mi gran amiga y mentora Eugenia Garrido. Ojalá quienes puedan hoy hacer algo por darle nueva vida al recinto lo hagan, sería un lindo gesto a la memoria de un gran hombre, nuestro querido Lukas, el más porteño de todos. Nos hemos acostumbrado a su muerte, pero no a su ausencia, ella la sentimos a diario.