El Consejo Regional presidido por el gobernador Rodrigo Mundaca aprobó el jueves pasado la propuesta de Imagen Objetivo definitiva de la modificación al Plan Regulador Metropolitano (Premval) para la zona industrial de Quintero y Puchuncaví, la cual había sido trabajada por la Comisión de Ordenamiento Territorial, tomando en cuenta unas 2.400 observaciones ciudadanas, para el desarrollo del anteproyecto del futuro plan que llevará el Minvu.

Pese a sus múltiples variables, muchas de ellas positivas, la discusión se concentró en los límites a la expansión de Puerto Ventanas (PVSA) en terrenos propios sobre las dunas de Puchuncaví, en una jornada marcada con presiones de lado y lado por parte de los trabajadores portuarios y las comunidades en el Core. Finalmente se declaró toda esa zona como área verde y se "permitió" la expansión en otra zona de 180 hectáreas que no es propiedad de PVSA, por 16 a favor y 9 en contra. En tanto, la Imagen Objetivo general fue aprobada por 20 a 7.

¿Por qué importa lo que pase con PVSA? Porque es el único puerto privado de uso público a nivel regional y porque tras el incendio que afectó sus instalaciones en diciembre de 2022, su modernización coincidió con el plan de eliminar las 2,5 millones de toneladas de carga de carbón que alimentaba las operaciones de la unidad 2 de la Central Ventanas, trasladando su foco, además de los graneles sólidos y líquidos, a la movilización de carga fraccionada como fierro, concentrado de cobre, combustible, granos, ceniza de soda, autos y fruta, lo que contaba con áreas de respaldo del puerto, indispensables para el manejo de las cargas alternativas y las demandas crecientes del mercado para la próxima década.

¿Qué ocurrió? Los cores no se informaron correctamente y votaron como votaron, entendiendo que se conservaban 180 hectáreas para esa expansión, cuando ni siquiera son terrenos que pertenecen a PVSA, y aseguran que ello no tendrá impacto en el ámbito laboral, asunto que con toda seguridad quedará desmentido en los próximos índices regionales de empleo del año que viene.

Tal como en una marcha por las calles de alguna ciudad, en que hay vida y preocupación por sucesos que tocan el estilo y el funcionamiento de la democracia, sigue presente "ahora y siempre" la figura que escribió sobre el futuro, a partir de su experiencia. La genialidad de un escritor que deriva su pensamiento tocando el pulso de aquello que sus ojos ven, que su angustia interior le permite ser profeta del futuro. Muchas veces, de la lectura informativa de lo que pasa en el mundo de las distorsiones en lugares cercanos y propios de esta tierra, uno recuerda a George Orwell. Esa sensación del permanente conflicto, que se parece al gozo de vivir de manera permanente en fricción para sostener la perspectiva que se idolatra y que "cancela", en las palabras de hoy, al que tiene una perspectiva diferente.

Para hacer fácil y elusiva la mirada basta con imaginar las actuales circunstancias políticas de la sociedad venezolana. Allí podríamos encontrar mucho de lo sostenido del Orwell, en otro tiempo. Desde luego con la evidente discrepancia de quienes aquí y allá argumentan a favor de dicho régimen hoy presente. Normalmente se cita en "1984" una obra principal del autor, la siguiente afirmación: "El que controla el pasado, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado". Habla entonces de la alteración de la historia según la conveniencia del gobernante, del partido gobernante. Esto nos lleva a un tema que puede pasar sutilmente ante nuestros ojos, en que inocentemente podemos sin rebelión o por miedo dejar pasar: la distorsión del mundo real para ser sustituido por mentiras o interpretaciones novedosas que se anclan como correcta interpretación. ¿Habrá algo de orwelliano en la masiva creación y variantes interpretativas de la palabra que se aprecia en el mundo actual?

La mirada hacia un solo punto puede ser injusta. La "sede" de las conductas orwellianas puede encontrarse seguramente en más sociedades, no sólo en aquellas en que parece evidente la mentira y la distorsión. Avivemos el ojo, donde nos sea posible, para ganar libertad, para generar escudos de protección ante la distorsión. Nuestra propia experiencia como nación es hoy una escuela de formación, para mirarse asimismo y al otro. Salir a pescar palabras en el río de la creación del futuro tiene sus riesgos, pues podemos terminar siendo los peces capturados. Hoy, nuestra propia Cancillería enfrenta las declaraciones del régimen de Venezuela, asociadas al crimen del teniente cuyo martirio sucedió en nuestro suelo, la tierra del asilo contra la opresión. Lo que se lee se mueve en el borde orwelliano, dirán muchos. Las declaraciones recibidas de la contraparte no son asépticas en su contenido ni neutrales en su tono, dicen mucho de la mano que escribe y el objetivo que la sostiene.