"Aunque se escriba más, siguen vendiéndose pocos libros, sobre todo de escritores chilenos"
"El silencio de Irene" es su cuarta y elogiada novela, la que se hermana con las anteriores porque sus historias transcurren con el telón de fondo político y social que marca su época.
Escribir es un oficio, como el de cualquier artesano, declara María Eugenia Lorenzini, autora de la El silencio de Irene, su cuarta y elogiada novela, sobre la cual ha dicho que, además de ser una historia de amor, es una novela sobre la memoria, que en este caso se nutre de los recuerdos de un hombre postrado en un hospital y que no puede comunicarse.
"Al igual que una tejedora, que punto por punto va armando su obra, el escritor va entretejiendo palabra por palabra, buscando el término exacto, el sonido perfecto, además de un estilo propio, y con el tiempo va mejorando su técnica. Por eso no es raro que generalmente las últimas entregas sean las más logradas", agrega, a propósito del éxito de lectoría de El silencio de Irene.
Profesora de Castellano, fundadora y directora de Editorial Forja, y autora de Después de ayer (1994), Sewell: luces, sombras y abandono (2003), Escucha, Corazón (2016), además de El silencio de Irene y de dos libros sobre gramática y ortografía, Lorenzini cree que para considerar bien lograda una novela es necesario "que sea entretenida, que esté bien escrita -con un lenguaje cuidado y un estilo novedoso-, que tenga una estructura original y que aborde temas de interés, de modo tal que el lector cierre el libro y se quede reflexionando e incluso se identifique con algún personaje o con la historia relatada".
Generación marcada
- Las luchas sociales y el escenario político están en el trasfondo de Después de ayer; Sewell: luces, sombras y abandono,y El silencio de Irene, aun cuando sean historias profundamente personales. ¿Es ineludible el nexo entre estos dos factores?
- Creo que somos lo que somos en gran medida por las circunstancias que nos toca vivir y de alguna manera, sin importar el color político y la situación social de cada uno, pienso que todos los de mi generación quedamos marcados de una u otra forma por los acontecimientos históricos de nuestro país. Por eso no es raro ver esto reflejado en la literatura. Así también ocurre en las novelas antes mencionadas.
"Después de ayer es la historia de cuatro adolescentes que estudian en un colegio de monjas cuando ocurre el golpe militar, y que logran mantener su amistad a pesar de las diferencias políticas. Sewell: luces, sombras y abandono es una novela histórica, ambientada en una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad y en la que sus personajes se vieron afectados por los hechos sociales y políticos del siglo XX, no solo por el golpe de Estado", detalla la escritora.
"Y El silencio de Irene nos entrega la historia de amor de Alejandro Pissano con Irene que, como muchas, se vio afectada por lo ocurrido durante los años 70. Su protagonista a lo único que aspiraba era a ser un hombre bueno, solidario, incluso quiso ser sacerdote, pero los acontecimientos oscuros de la época en la que está ambientada la novela, le impidieron tener la vida soñada", complementa.
AÑOS DE RADIO
- ¿Cómo se da la vinculación entre el escenario político y la dimensión personal en Escucha, corazón, un drama radial ambientado en los años 60, lleno de amor, secretos y traiciones? ¿O se trata de un libro que apela derechamente a la nostalgia de una ciudad y un país que ya no están?
- El libro Escucha, corazón está ambientado en una época bastante anterior, por eso no podía darse la misma vinculación. Pero también tiene un trasfondo social: nos muestra el conservadurismo y la situación de la mujer durante los años 60, con los primeros atisbos para revertirla. La protagonista, una actriz de radioteatro, trata de romper los moldes establecidos y debe enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Sin embargo, también es una novela que apela a la nostalgia de un Santiago y de un Chile que se fue, época de radioteatros, de bohemia en el centro de la ciudad, en lugares emblemáticos donde se reunían escritores, actores, artistas. Época de radio.
- Varios críticos destacan su capacidad para narrar en forma eficaz y creíble desde la mente de una adolescente, de una protagonista de radioteatro, de un dirigente sindical o de un hombre postrado que no se puede comunicar. ¿Cómo lo consigue?
- Cuando estoy escribiendo, convivo mucho con los personajes. Trato de conocerlos en profundidad, tanto física como psicológicamente, saber cómo se ven, qué piensan, cuáles son sus gustos, cómo van a reaccionar ante una situación determinada, cuáles son sus debilidades, sus fortalezas. Necesito tener un retrato muy completo de cada uno, aunque en el libro me refiera solo a una de sus características. Otro aspecto fundamental para mí es ambientarlos en un lugar y en una época para mí conocida y, si no he estado en ese lugar o no he vivido en ese tiempo, me documento hasta sentir que sí lo conozco a fondo. Por último, trato, en lo posible, de usar un lenguaje coloquial que, sin ser simplón, permita una lectura ágil, fluida. Tengo la impresión de que todo eso es fundamental para lograr la verosimilitud y llegar a los lectores.
ESCRITURA Y LECTURA
- Se dice que probablemente nunca como ahora se está publicando y autoeditando tanta literatura en Chile. ¿Por qué piensa que ocurre?
- Hay mucha gente que está escribiendo y me alegro por eso, es una buena noticia, porque así tenemos una mayor oferta y diversidad de libros. Pero, como no consiguen una editorial que edite y distribuya sus obras, muchos autores recurren a la autoedición e imprimen tirajes de un número muy reducido que tienen escaso impacto. Entonces, aunque se escriba más, en Chile siguen vendiéndose muy pocos libros, sobre todo de escritores chilenos. El libro sigue teniendo un precio muy alto, hay pocas librerías y la mayoría concentradas en la Región Metropolitana. Por otra parte, debido a la conformación de nuestro país, la distribución es cara y difícil, las compras públicas de libros de autores nacionales son bajas, el apoyo o las becas de creación son insuficientes y, además, concursables, lo que dificulta el acceso a ellas, etcétera; todos factores que impiden su masificación. Tengo la impresión de que hay una mayor variedad de títulos, pero no por eso se lee más a los escritores de nuestro país.
- En su condición de coautora de los libros La ortografía de nuestra lengua y Gramática de nuestra lengua, ¿qué reflexión le merece la calidad redaccional y el respeto por las normas del idioma que exhiben los chilenos en general y las nuevas generaciones en particular?
-Lamentablemente, creo que en nuestro país cada día la calidad de los textos redactados es peor y esto seguramente se debe a que se lee muy poco y a que la comprensión de lectura es muy baja, como se ha evidenciado en muchos estudios. Por otra parte, se respetan cada vez menos las normas ortográficas y gramaticales. Es cierto que la lengua está viva y algunos aspectos van modificándose con el tiempo -se van agregando nuevos términos, sobre todo de tipo técnico, y otros van quedando obsoletos-, pero me preocupa que en los textos de comunicación diaria, sobre todo en el chat y en redes sociales, se esté utilizando un lenguaje cada vez más distorsionado, lleno de abreviaturas y nuevos códigos, en aras de una mayor rapidez en la entrega del mensaje. Creo que para facilitar la comunicación se necesita mantener normas básicas que nos ayuden a elaborar y a entender mejor el mensaje transmitido. 2
Rosa Zamora Cabrera
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