"No se ha registrado ningún momento o proceso histórico sin participación femenina"
Nuevo libro de la académica viñamarina lo protagonizan mujeres que descollaron en la Conquista y las guerras, la Independencia, la educación, la ciencia, la salud, la cultura y en la lucha por la igualdad.
A lo largo de dos décadas, desde su tesis doctoral centrada en el relato de la guerra de Arauco a través de los poemas épicos, en las investigaciones de la historiadora viñamarina María Gabriela Huidobro Salazar aparecían obstinadamente figuras femeninas sobresalientes, ya sea conocidas por alguna actuación particular en la vida del país -aunque no necesariamente en la profundidad de sus circunstancias- o simplemente desconocidas, porque pese a su relevancia en determinados hechos, sus huellas eran difíciles de rastrear en crónicas y narraciones pobladas de protagonistas masculinos más que de mujeres.
Fue esa presencia pertinaz y poderosa, pero oculta o semioculta al conocimiento general, lo que motivó a la doctora en Historia y decana de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, a emprender el desafío editorial que hoy se titula Mujeres en la historia de Chile, publicado por Taurus y que se perfila como una obra fundamental en esta corriente historiográfica nacional.
De guerras y quirófanos
En más de 500 páginas reclaman aquí el reconocimiento que les ha sido negado desde conquistadoras en el Chile del siglo XVI hasta heroínas de la guerra de Arauco, como la amazona y conductora de tropas Janequeo, cuyo nombre lleva el Remolcador ATF-65 de la Armada, que este año participó en la intensa campaña antártica.
Están también las mujeres del mundo colonial, otras que combatieron en las guerras del siglo XIX trascendiendo las labores de apoyo de la cantineras; intelectuales como Rosario Orrego, la admirable madre del segundo comandante de la Esmeralda; científicas, educadoras, médicos y dirigentes obreras del siglo XX, que libraron sus propias batallas en Valparaíso.
ENCUENTROS Y SORPRESas
"Yo diría que son casi 20 años en los que, estudiando otras temáticas, me iba encontrando con mujeres, y en ese ejercicio siempre me sorprendía de lo poco que yo misma sabía de ellas, y de lo poco que en términos generales se sabe", refiere la autora.
"Este libro resultó de esos encuentros, de esos descubrimientos de mujeres que acompañaban los procesos o los temas que yo iba desarrollando, hasta que tomé conciencia de la importancia de descubrirlas a ellas en sí mismas, y de volver a la historia desde esas mujeres".
Y su propósito, agrega, "es reconocer que no ha existido ningún momento o proceso histórico donde no haya habido participación femenina; es decir, los procesos históricos no se entenderán a cabalidad si no contamos con ese factor".
MÁS ALLÁ DE LA ANÉCDOTA
La primera dificultad que enfrentó en este desafío fue la búsqueda de fuentes, porque las mujeres más alejadas temporalmente dejaron escasos testimonios en comparación con las de voces masculinas. A ello agrega que los testimonios sobre ellas "siempre están filtrados con perspectivas que no son las suyas", de modo que se les estudia, interpreta o juzga con algún sesgo de género.
Aparte de los comentarios que ha recibido sobre las sorpresas que muchos lectores se han llevado al conocer a estas figuras, la autora cree que también ha tenido buena acogida la posibilidad de abordar a las mujeres más conocidas desde dimensiones más vastas. "La idea es ofrecer un contexto amplio y explicar más sobre sus vidas, más allá de la anécdota o del hito particular que la ha hecho destacar".
Ejemplifica con Ernestina Pérez y Eloísa Díaz, las primeras mujeres en titularse de médicos cirujanos en Chile, bastante conocidas por ese hito, pero no tanto así "por su notable aporte a la salud pública en un período crítico, el de la cuestión social. Se volcaron a temas de salud femenina e infantil e hicieron una diferencia en el campo de la medicina a principios del siglo XX".
Vestidas de hombre
- Es decidor que desde el siglo XVII hasta comienzos del XX haya mujeres que se vistieron de hombre para hacer lo que querían. Desde la Monja Alférez hasta Irene Morales, Mercedes Devia o María Rojas en la Guerra del Pacífico.
- Ahí hay un reconocimiento implícito de estas mujeres de que había una desigualdad evidente de oportunidades, y que si ellas querían desenvolverse en libertad o de acuerdo a sus sueños y aspiraciones tenían muchas más posibilidades si lo hacían vestidas de hombre. Hacerlo no significa necesariamente que están renegando de su identidad sexual, sino que la ocultan para llegar a ser las mujeres que ellas hubiesen querido ser en una sociedad más libre.
- ¿El rol secundario de la mujer en la historia es un fenómeno universal? A comienzos del siglo XX la doctora porteña Ernestina Pérez es becada para especializarse en Alemania y el Estado chileno debe interceder para que la admitan en la Universidad de Humboldt.
- Y es más, en Alemania el sesgo de género era mucho mayor que en Chile. Ernestina Pérez, quien nunca rompió el vínculo con Valparaíso y después tuvo una consulta en la calle Condell, admite que no enfrentó tantas dificultades para estudiar en la Universidad en Chile como las que tuvo en Alemania. Fue allí donde vivió la experiencia de ser separada de sus compañeros a través de un biombo. En el ámbito de las dificultades que las mujeres han tenido para ser admitidas en todos los espacios de la sociedad, a veces Chile ha estado más a la vanguardia que otros países, y estas dificultades han sido globales.
áreas pendientes
- De las mujeres incluidas en su libro, ¿quién le parece más admirable?
- A mí me sorprendió mucho Micaela Cáceres, de quien hay un busto en el plan de Valparaíso. Ella fue la fundadora de la primera sociedad obrera femenina en Chile y Sudamérica. Se formó en un contexto absolutamente vulnerable, sin oportunidades y aun así fue generando una conciencia social que la llevó a sacar la voz cuando vio las injusticias que padecían las trabajadoras. A ella le tocó experimentar la muerte de una compañera que iba a trabajar estando enferma, porque si faltaba no tenía ninguna seguridad social ni laboral. Entonces ella crea esta sociedad en Valparaíso, que es un hito fundacional, a partir del cual obreras de otra latitudes y de otros lugares de Chile empiezan a organizarse por la justicia social, específicamente para las mujeres.
- ¿Por qué el libro termina con Gabriela Mistral?
- Creo que siempre es digna de admiración, sobre todo por la originalidad de su pensamiento y su voz. Es una mujer de la primera mitad del siglo XX, cuando cobran fuerza los feminismos, pero creo que al ser una persona que se hizo a sí misma, autodidacta, es también muy libre para pensar. Así advirtió certeramente las ventajas y los riesgos que podían enfrentar los movimientos feministas. Y se atrevió a sacar una voz diferente, incluso crítica de ellos, lo que es relevante considerando la validez y vigencia que aún tienen esos debates, y la impopularidad que cobran algunos personajes cuando se atreven a ir contra la corriente.
- ¿En qué futuro proyecto editorial está pensando?
- Siempre quedan mujeres pendientes. Cuando una entra en esta tarea, descubre otras que se asoman en este libro. Hay algunas sobre las que he seguido reuniendo antecedentes y que creo que merecen más espacio. Espero seguir ahondando para complementar su historia, sobre todo en ámbitos que quedan en deuda, como las empresarias, artistas, deportistas y otras a quienes cuesta seguirles la pista, pero una vez que se las descubre son muy sorprendentes. 2
Rosa Zamora Cabrera
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