Fuguet: "No es mejor tener dictadura que democracia"
LITERATURA. El escritor y cineasta habla de su último libro, "Ciertos chicos", una historia de los años 80, época que pide desfetichizar.
Agencias
El escritor y cineasta Alberto Fuguet regresó a la novela después de ocho años con "Ciertos chicos", una historia "universitaria, joven, de los años 80", inspirada en sus propias vivencias en un Santiago en el que, a pesar del régimen de Pinochet, "pasaban cosas buenas y había fiestas durante el toque de queda".
La sociedad que Fuguet (Santiago, 1963) retrata es la de los jóvenes progresistas pero "poco tolerantes con todo lo que era pop" y la de ciertos chicos sensibles, tiernos y "guerrilleros" de la cultura, explica el autor en una entrevista con Efe en Bogotá, donde presentó su libro, publicado por la editorial Planeta.
Aunque el contexto son años oscuros en la historia nacional, el libro evita poner a Augusto Pinochet en el centro de la novela. "En todos los libros de Pinochet, él es protagonista y no se lo merece", argumenta.
La novela transcurre en 1986, época en la que "la vanguardia estaba en el centro", y eso es lo que trata de ilustrar, la preocupación de sus personajes por la cultura popular, la radio y el arte por encima de lo que hiciera Pinochet, quien "se centraba más en prohibir autores o películas izquierdistas que a Madonna o MTV".
"Cuando hay opresión hay que crear ese espacio de libertad a tu manera, leyendo o encerrándote en tu casa. No puedes estar siempre viviendo el fin del mundo", defiende el escritor.
Enseguida añade que la música, la literatura, el arte o las películas eran la "resistencia" y también el alimento cultural de una sociedad oprimida.
"No fetichizar los 80"
Fuguet dice que esta novela no es "pura nostalgia" ni un "producto retro", que no hay que fetichizar los 80, porque "no es mejor tener dictadura que democracia ni es mejor la idea de que ser LGTBI sea un castigo de Dios".
"Es impresionante imaginar que estamos realmente metidos en el futuro, que la gente no se mande cartas, que sea todo por WhatsApp, que no haya discos", señala el autor, quien piensa que aunque los 80 tuvieran cosas "divertidas y fascinantes", el hecho de que haya una marcha gay en Santiago, Bogotá u otras ciudades de América Latina le parece increíble.
"Me cuesta creer que estoy viviendo esto, para mí es un sueño hablar con alguien joven a cargo de una librería, que tiene discos, que lleva jeans hechos tiras, con el pelo de colores. Es lo que soñaban Clemente y Tomás (los protagonistas). Me siento muy afortunado, no pensé que iba a vivir esto cuando yo era el friki, los libros eran pesados y los autores eran gente con bigote y muertos", dice.
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