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que someto esto a consideración del debate y de las mayorías que se den en el Congreso".
Añade: "Lo que hace el Estado es generar una norma que se acoge el que voluntariamente quiera acogerse. Lo mismo pasa con el divorcio. No todos están de acuerdo, pero nadie obliga a la gente a divorciarse, el que quiera acogerse a la ley, se acoge y resuelve su problema. Entonces las reglas son para resolver problemas".
Mirosevic también ha sido muy tajante en asegurar que "es legítimo que la Iglesia Católica crea en la muerte natural bajo cualquier circunstancia de sufrimiento. Ésa es una posición de ellos, para sus fieles, y eso está bien. Lo que no es legítimo es que impongan esa creencia a través de las leyes como está la actual legislación chilena, donde se obliga a sufrir hasta el final", recalcando que "Chile es un Estado laico, no es correcto que la Iglesia Católica obligue al sufrimiento de aquellas personas que tienen el derecho a una muerte digna".
"Nadie ha puesto en duda que Chile tiene un Estado laico, de hecho, es saludable que la Iglesia no se mimetice con el Estado, pues la hace muchísimo más libre, especialmente para anunciar y denunciar al mismo Estado y también al poder económico", responde monseñor Jorge Vega, obispo de la Diócesis de Valparaíso.
"Así, con propiedad la Iglesia puede expresar lo que afecta o vulnera a la sociedad. De hecho, creo que la Iglesia debe volver a su identidad más pura, que es ofrecer la cercanía de Dios en la persona de Jesucristo que vivifica con su Espíritu a toda la humanidad", agrega.
"En este sentido, la Iglesia no quiere obligar, pero sí expresar que en la medida que las personas van perdiendo una perspectiva trascendente de su vida, todo pierde sentido y decae en manipulación. Por eso nuestro rol siempre es recordar que la vida es un don y desde allí, invitar a que las políticas públicas busquen el cuidado de la dignidad de todos, a través de una atención digna en los consultorios y hospitales; o de pensiones que financien verdaderamente los gastos que tienen los adultos mayores. Nuestro deber es ese, recordar que siempre hay más caminos que entregan vida que muerte", acota.
¿Existe alguna forma de conciliar los derechos individuales con los preceptos cristianos? "Los derechos individuales no están reñidos con la propuesta católica de la vida. De hecho, el cristianismo presupone los derechos fundamentales, más aún, incluso, si estos mismos derechos fundamentales no se respetaran, la Iglesia seguiría sosteniendo el más básico derecho fundamental: la inviolable dignidad de toda vida humana", comenta.
"Ahora bien, si este es el más básico y fundamental derecho, entonces todo está supeditado a él a la hora de establecer medidas que regulen el actuar humano. Bajo esa premisa, la Iglesia y el mensaje de Jesucristo, promueven los derechos fundamentales y el progreso de los pueblos, a la vez que ofrecen luces para el día a día y un discernimiento para hacer dialogar ese derecho fundamental con otros derechos que lo circunden", indica.
Cuidados paliativos
Monseñor Vega opina que "la eutanasia es producto de la idea de que todo puede ser descartado, un pensamiento muy recurrente en nuestros tiempos, fundamentado por nuevas ideologías que se apoyan en premisas antropológicas lamentables".
"Para nosotros como Iglesia -continúa-, cada persona es un don singular e irrepetible, cuya vida por ser sagrada y plena de dignidad debe ser cuidada y preservada. Este principio es la base del ser humano, la decencia común, a la cual no podemos renunciar. Porque de lo contrario, la vida humana quedaría cada vez más expuesta a los medios técnicos y cálculos de facto que nos llevarían a considerar que el sufrimiento es razón suficiente para el término de la vida humana".
"En ese sentido, la postura de la Iglesia es invariable en cuestiones que atañen al cuidado y protección de la vida humana desde la concepción hasta su ocaso. En el caso particular de la eutanasia, la Iglesia no ha dejado de sostener que las personas que se encuentran en situaciones límites de su vida, como una enfermedad dolorosa, necesitan de un cuidado especial y acompañamiento que haga que sus últimos momentos se vivan de manera digna. Y lo mismo sucede con el suicidio asistido, no se debe auxiliar para la eliminación de la vida, sino que los medios técnicos deben tender a mitigar el dolor del paciente. Es decir, en ambos casos lo que se debe considerar es que no podemos renunciar a que la vida humana sea transformada en un bien disponible y, por eso, se deben buscar todas las formas de acompañamiento y cuidado, de la persona que sufre y su familia".
Al respecto, Vlado Mirosevic es claro: "Nosotros somos completamente partidarios de los cuidados paliativos, promovimos la ley también de Cuidados Paliativos aquí en el Congreso en el Gobierno anterior. (...) El paliar el dolor en el final de la vida también es un mecanismo y una política de dignidad en la muerte, en el final de la vida. Ahora, eso no excluye la eutanasia".
"Un paciente terminal que está en el programa de cuidados paliativos para disminuir el dolor igual tiene derecho a pedir la eutanasia. Por lo tanto, nosotros promovemos y tuvimos a favor de la universalización de los cuidados paliativos, pero también promovemos que ese paciente, con o sin cuidados paliativos, tenga derecho a morir con dignidad", detalla.
Entender la decisión
Decidir morir no es fácil ni para el que lo requiere ni para las familias. Sobre todo en caso como los del Dr. Almeyda, en el que la familia aceptó no pedir ayuda médica cuando estaba agonizando.
Aunque cada persona es un mundo en sí mismo, se podría decir que "el síntoma más predominante tiene que ver con la desesperanza", cuando se opta por partir, dice la psicóloga clínica y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso, Macarena Mena Pérez.
"Cuando las personas no encuentran esperanza en la vida, no encuentran respuestas a los distintos problemas, no hay solución a estas dificultades, aparece entonces la desesperanza que las lleva a elegir la muerte como un camino o como una solución. En ocasiones, la muerte aparece en problemas de salud mental, pero también cuando existe dolor, una enfermedad crónica, sufrimiento, y es ahí, entonces, donde aparece este dilema ético de la eutanasia", explica.
Precisa que "todas las enfermedades terminales que causen dolor y que generen un impacto en las personas van a generar síntomas depresivos, desde una respuesta emocional esperable. También hay que incorporar el ciclo vital: las personas que presentan enfermedades terminales que son, por ejemplo, más jóvenes, tienen hijos pequeños, claramente hay una repercusión súper potente con respecto a su estado anímico, entonces depende de muchos factores".
Lo complejo es determinar si el hecho de querer morir responde a esta respuesta emocional, por lo que Mena considera que "es importante siempre estar acompañada con un equipo multidisciplinario que pueda, justamente, ir generando y diseñando un plan de intervención para hacer la detección temprana de trastornos del ánimo y que efectivamente la decisión no sea desde ahí, porque sabemos que los síntomas de la depresión son la desesperanza, la melancolía, la pérdida de sentido y, por lo tanto, la recomendación es que trabajemos de manera interdisciplinaria para detectar y diseñar planes de intervención que sean acordes a cada persona".
Al respecto, monseñor Vega hace un llamado "a todos los creyentes a que acompañen a los más enfermos de modo que hagan presente la bondad de Dios", y les pide a las familias que cuidan enfermos en sus hogares, "que no se dejen vencer ni por la angustia ni la desesperanza, créanme que los entiendo perfectamente, estoy con ustedes, mis oraciones están con ustedes".
"Sé que muchas veces, también, los tratamientos son muy caros, por eso la legislación debería ampliar y agilizar la atención de cuidados paliativos, así cada familia puede experimentar una carga menos en su ya dolorosa aceptación de la enfermedad" recalca el obispo de Valparaíso. 2
Esperamos que este proyecto sea ley este año. Ésa es nuestra expectativa, por eso hemos iniciado la campaña".
Fue una decisión personal y, por lo tanto, no sé lo que se presentó en la Cámara, no sé la opinión del Gobierno ni de los partidos, ni del mío".
La Iglesia no quiere obligar, pero sí expresar que en la medida que las personas van perdiendo una perspectiva trascendente de su vida, todo pierde sentido y decae en manipulación".
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