LOS MARTES DE DON DEMETRIO Dos hechos políticos relevantes
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
En los días recién pasados se han producido dos hechos políticos relevantes dentro del quehacer nacional. El primero fue la anunciada reunión de la Comisión Política del Partido Comunista (PC), la que se suponía podría tener trascendencia pública. Hay que aclarar que los miembros de aquella son elegidos por el Comité Central y en definitiva constituye el master mind del quehacer de la colectividad. Para los comunistas es en extremo relevante lo que allí acaece. Pero quienes esperaban un resultado de trascendencia pública tienen que haber quedado desilusionados, pues nada sustantivo se supo de lo sucedido allí.
No debe olvidarse que la narración de esas citas para el conocimiento público son las mismas desde hace decenas de años: "Fue una discusión fraterna" en la que se "intercambiaron ideas" y su resultado "es en extremo importante para la colectividad". Allí se aplica en forma estricta el dicho nacional de que "la ropa sucia se lava en casa". Pero para cualquier observador del quehacer político, en esa prolongada cita tienen que haberse tratado varios temas que tendrán relevancia en el devenir de esa colectividad y también en el manejo de la administración Boric.
El innegable enfrentamiento que hoy existe con el Partido Socialista y las abiertas declaraciones confrontacionales con la presidenta de aquel, tiene que haber sido parte de un debate cuyos resultados veremos en la forma como el PC se comportará en el futuro con su tradicional socio. La dualidad en el manejo de ciertas autoridades del Ejecutivo, como la ministra Vallejo -quien debe hacer malabares para compatibilizar su militancia con sus funciones de vocera de Gobierno - no puede haber sido pasada por alto. Menos aún la cancelación de parte del subsecretario del Ministerio del Interior del contrato de asesor de esa repartición de un histórico miembro de dicha Comisión -función que no requería de "presencia personal"- sin que hubiera mediado notificación previa a las autoridades del PC, también tiene que haber estado en el Orden del Día. Qué decir de las declaraciones de un senador comunista que públicamente expresó "que echaba de menos al expresidente Teillier", antecesor de Lautaro Carmona. Esto es absolutamente inédito en la historia de ese partido.
Esto último lo puedo expresar con cierto conocimiento de causa. En mi labor por casi doce años de funcionario del Senado conocí de cerca al secretario general de la época, Luis Corvalán, quien poseía un liderazgo incuestionable. Nadie se atrevía a poner en duda su absoluta autoridad. Hay que tener en consideración que había miembros del Senado de ese partido que por lejos eran más capacitados en cultura y conocimientos que el motejado "Patitas Cortas".
Volodia Teitelboim y Carlos Contreras Labarca, por nombrar dos de ellos, se contaban entre aquellos. Pero para todos estaba claro quién era el jefe y nunca hubo un atisbo de duda sobre esa autoridad ni menciones a sus antecesores. La añoranza expresada por el senador de marras significa que hay una lucha interna seria que tendrá que ser resuelta en el Comité Central. El actual presidente de la colectividad pareciera que se ha percatado de la debilidad de su poder y es por ello que para reforzar sus cuadros trajo desde el importante cargo de embajadora en Argentina a Bárbara Figueroa, personaje de influencia entre los comunistas. Ha trascendido que, por el otro lado, existen destacados diputados y el senador que recordó a Tellier, reforzados con personeros comunistas que ejercen importantes cargos en el Gobierno, que están conformando un frente destinado a desafiar internamente a Carmona y los suyos.
Lo que está pasando en el PC es sustantivo no sólo porque por primera vez han aparecido ante la opinión pública signos de una diferencia interna seria, sino porque esa colectividad es una parte de peso en la actual administración y la definición de esa disputa puede traer consecuencias en el manejo del actual Gobierno.
El otro hecho político relevante fue la consolidación definitiva del Partido Frente Amplio, que agrupó a los partidos Revolución Democrática, Convergencia Social y Comunes, todos nacidos como consecuencia de las movilizaciones estudiantiles de hace algunos años. El primero de los nombrados cobija al Presidente Boric. Se produjo la elección de la directiva de la colectividad y del Comité Central. Los resultados señalan que el grupo del diputado Winter -hombre cercano al Primer Mandatario y que sufre de incontinencia verbal y es pródigo en posiciones poco lógicas, como indicar recientemente que el voto obligatorio atenta contra los más pobres- obtuvo la primera mayoría, con el 36,6% de las preferencias. El sector del exdiputado y exministro Giorgio Jackson fue tercero, consiguiendo el 16% de los sufragios. Jackson mismo consiguió 809 votos. Sobre este personaje algo diré más delante. Cabe hacer presente que en las elecciones mencionadas votaron 12.750 personas, número que no alcanza a llenar la mitad de la capacidad del Estadio Elías Figueroa. Este nuevo partido, que en forma pretensiosa se asigna el título de ser intérprete genuino del jefe de Estado, debería percatarse del nivel minúsculo de adhesión que tiene en el país.
A su vez, me había extrañado la reaparición de Jackson desde su cómodo exilio voluntario en Barcelona. Entre paréntesis, yo sería de todos modos postulante a ese exilio. Hay que recordar que aquel fue por un buen tiempo el líder indiscutible del movimiento estudiantil y la ahora ministra Vallejo aparecía como la segunda. El entonces joven puntarenense Gabriel Boric era destacado, pero en un plano inferior. Una vez elegido aquel como Presidente, quien para conseguir ello tuvo la visión de ser el único participante de ese sector en la amplia mesa política que se conformó para contener el mal llamado estallido social, durante el funcionamiento de la entonces denominada Moneda chica, aparecía Jackson como portavoz y cabeza de la instalación de la nueva administración, papel que siguió desempeñando cuando se mudaron al Palacio. Era el personaje más importante del Gobierno después del Presidente. Se dice que tuvo mucha influencia en los nombres del primer gabinete, el que a los pocos meses hubo que cambiar en una importante proporción. Salieron los ministros del Interior, de Relaciones Exteriores, de Educación, de Obras Públicas y de Justicia, entre otros. Al final, el propio Jackson debió dejar La Moneda para desempeñarse como ministro encargado de los asuntos sociales, cargo que también tuvo que abandonar para partir al exilio dorado de Barcelona, donde ejerce una cátedra. Por el bien de España, espero que no pretenda dar consejos al gobierno de ese país.
Pero lo que es necesario recordar es el daño que Jackson hizo al propio Gobierno cuando sostuvo que ellos venían a gobernar como una generación que no estaba contaminada con los pensamientos arcaicos de las anteriores. En otras palabras, cual Cristo, eran los portadores de un nuevo evangelio que dejaba atrás el antiguo. Pero la arrogancia de esa declaración quedó al desnudo cuando el Presidente tuvo que llamar a llenar los ministerios de Interior, de Relaciones Exteriores, de Obras Públicas y de Justicia, entre otros, con personas que eran de esa generación que, según aquél, era sólo un mal recuerdo. La soberbia se paga caro y fue el propio jefe de Estado el que tuvo que afrontar el fracaso de la tesis de Jackson.
Estamos inmersos como país en una crisis monumental, donde la noticia principal del día consiste en saber cuántos asesinatos hubo en las últimas 24 horas. Estimo que el Presidente debería hacer caso a los consejos de personeros con experiencia y dejar de lado a nuevos profetas como Winter o Jackson, ello por el bien de su Gobierno y, lo que es más relevante, de Chile.