LA PELOTA NO SE MANCHA Si no puedo caminar, me arrastraré
Los Juegos Olímpicos, además de las impresionantes aperturas con que nos impactan cada 4 años, siempre tienen momentos que conmueven. El primero de ellos, sin embargo, no llegó de la mano de un deportista, sino de la cantante Céline Dion que sufre el síndrome de la persona rígida que afecta su sistema muscular. A pesar de eso, en la inauguración, a los pies de la torre Eiffel, se puso de pie y entonó L'hymne à L'Amour, conmoviendo a todo el orbe y haciéndose cargo de lo que había dicho en un documental: "Si no puedo correr, caminaré. Si no puedo caminar, me arrastraré. No me detendré".
Ese es el espíritu que inspira a los Juegos y que consigue que sean tan especiales. A la historia de la cantante canadiense, agrego la del seleccionado de hockey australiano Matthew Dawson. Poco antes de la cita olímpica, Dawson se fracturó la falange de uno de sus dedos, lo que le impedía ser parte de su equipo. El jugador cortó por lo sano y prefirió amputarse la parte del dedo fracturado y competir junto sus compañeros. Algunos lo tildarán de loco, otros de héroe, lo más seguro es que Dawson engrose el libro de personajes que se transformaron en leyenda y en las que tienen un par de páginas Marlene Ahrens, Nicolás Massú y Fernando González.
A casi doce mil kilómetros de distancia del australiano y un océano de por medio, los chilenos contamos entre nuestros deportistas de elite a Cristián Garín. El tenista, hace 4 años renunció a participar de los juegos de Tokio. A diferencia de Dawson, no estaba lesionado ni tenía que amputarse una extremidad para poder jugar. Lo que sucedió era que en el 2021 Garín era, de forma indiscutible, el número uno de Chile y 20 del mundo. Participar de los Juegos, según sus cálculos y los de su equipo, frenaba ese impulso. El tenista además se excusó diciendo que la había pasado muy mal después de enfermarse de COVID y que asumía que la experiencia en la Villa Olímpica iba a estar condicionada por el virus, debiendo sufrir la molestia de hacer test PCR todos los días y poniendo en riesgo su salud.
Lo que Garín jamás dimensionó fue la ira que provocó su decisión en las redes sociales. Si ya contaba con varios detractores, después de conocerse esta noticia, se produjo un divorcio entre los hinchas y el tenista que hasta el día de hoy se mantiene.
Por esta razón no es extraño que Garín, después de tres años y habiendo quedado excluido del cuadro por estar fuera de los cien mejores del mundo, se sienta arrepentido de su decisión, más aún cuando ve que los compañeros que antes lo miraban con prismáticos en el ranking ATP (Nicolás Jarry, Alejandro Tabilo y Tomás Barrios), el viernes pasearon en un viaje inolvidable por el río Sena.
El deporte, como la vida da oportunidades que hay que saber aprovechar. Mientras el australiano cada vez que sienta o mire que le falta una parte de su dedo se sentirá orgulloso, Garín, lamentablemente, tendrá un dolor espiritual, peor que el físico, que lo acompañará por muchos años. Ojalá, inspirado por el ejemplo de Ahrens, Massú, González, Dion y Dawson, tenga algún día su revancha.