Transporte público: el gran pasivo regional
El anuncio, con peras y manzanas, de la tantas veces postergada licitación del TMV debiese corregir la inequidad social que hoy existe. Solucionar el problema del transporte público en el Gran Valparaíso es una apuesta atrevida y valiente, ninguneada por el anterior Gobierno Regional.
Quizás el gran pasivo de las administraciones regionales y centrales de los dieciséis años que conformaron los cuatro gobiernos de Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) y Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022) sea la imperdonable postergación de la licitación del transporte público en el Gran Valparaíso (TMV), uno de los mayores castigos sociales de la Región según las diversas encuestas de calidad de vida elaboradas por instituciones como la Fundación Piensa.
Esta semana, sin embargo, y después de tantos diálogos participativos que parecían ser más de lo mismo, el Ministerio de Transportes -por intermedio de su titular, Juan Carlos Muñoz- prometió una ambiciosa primera fase con 600 buses y 41 servicios, de un total final de 140, con dos operadores que se adjudicarán la ejecución por una década y una eventual extensión por otros cuatro años. Todo esto para fines de 2026.
Simultáneamente, se agregan los 44 buses eléctricos recién llegado y adjudicados a Trolebus, y el compromiso de otros 90 para fines del próximo año.
La licitación debiera ser asignada por la presente administración del Presidente Boric e implementada por su sucesor (a), tal como al actual mandatario le correspondió ejecutar la renovación de un tercio de la flota legada por su antecesor en la Región Metropolitana. El ministro Muñoz también asegura que todos los buses tendrán el estándar RED capitalino, con accesibilidad universal, cámaras de seguridad, aire acondicionado, wi-fi, cargadores USB, cabinas de seguridad y sistemas de pago digital que permitirán determinar mejor el uso y las demandas de los recorridos. Luego vendrá la parte compleja: la construcción y energización de los terminales, y llevar las promesas a la realidad del Gran Valparaíso, lo que implica una correcta y permanente definición y actualización de servicios y frecuencias, con mayor regulación, hoy casi inexistente, con multas y sanciones efectivas, y no sujetas al lobby con el seremi de turno,.
Solucionar el problema del transporte público en el Gran Valparaíso es una apuesta atrevida y valiente, ninguneada por el anterior Gobierno Regional que delegó tal tarea por meros compromisos políticos en un partido inexperto y secundario. Esta vez todos esperamos que el ministro Muñoz tenga el mayor de los éxitos posibles. ¿Será capaz?