Recuperando suelos para una alimentación segura: la alentadora sinergia entre la UPLA y mujeres adultas de Puchuncaví y Quintero
A través de proyectos de Vinculación con el Medio se lidera una verdadera batalla para devolver la calidad de vida a los habitantes de comunas impactadas por la contaminación de su aire, suelo y mar.
Daniel Labbé Yáñez
Periodista
Dirección General de
Vinculación con el Medio UPLA
vinculacionconelmedio@upla.cl
¿Qué lleva a las Facultades de Ingeniería, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) a articularse para ir en apoyo de quienes habitan en Puchuncaví? La respuesta, contenida en el diagnóstico del proyecto ADAIN 2293 de la Dirección General de Vinculación con el Medio (DGVM) de la UPLA, es contundente: "Las localidades rurales de la comuna de Puchuncaví (...) han ido experimentando progresiva y sistemáticamente un detrimento en su calidad de vida, consecuencia principalmente de la contaminación de aire, mar y suelo (...) Con la llegada de las empresas de fundición y termoeléctricas, las costumbres asociadas al uso de la tierra y del mar como fuentes de recursos primarios y de traspaso de saberes entre generaciones, se vieron negativamente afectadas".
Fue este desolador escenario, sumado a antecedentes que indican que los niveles de educación de los habitantes mayores a 60 años de la comuna son desiguales -sobre todo en las mujeres respecto de los hombres- el que llevó a las académicas Verónica Meza Ramírez y Ximena Espinoza Ortiz, de la Facultad de Ingeniería, a levantar la iniciativa "Fortalecimiento de las competencias para la implementación de técnicas de recuperación de suelo y producción segura de alimentos, en mujeres adultas de zonas rurales de Puchuncaví, a través de un programa de prácticas de innovación social".
Financiado por el Mineduc, éste es ejecutado por un equipo de profesionales y tesistas de la Universidad, al alero del Laboratorio de Aprendizaje, Competencias y Democratización de Tecnologías en Comunidades y Suelos de la Facultad de Ingeniería (LAPTES FING). Este último, dirigido por Ximena Espinoza y que ha desarrollado paralelamente el proyecto financiado por el Gobierno Regional de Valparaíso "Estructuración de una intervención comunitaria: Prototipo de Biorremediación de suelos en zonas contaminadas de Quintero-Puchuncaví".
"La confianza que tenemos y el trabajar continuamente con ellas, nos permite que hoy tengan conocimientos avanzados. Y lo mismo ocurre en los colegios; tenemos una credibilidad muy importante en el territorio", sostiene Verónica Meza, académica encargada del ADAIN 2293.
Se trata de una zona de aproximadamente 40 kilómetros que va desde La Greda, en Puchuncaví -pasando por La Quebrada, El Rincón, El Rungue, Pucalán y Maitencillo-, hasta El Mauco y Mantagua, en Quintero, y en donde se ha trabajado principalmente con juntas de vecinos y establecimientos educacionales.
Fabiola Vilugrón Aravena, directora de la DGVM, destaca además que la iniciativa "no solo impulsa la sostenibilidad y mejora de la calidad de vida en las comunidades afectadas, sino que también fortalece los procesos formativos de los estudiantes, fomentando una colaboración bidireccional entre la Universidad y el territorio".
TRABAJO CON
EL TERRITORIO
Son alrededor de 50 las mujeres adultas que han formado parte del ADAIN 2293, entre ellas dueñas de casa que practican la agricultura de subsistencia, vendedoras de plantas o cuidadoras. "Hemos desarrollado ciclos continuos de talleres en colaboración con cada una de las comunidades, que les permiten desarrollar competencias para que en un futuro -ojalá cercano- se puedan hacer cargo de su problema de contaminación", explica Ximena Espinoza.
Hoy la iniciativa se encuentra en una transición entre la segunda y tercera etapa. Tras la identificación inicial de problemáticas -72 microbasurales, pasivos ambientales y contaminación de matrices, entre otros- se pasó a la co-construcción de conocimientos, para luego ejecutar un plan de trabajo con la comunidad.
En ese sentido, destaca la experiencia de un primer invernadero en El Rungue, donde se produjeron hasta 200 plantas de hierbas medicinales sin metales, y la inminente habilitación de otro de alta tecnología en la misma localidad, de uno en la Escuela Básica El Rincón y de un cuarto en el Círculo de Inclusión Los Maitenes. Por otra parte, aparece la remodelación del invernadero de la Facultad de Ingeniería y la investigación para la propuesta de una casa ecológica autosustentable.
En esa misma línea es que se ha creado una Red de Formadoras Comunitarias, y se han adquirido conocimientos en modelos de negocios y en el uso de nuevas tecnologías para el ingreso de información de sus cultivos. "Abrir nuestra mente al mundo digital ha sido un beneficio para nuestra autoestima. Observar la calidad y cantidad de humedad y nutrientes, y que germinen y crezcan en óptimas condiciones, es un gran beneficio", enfatiza Isabel Estay Estay, presidenta de la Junta de Vecinos El Rungue. Y concluye: "Solo pensar que hay una luz de esperanza para volver a consumir de nuestros huertos, me hace continuar en tan ambicioso proyecto. Todo el apoyo recibido del mundo académico, su ciencia y su compromiso, es invaluable, solo retribuible con un infinito cariño. Con estas palabras de seguro represento a cada una de las participantes que con orgullo ya nos sentimos alumnas de tan prestigiosa Universidad".
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