"La ciencia también puede ser rosada y es una idea que no pensé que sería tan disruptiva"
Esta semana ganó el premio Mujer Impacta y fue honrada como Defensora Emérita de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por la ONU.
A sus 22 años, Valentina Muñoz Rabanal posee un importante curriculum como influencer de programación y activista feminista chilena en STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Hace una década aprendió programación, convirtiéndose en tricampeona regional (2015, 2016 y 2017), campeona nacional (2017) e internacional (2018) del Concurso de robótica FIRST Lego League.
En 2019 cofundó de la Asociación de Mujeres Jóvenes por las Ideas (Amuji), y ese mismo año participó de la Consulta Regional de América Latina y el Caribe por la Plataforma Acción de Beijing +25 organizada por ONU Mujeres.
En septiembre de 2021 asumió el cargo honorífico de Defensora de los de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para las Naciones Unidas, nombrada por el secretario general António Guterres, siendo la primera latinoamericana en ostentar dicho título; y un año después dio el discurso de apertura en la edición del Foro Político de Alto Nivel del Consejo Económico y Social de la ONU.
Red de contactos
Esta semana sumó un nuevo reconocimiento: el Premio Mujer Impacta 2024, que entrega la fundación homónima y que en esta versión resaltó el trabajo de 10 personas en diversas áreas, y cuya ceremonia se realizó el martes.
"El proceso de selección de este año y la premiación fueron sumamente especiales. En particular porque llegaron muchos temas que están invisibilizados, como lo son los talentos femeninos en STEM, además de situaciones que se dan en regiones, y que está muy alineado con una de nuestras misiones que es descentralizar Mujer Impacta. Sin embargo, lo que más nos conmovió, es que se presentaron mujeres con carreras brillantes y que las dejaron de lado por servir a una necesidad más grande, el país. Son estas las iniciativas que nos hacen mantenernos firmes en nuestros valores: la pasión, el compromiso y la excelencia, además de querer construir una sociedad más humana y solidaria", dice María Paz Tagle Letelier, directora de la institución.
"Me siento muy emocionada, más que todo, de ser parte como de una red de apoyo entre mujeres que están cambiando el mundo. Creo que esa es la parte más valiosa del premio", sostiene por su parte Valentina, asegurando que si bien ha recibido muchos reconocimientos, "éste es diferente", pues tuvo la posibilidad "de conocer a las otras mujeres que han ganado el premio a lo largo de todos estos años, más de 10, y eso es genial porque te otorgan una red de contactos súper importante".
Es más, "me dieron todas las facilidades, por ejemplo, para encontrar la práctica industrial con algunas de las marcas que estaban ahí y que trabajan con temas de tecnología", comenta.
Sin estereotipos
Desde niña Valentina ha estado inserta en el tema del STEM y considera que "es súper natural que una mujer que entra en el área de la tecnología termine abogando por los derechos de las mujeres en la tecnología, es como respirar porque necesitamos tener la seguridad de que nosotras vamos a poder brillar igualmente y nos vamos encontrando con un montón de trabas, con estereotipos, con el techo de cristal, con críticas que no se harían si nosotras fuéramos hombres".
Junto con ello, llegó un momento en que se convirtió en una influencer científica, siendo conocida como @chica.rosadita en Instagram, donde tiene más de 40 mil seguidores. Fue en su último año en el Liceo Carmela Carvajal, justo cuando comenzó la pandemia y, según dice, "no tuvimos ninguna posibilidad de adaptarnos a clase online, porque el contexto, la realidad del estudiantado y de los profesores es totalmente ajeno a la tecnología, a un nivel de acceso para tener clases online. Pensar en que todas las niñas tuvieran acceso a un computador sólo para ellas era irrisorio. Entonces la solución del colegio fue como, bueno, esperamos que puedan ir al preuniversitario y que entren a la universidad, y nos vemos en la graduación".
"Fue desesperante y lo peor fue que yo vi mi educación mermada por la falta de acceso a internet, que yo sí tenía. Tenía internet, tenía un celular, y al momento de ingresar a mi celular me di cuenta de que la gente que tenía internet estaba bailando en TikTok y haciendo pan. Yo dije, ¿qué pasó con el mundo? Cómo la gente que tiene este tiene este recurso tan valioso e inagotable prácticamente no lo está utilizando para el bien de la humanidad", describe.
"Me di cuenta de que yo también seguía ese tipo de cuentas, pura gente que bailaba, gente que hablaba de su vida, que se maquillaba, y dije 'falta contenido de gente que nos comparta conocimiento'", cuenta. Por lo que tomó el toro por las astas: "Dije no soy una experta, pero lo que yo sé le puede servir a alguien, puede motivar a una compañera a interesarse en estas áreas, a aprender más, y quizás a estudiar una carrera en ciencia y tecnologías. Y ahí empecé a subir posts, videos, información, compartir ciertos datos de cómo aprender a programar gratis, de qué es la programación, qué es la inteligencia artificial, y poco a poco se fue formando una comunidad que respondía a esta necesidad de aprender también en las redes sociales", añade.
¿A qué se debe su seudónimo? "Porque tengo el pelo rosado, y me llamo Valentina Muñoz, que es, probablemente, uno de los nombres más comunes en Chile", dice entre risas.
"Me gusta mucho en mis redes sociales hablar sobre lo importante que es que las niñas tengan modelos de rol de una científica, una imagen de una científica, más diverso. Siempre vemos cómo una mujer que entra al mundo de la tecnología tiene que volverse más ruda, tiene que adoptar ciertas características más asociadas a lo masculino, tenemos que ser menos amables, tenemos que maquillarnos menos, no usar taco", sostiene.
"Creo que es importante que también exista este modelo de que puedes ser científica y tener el pelo rosado, maquillarte, y vestirte como tú quieras. La ciencia también puede ser rosada, y creo que eso es una idea que no pensé que sería tan disruptiva. Pero sigue siendo y marcó un precedente también", manifiesta.
Otros logros
Hace tres años Valentina Muñoz se radicó en Viña del Mar, debido a que comenzó a estudiar Ingeniería Civil Informática en la Universidad Técnica Federico Santa María. Aunque sólo hizo un año online, pues congeló, ya que "me nombraron defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la ONU", por lo que "me tomé esos dos años para dedicarme a ese trabajo más diplomático y de activismo, y volví este año a la universidad".
En el intertanto, además, lanzó el libro de divulgación científica infantil "Chica Rosadita y la gran hackatón", que está nominado al Premio Cultura Científica 2024. Uno que espera que esté más presente en regiones, ya que suele no encontrarse en las librerías de la zona, por ejemplo.
Y como si no le faltaran reconocimientos, esta semana también fue honrada con el título de Defensora Emérita de los ODS por las Naciones Unidas, siendo la primera chilena en obtener un cargo vitalicio en la organización internacional. 2
Flor Arbulú Aguilera
flor.arbulu@mercuriovalpo.cl