LA PELOTA NO SE MANCHA Bravo, bravísimo
POR WINSTON POR WINSTON
La palabra "bravo" tiene diferentes acepciones. La más común expresa valentía, atrevimiento, pero también se utiliza para celebrar algo que es excelente, espléndido, magnífico: bravo, bravísimo se dice en el mundo del espectáculo. En lo que respecta a Bravo como apellido, su origen se perdió en el tiempo; sin embargo, de seguro, su primer representante debió haber destacado por su coraje, en una época donde pareció necesario dar un nombre formal a quien se caracterizaba por algún oficio (Zapatero o Herrera), lugar (Del Pozo o Del Solar), similitud física con algún animal (Cabeza de Vaca o Cerda) o cualidades personales (Cortés o Gil) y, el más común, ser hijo de (Rodríguez de Rodrigo, González de Gonzalo, etc.).
En el caso de Claudio Bravo, se juntan los dos rasgos. Desde el momento en que quiso ser arquero, aceptó, con valentía, hacerse cargo de la posición más compleja en una cancha de fútbol. Por muy grandes que sean las actuaciones de un portero, basta un error para terminar desarmando todo lo realizado. Una pequeña desconcentración, un mal cálculo o un acontecimiento fortuito son suficientes para terminar convirtiéndose en villano. Bien lo sabe Moacir Barbosa Nascimento, el arquero maldito de Brasil en 1950, condenado a "cadena perpetua" por la opinión pública por el error cometido contra Uruguay en la final que les quitó el sueño de ser campeones del mundo en su casa.
La segunda razón por la que Bravo le hace honor a su nombre es por haber tenido una trayectoria extraordinaria a la que ahora ha decidido ponerle fin: Liga de Campeones, Copa del Rey, Premier League, Copa América, por nombrar sólo cuatro títulos. No cabe duda de que el capitán podría haber seguido jugando varios años más en Chile, siguiendo el ejemplo de Esteban Paredes o Humberto Suazo, pero prefirió retirarse en un buen momento, aún pudiendo ser titular en la selección.
Aunque las comparaciones son odiosas, quizás el único arquero que por condiciones podría acercársele es Roberto "El Cóndor" Rojas; no obstante, y aun considerando que su carrera se vio truncada en su mejor momento por el "Maracanazo", en términos comparativos, el ex arquero de São Paulo no duró más de un lustro en su "prime".
La historia podría haber sido diferente si en esa final de la Copa América contra Uruguay, en 1987, no se le hubiera escapado el balón de las manos, un error que le permitió a Pablo Bengoechea marcar el 1 a 0 que nos quitó de las manos la primera Copa América de la Historia.
Bravo, en cambio, no falló ni en Chile, en esa histórica final con Argentina de 2015, ni en Estados Unidos contra el mismo rival el 2016. Por el contrario, cuando se lo exigió al máximo, en ese cabezazo bombeado del "Kun" Agüero en el minuto ´99, el arquero estuvo extraordinario.
Pero no se trata solo de campeonatos grupales, ni de títulos de selecciones. Claudio Bravo, además de haber estado en dos mundiales, fue convocado para jugar en los dos mejores equipos del mundo de estos últimos años: el Barcelona y el Manchester City de "Pep" Guardiola. Si quien es considerado un genio y un revolucionario eligió a este hijo ilustre de Buin, por algo será…
Muchas gracias a nuestro "Capitán América" por tantos y tan buenos momentos. En un par de décadas, seremos parte de esa legión que le contará a sus nietos que vio al mejor arquero de la historia de Chile.