De Portales a Hermosilla
En Chile, el caso más famoso es el Diego Portales, el poderoso ministro, acribillado en el cerro Barón. La publicación de parte de su correspondencia ha sido de utilidad para hacer perfiles, construir elaboradas teorías sobre su visión del Estado, pero también, y al igual que Hermosilla, revelar una faceta poco amistosa, turbia y perturbadora".
Durante estas últimas semanas, se han escrito tantas páginas y columnas como las que dice tener la fiscalía de los WhatsApp del abogado Luis Hermosilla. Su abogado defensor y hermano, Juan Pablo, ha amenazado con hacerlos públicos, despertando el morbo de algunos y la preocupación de otros.
Imaginar que todos los mensajes que hemos escrito puedan ser públicos, para muchos, puede ser motivo de vergüenza y preocupación. Algo similar sucedía con las cartas, la correspondencia es algo privado, por lo que su publicación viola la intimidad y revela lo que, en público, algunos jamás se habrían atrevido a decir.
En Chile, el caso más famoso es el Diego Portales, el poderoso ministro, acribillado en el cerro Barón. La publicación de parte de su correspondencia ha sido de utilidad para hacer perfiles, construir elaboradas teorías sobre su visión del Estado, pero también, y al igual que Hermosilla, revelar una faceta poco amistosa, turbia y perturbadora.
Aunque Portales participó de manera directa en el Estado como ministro en varias carteras, siempre le acomodó más estar controlando el poder en las sombras (Un segundo piso de La Moneda). Ahí tenía más libertad para manejar sus negocios, influencias y espíritu libidinoso.
Esto último se puede ver en varias de sus cartas. Por ejemplo, en una a José Manuel Cea, dice que prefiere las mujeres chilenas que a las peruanas: "son muy refinadas y falsas, muy ardientes y ambiciosas, muy desconfiadas y amaneradas".
En la misma línea, y haciendo referencia a un intendente, escribe a su amigo Antonio Garfías: "Caramba con el intendentito, que le gustan las mocosillas, ya no es el primer rabo que desuella: hace muy bien el hijo de puta, yo en lugar del Gobierno lejos de castigarlo, le daba un grado, y si lo castigaba sería por pura envidia".
En otra carta al mismo Garfias, se queja contra el gremio de los Hermosilla por el curso que había tomado el país: "Los abogados que he conocido son cabezas dispuestas a la conmiseración en un grado que los hace ridículos. De mí sé decirle que con ley o sin ella, esa señora que llaman la Constitución, hay que violarla cuando las circunstancias son extremas".
Qué decir de sus negocios, aunque vilipendiado por algunos historiadores como un pésimo comerciante y ensalzado por otros como un ejemplo de honradez, su correspondencia revela una faceta de claros y oscuros. A pesar de que no hay evidencia de malversación, resulta difícil separar esa delgada línea entre la política y los negocios.
Así como lo vemos quejándose de su pobreza, también aparece en su rol como ministro vendiendo sus productos al ejército o, bien, intercediendo por otros conocidos, de igual manera que aparece conectado a través de sociedades y negocios con Josué Waddington, el empresario más rico y poderoso de aquellos años.
Más que comparar a Portales con Hermosilla -son incomparables-, sus cartas revelan que la corrupción, las malas prácticas y desbandes no son monopolio de estos tiempos, sino más bien propios de la naturaleza humana. 2
Doctor en Historia
Facultad de Artes Liberales
Universidad Adolfo Ibáñez
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