LA TRIBUNA DEL LECTOR Chile, el 4-S y Venezuela
POR CLAUDIO ELÓRTEGUI RAFFO, PROFESOR EMÉRITO PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO
El 4 de septiembre es una fecha emblemática en nuestro país. Durante la segunda mitad del siglo pasado, ese día se realizaban las elecciones presidenciales, resultando vencedores, en 1958, Jorge Alessandri Rodríguez; en 1964, Eduardo Frei Montalva, y en 1970, Salvador Allende Gossens.
Sin duda, estos tres presidentes fueron los líderes más importantes de cada uno de los llamados tres tercios, en que se dividía el electorado chileno en el período que va desde fines de los años 50 y comienzos de los 70 del siglo 20.
Parecía que el 4 de septiembre quedaría sólo como una fecha histórica del siglo pasado por haberse realizado ese día las elecciones antes mencionadas. Sin embargo, hace dos años, el 4 de septiembre del 2022, se realizó el plebiscito en que el pueblo chileno se pronunció por una amplia mayoría del 62%, rechazando el proyecto de nueva constitución, generado por la Convención Constitucional, elegida con tal objeto, como parte del proceso generado a partir del llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, del 15 de noviembre del 2019, firmado por un conjunto de fuerzas políticas de derecha, centro e izquierda, orientado a canalizar institucionalmente la grave crisis que afectaba a la democracia chilena, a partir del 18 de octubre de ese año.
El lector se preguntará seguramente qué tiene que ver Venezuela con el 4 de septiembre. La respuesta es muy simple: el proyecto de constitución de la Convención Constitucional, rechazado el 4 de septiembre del 2022, nos conducía como país a un camino de deterioro institucional y económico, en la línea de lo ocurrido en Venezuela, que tiene a ese país hermano y a su pueblo en la tristísima situación actual. No se trata de que, en caso de haberse aprobado la propuesta en el plebiscito, el día siguiente de su entrada en aplicación, Chile se habría convertido en Venezuela.
Obviamente no habría sido así. Lo que planteo es que el proyecto constitucional de la Convención, establecía las bases para una refundación con resultados catastróficos en lo institucional y económico, tal como ha ocurrido en Venezuela.
El proyecto rechazado fue el de una constitución partisana y refundacional. El concepto de nación chilena no habría sobrevivido a este experimento. Chile como nación se habría diluido en un conjunto de pueblos indígenas o naciones pre-existentes, que no representan más del 12 por ciento de la población. Se establecía la autonomía, autogobierno y libre determinación de los pueblos indígenas. Así, la nación chilena, entendida como unidad en la diversidad, desaparecía quedando solo la diversidad. Se establecía un Estado Plurinacional, como en las constituciones de Bolivia, de Evo Morales, y de Ecuador, de Rafael Correa.
Además de eliminarse el Senado, se eliminaba el Poder Judicial, entendido como poder del Estado.
La forma de generación del Consejo de la Justicia, con un inmenso poder en el nombramiento, evaluación y calificación de jueces y juezas, aseguraba un altísimo grado de politización del conjunto de la función jurisdiccional, como se la denominaba en el proyecto rechazado.
En lo económico, las políticas planteadas significaban reproducir las peores experiencias fracasadas en numerosos países, en particular de América Latina. Se terminaba la iniciativa exclusiva en el gasto por parte del Ejecutivo, que es una condición necesaria, pero no suficiente para la estabilidad macroeconómica, tan valorada en Chile, luego de tantos períodos de alta inflación y crisis en balanza de pagos. Cabe señalar que la iniciativa exclusiva en materia presupuestaria se fue consolidando en nuestro país, con sucesivos avances en la Constitución de 1925 y en los gobiernos de los presidentes Juan Antonio Ríos y Eduardo Frei Montalva, ratificados en la Constitución de 1980.
Junto con ello, el proyecto constitucional de la Convención, se caracterizaba por grados crecientes de intervencionismo estatal en distintos ámbitos de la actividad económica y una profunda desconfianza y hostilidad frente a la actividad privada.
El contenido del proyecto de constitución elaborado por la Convención Constitucional significaba muchísimos retrocesos, riesgos y peligros para el país, algunos de los cuales se reseñaron en forma somera.
Alguien podrá señalar que si se ha planteado que ese proyecto constitucional conducía a deterioro institucional y económico, sin duda, en los últimos diez años Chile ha sufrido cierto deterioro de las instituciones y estancamiento económico. Por lo tanto, qué habría sido distinto. Para responder a ello, se puede decir que los efectos sobre la institucionalidad y económicos habría sido de otra escala, de una magnitud insospechada y desconocida en nuestro país, tal como lo muestra la realidad venezolana.
Además del deterioro institucional y desastre económico, Venezuela dejó de ser una democracia de acuerdo a la concepción occidental de este concepto, transformándose en una cruel dictadura.
Los sucesos de las últimas semanas, a partir del fraude electoral, lo han confirmado. Es difícil afirmar que nuestro país también habría seguido la deriva autoritaria del régimen bolivariano, pero la cercanía hacia ese régimen de los principales inspiradores del proyecto constitucional de la Convención en nuestro país, hace temer que ello podría haber ocurrido.
La sabiduría del pueblo chileno, mostrada una vez más, el 4 de septiembre del 2022, impidió tener que recorrer ese camino para tener una respuesta a esa incógnita. Además, vuelve a colocar esta fecha en la historia, ahora en el siglo XXI.