APUNTES DESDE LA CABAÑA Conversando a orillas del río Guayas
POR ROBERTO AMPUERO ESCRITOR, EXCANCILLER, EXMINISTRO DE CULTURA Y EXEMBAJADOR EN ESPAÑA Y MÉXICO ESCRITOR, EXCANCILLER, EXMINISTRO DE CULTURA Y EXEMBAJADOR EN ESPAÑA Y MÉXICO
Acabo de asistir a la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, Ecuador, pujante ciudad a orillas del río Guayas, a la que siempre vuelvo con gusto por su gente, su gastronomía y naturaleza, y también por su calor húmedo, que me recuerda al Caribe. Es una ciudad, además, donde se percibe genuino cariño y mucha simpatía por Chile. Hasta hace no mucho, Valparaíso superaba a Guayaquil como ciudad, pero hoy la pujanza y modernidad de Guayaquil y sus dinámicos polos de desarrollo han dejado a Pancho atrás, y la brecha crece cada año. Como Valparaíso, la ciudad sufre la delincuencia, que se agudizó con la llegada de narcos y delincuentes que se infiltraron entre millones de sufridos venezolanos que huyen con lo puesto del Socialismo Siglo XXI del dictador Maduro.
Me agrada el carácter de la gente de Guayaquil. Es afable y risueña y de melodioso hablar. Se enorgullecen de pertenecer a "la Costa" y plantean sus diferencias con "la Sierra", que capitanea Quito, con la que existe una antigua rivalidad, una que imagino favorece al país. En Chile, en cambio, el centralismo impuesto por Santiago controla, opaca y debilita casi todo. Ojalá tuviéramos al menos una ciudad que compitiera con la capital. Seríamos otro Chile. Por cierto, los chilenos no debemos olvidar que Ecuador es amigo y aliado histórico nuestro, y que con él debemos cultivar siempre nexos estrechos, una cercanía que hoy se extraña y urge recuperar dadas las crisis regionales.
Pero quien dice libros, dice personas y amigos, pues en cada libro uno encuentra a un ser humano que cuenta algo que ha pensado, compuesto o indagado, y que lo expresa de forma elaborada mediante esmerada escritura. Cuando hojeo libros en mi biblioteca, los veo como amigos venidos de épocas y lugares distintos, amigos que me acompañan y están siempre dispuestos a iniciar o reanudar el diálogo. Sí, en Guayaquil volví a ver a amigos y a conversar con colegas y personalidades. Platicar de forma fundamentada estimula el intelecto y nos aparta de la odiosa y paupérrima retórica de la política, que vive sumida en el fango que emponzoña y agria el alma del mundo.
Me alegró en Guayaquil, por ejemplo, conocer al destacado escritor ecuatoriano Oscar Vela, quien pronto vendrá a Chile a presentar su novela "Aquella noche en París", obra de suspenso, espías y amor con ritmo trepidante y muy bien escrita, texto que mezcla personajes históricos e imaginarios, y está ambientada en varios escenarios mundiales, entre otros, Chile. Su libro dará que hablar acá, y estoy seguro que Vela aportará lúcidas perspectivas a lectores y colegas locales. También saludé en la FIL a Darío Sztajnszrajber, escritor y filósofo argentino que por youtube imparte espléndidas conferencias sobre grandes filósofos, y que en Ecuador presentó el libro "Filosofía en 11 frases". Cientos de miles siguen sus charlas, las que me llevan a decirme "ojalá hubiese tenido profesores así en la universidad". Y en este marco también recomiendo las conferencias en youtube del también escritor y filósofo argentino-rumano Tomás Abraham. ¡Geniales! Ambos académicos -diáfanos, sólidos, nada acartonados-, hablan a la gente joven y a los mayores y tienden puentes entre filósofos y millones que de otro modo no se atreverían a explorarlos. Ambos son de sencillez y naturalidad notables. Los recomiendo a quienes creen que la filosofía es sólo para iluminados y que carece de utilidad.
Hablando de jóvenes: allá también recibí invitación de Joselo Andrade, director del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP) para dialogar con las nuevas generaciones, y otra de Joaquín Hernández, Rector de la Universidad ECOTEC, para conversar ante el público de la FIL sobre creación literaria, política y el escenario mundial. Una vez más comprobé que muchos jóvenes se preocupan por el mundo en el que pronto tendrán que trabajar, uno en extremo competitivo, sometido a cambios vertiginosos, uno donde reina la incertidumbre y emergen complejos desafíos no sólo para ellos, sino también para toda la humanidad, la que carece de alternativas efectivas. Muy grave esto en una fase en que la ONU pierde influencia y capacidad de convocatoria, y muchos la ven distanciada de los valores que inspiraron su creación en 1945.
También en Guayaquil volví a reunirme con el expresidente Guillermo Lasso, admirador del desarrollo alcanzado por Chile durante "los 30 años" que la izquierda radical y defensora de Maduro, Castro y Putin, tanto vilipendió, a pesar de tratarse de tres decenios que llevaron a Chile a ubicarse por años a la cabeza de la región en numerosos ámbitos. Lasso, liberal y banquero, tiene una biografía de novela: Creció en una familia modesta de once hermanos, y sin haber terminado la enseñanza media tuvo que salir a trabajar tras la muerte de su padre para ayudar a su madre a procurar el sustento de los hermanos menores. Es la historia de un muchacho que a través del sacrificio y el emprendimiento personal llegó con los decenios a crear el segundo banco más importante del Ecuador y a conquistar la presidencia de la República con un partido minoritario. Antes de cumplir los tres años en el cargo fue depuesto por una oposición populista que le hizo la vida imposible, objetivo que también estuvo a punto de lograr nuestra izquierda jacobina durante el gobierno anterior, cuando el Presidente Sebastián Piñera se salvó por un par de votos en el Congreso.
Hoy, siguiendo la tradición estadounidense, Lasso está dedicado a dejar a su país un museo con su legado presidencial, a fomentar la educación y la responsabilidad cívicas entre los jóvenes, y a continuar respaldando la lucha contra la desnutrición infantil en Ecuador, un potente programa que nació bajo su mandato y que devino política de estado. "He estudiado la fructífera experiencia del Dr. Monckeberg en Chile", me dijo, y subrayó que anhela que su programa se fortalezca. Hoy la sociedad ecuatoriana sabe que debe continuar el combate iniciado por Lasso, pues es crucial para cambiar el cruel destino que espera a los niños de sectores más vulnerables. Sabemos que durante los dos primeros años de vida la desnutrición causa daños irreversibles en el desarrollo cognitivo e intelectual de la persona y limita sus perspectivas por el resto de su existencia. ¡Éxito al Ecuador en la lucha contra la desnutrición infantil iniciada por el expresidente!
Cada vez que voy a Guayaquil vuelvo a casa honrado por las expresiones de afecto, cercanía y afabilidad de los ecuatorianos. Esta vez no ha sido diferente. Han sido días fructíferos e inspiradores gracias a las conversaciones celebradas, los libros expuestos a orillas del Guayas y la vitalidad de su Feria Internacional. Aprovecho de agradecer, desde luego, las emotivas muestras de cariño manifestadas por mis lectores ecuatorianos. ¡Hasta pronto, Guayaquil!