LA TRIBUNA DEL LECTOR Delfines para Eva
POR RAFAEL TORRES, MAGÍSTER EN PATRIMONIO- GESTOR CULTURAL
El refranero popular dice que siempre "detrás de un gran hombre, hay una gran mujer". Tiene varias connotaciones el dicho, desde lecturas algo machistas con el detrás, como también el hecho de la compañía femenina siempre en la vida del hombre. Más allá de las consideraciones del refrán, lo determinante es cuánto y cómo se hace distinta la vida de un hombre al contar con una buena compañera de ruta.
Este fue el caso del gran artista grabador chileno, de origen mapuche, Santos Chávez, quien al irse a vivir a Alemania, en la década del 60 del siglo pasado, unos años más tarde conocería a Eva Lukaschewski, con quien se establecerá hasta el último día de su vida, el 2 de enero de 2001, en nuestra región.
Santos tuvo una vida que podemos definir como dura, con muchas carencias, sacrificios y limitaciones, pese a las cuales no se doblegó y buscó superarse y salir adelante con su vocación y talento innato. En buena hora conoció a Eva, que a diferencia de la de Adán, no le dio la manzana, sino que le dio cariño, comprensión, compañía y mucho empuje. Gracias al inmenso talento de Santos y la férrea disciplina de su mujer, hoy tenemos una fundación que guarda su memoria y obra, que fue creada por ella, teniendo conciencia que la memoria es frágil y la gratitud a veces prescribe. Se empeñó en constituirla como este reservorio de la inmensa y profunda obra del artista, que afortunadamente hoy cuenta con una casa taller, ubicada en la señera calle Cajilla, pleno Barrio Puerto de esta ciudad, a la que Santos le tuvo especial afecto y la que lo considera como un hijo propio.
Con motivo de un nuevo aniversario de la entidad, y para recordar a esta buena pareja, que de estar aún entre nosotros estarían alcanzando los 90 años cada uno, la Fundación ha preparado la presentación de una exposición conmemorativa y me ha encargado la curatoría de ella, un inmerecido honor que he tomado con especial alegría y como un desafío también. Para poder hacerme una idea, le pregunté a Pablo Scarella, presidente de la fundación, si había algún retrato de Eva dentro de la colección y me contó que había una obra que se llama "delfines para Eva". Ese fue el punto de partida para poder pensar la exhibición, que me pareció debía constituirse en un homenaje a la mujer, la tierra y la luna, representación del imaginario femenino, muy presente en la obra de Santos Chávez.
El grabado que da título a esta exposición, y que ilustra esta columna, me parece que constituye en sí misma una declaración de amor puro, noble, sentido. Es el homenaje a la compañera, a la musa, a la mujer que lo apoya y que custodia su trabajo. Es un reconocimiento también al espíritu fuerte que hace posible esa unión virtuosa. Esta obra es la manera que el autor escogió, porque le es propia y natural, para decirle mucho, de manera simple y cuidada, sin formas empalagosas, más bien suaves, cómo eran ellos juntos.
Lo femenino es el alma de esta muestra, la que reúne concepciones de identidad en la luna, la tierra y la mujer, y su inmenso rol en el universo. Cada forma, cada imagen, cada momento, es un homenaje a quienes dan vida, dan amor, dan soporte, a las que han hecho, hacen y harán un mundo mejor. Todo lo anterior presentado con el minucioso oficio del maestro, que lo ha hecho reconocible nacional e internacionalmente, cuya memoria no se extingue en gran medida gracias al esfuerzo que desplegó antes Eva y hoy la Fundación.
La exposición reúne casi 30 obras, de distintos formatos y técnicas, pero todas con el inigualable sello del maestro, que es sutil, fuerte, romántico, cuidado y armónico. Espero puedan visitarla y sentir que, como dice la canción, "el amor está en el aire". En la muestra, mi trabajo fue agrupar obras, pero la emoción la dejó plasmada el autor, y ahora están disponibles para visitar y emocionarse. Felicitaciones a la Fundación y a todos quienes mantienen vivo este importante legado. Larga vida a la memoria de Santos y Eva Chávez.