LA PELOTA NO SE MANCHA Quien quiera celeste...
POR WINSTON POR WINSTON
Aunque para la mayoría de los mortales resulta imposible distinguir a un uruguayo de un argentino, la distancia que los separa afectivamente es mucho más grande que los pocos kilómetros que tienen de frontera. Por esta razón es que no debe ser fácil para los charrúas digerir a un tipo como Marcelo Bielsa a cargo de su selección.
Luis Suárez, el mismo que metió la mano al último minuto para salvar la clasificación a la semifinal de un mundial; y que, en el siguiente, le mordió el brazo a un italiano, encendió las alertas cuando, apenas retirado de la celeste, decidió descuerar al rosarino.
Según Suárez, que poco sabe de códigos, Bielsa es un mal educado. Entre otras cosas, confesó que los jugadores hicieron una reunión para pedir al entrenador que por lo menos les dijera buen día, porque ni siquiera los saludaba.
Aprovechando que el prestigio del loco estaba en el suelo, su compañero Agustín Cannobio lo remató y dijo que las faltas de respeto eran constantes. Reveló, además, que el DT lo había hecho responsable de la derrota ante Ecuador.
Pero a nosotros los testimonios de descortesía y aspereza no nos deberían sorprender. Aquí en Chile conocimos la peor faceta de Bielsa en vivo y en directo ese día que, luego de haber sido eliminado por Brasil en Sudáfrica, fue invitado por el presidente Sebastián Piñera para ser recibidos en La Moneda. Una recepción con la que no estaba de acuerdo el entrenador, menos aún cuando en la partida al Mundial, el Mandatario, en ese afán que tenía por parecer divertido, lo trató de "loco", un apodo que le puso la prensa, pero que nadie usaba en su trato directo. Todos deben recordar el "vacilado" u "oso" que le hizo Bielsa a Piñera cuando el Presidente le estiró la mano, un momento incómodo para todos y una muestra de mala educación a nivel nacional.
La pregunta es qué hay detrás de ese modo de relacionarse con los otros. Si uno lee el interesante libro de Carlos Serrano, titulado "Bielsa, los años chilenos", se encuentra con un sinfín de testimonios de hombres y mujeres de todas las clases sociales que aprecian a un personaje cercano, humilde, generoso, sencillo y divertido.
Es que una cosa es el trabajo, en la que es obsesivo y extremadamente exigente, poco dado a la intimidad, y la otra, las relaciones sociales. Y aunque nada justifica la mala educación, quizás el problema de las nuevas generaciones es que creen que al trabajo se va a hacer amigos y relaciones sociales. Si no, se amargan, se deprimen y se quieren cambiar.
No se puede olvidar que Cannobio nació en 1998 y tenía apenas dos años cuando se estrenó Hombres de Honor, esa maravillosa historia, basada en la vida real, del primer buzo negro y su lucha por entrar a la marina de Estados Unidos. Por su parte, faltaban tres años para que naciera Suárez cuando se estrenó Karate Kid, esa gran película donde el Sr. Miyagi llevó al límite a su pupilo para luego llevarlo a la gloria. ¿Qué pueden saber de sacrificio estas nuevas generaciones cuando estamos próximos a que se cumplan los 50 años del estreno de Rocky?
Bielsa puede ser descortés y torpe, y no lo justifico, pero que el resto se ofenda y ponga el grito en el cielo ante lo que consideran injusto o incorrecto, es problema de los jugadores; o más bien de sus padres, que los criaron y educaron con los inofensivos y hiper educados Barney, Teletubbies y Fifi y los Floriditos.