Al rescate del borde costero de Viña
Una movilización de vecinos pone acento en los problemas que tiene actualmente el punto más turístico de la ciudad. Revertir estos problemas y mejorar la percepción de vecinos y turistas va a requerir un intenso trabajo público-privado que pueda tomar en cuenta estas dificultades.
Acusando que el borde costero de Viña del Mar se ha transformado en una "tierra de nadie", un grupo de vecinos se organizó en un comité de defensa, con la esperanza de movilizar acciones concretas de las autoridades para erradicar al comercio ambulante, aumentar la vigilancia policial, reducir las incivilidades, mejorar la limpieza del entorno y ponerle coto a la venta indiscriminada de alcohol en la vía pública, a vista y paciencia de turistas y visitantes. La señal es preocupante, porque replica el reclamo hecho por otras organizaciones sobre la percepción común de que los sectores más turísticos de la ciudad comienzan a abandonar algunas de sus características distintivas -seguridad, limpieza, tranquilidad-, para convertirse en puntos de conflicto.
Como ha ocurrido tantas veces, la urgencia que moviliza por ahora a una treintena de viñamarinos puede pronto convertirse en un reclamo más amplio que, si son lo suficientemente inteligentes, puede ser tomado por las autoridades locales como una bandera propia. Este decaimiento incipiente que vive el borde costero de la ciudad, según sus propios residentes, puede asimilarse a fenómenos ocurridos en otras comunas, como Valparaíso, donde el copamiento de las calles por el comercio ilegal y el deterioro urbano de los espacios públicos se han convertido en un lastre que no deje salir a la comuna de su propio decaimiento. ¿Dejaremos que lo mismo ocurra en Viña? Revertir estos problemas y mejorar la percepción de vecinos y turistas va a requerir un intenso trabajo público-privado que pueda tomar en cuenta los fenómenos asociados a la delincuencia, cada día más presente, y las necesarias mejoras en la infraestructura pública. Los barrios que decaen son aquellos que no tienen vida propia. Llenar de actividades comunes y para todos, con oportunidades comerciales y respeto a la tranquilidad de los residentes es un desafío ineludible si el objetivo es rescatar el borde costero de Viña.