LA PELOTA NO SE MANCHA Tirar la toalla
POR WINSTON POR WINSTON
Una de las reglas más conocidas del boxeo es la de tirar la toalla. Es un último recurso del entrenador para que se acabe la pelea cuando su pupilo está recibiendo una golpiza irrecuperable. Algunos afirman que el término no es originalmente pugilístico, sino es más antiguo y tendría connotaciones sexuales que no viene al caso explicar. En todo caso, en Chile se utiliza también "tirar la esponja" (quizás para no decir "toballa"), que es lo otro que tiene a mano un entrenador de box con el fin de que el árbitro medie y detenga la paliza.
Aunque siendo sincero, nunca vi que alguien lanzara algo así al ring, salvo en las películas. Inolvidable resulta la pelea entre Apollo Creed e Iván Drago en la que el primero le prohíbe a Rocky tirar la toalla, pase lo que pase, lo que termina en el peor de los desenlaces: con Apollo muerto en la lona mientras el insensible ruso se limita a decir: "Si muere, muere".
Pero me estoy desviando del tema. Un amigo me recordó esta opción a propósito del partido de Chile contra Colombia (0-4) de ese fatídico martes 15 que más pareció martes 13. ¿Por qué no implementar un tirar la toalla en el fútbol y otros deportes cuando nos damos cuenta de que se avecina una catástrofe? Bastaba ver la cara del pobre Ricardo Gareca para darnos cuenta de que habría ofrecido su melena por poder tirar la toalla, lo mismo que Maripán y compañía.
Y es que pocas veces recuerdo haber visto a una selección tan desastrosa. Cada avance de los colombianos fue una tortura y si no nos hicieron más goles fue porque no lo necesitaban.
Pero aquí radica quizás uno de los principales problemas de tirar la toalla en un deporte donde nadie nunca queda completamente noqueado o inconsciente (aunque los defensas chilenos parecían estarlo). Bien lo sabe Gareca, que fue al repechaje con Perú gracias a que su equipo tenía más goles que Chile. Si existiese este recurso, no faltaría el equipo al que le favorecería tirar la toalla casi antes de jugar, para qué decir aquellos técnicos que viesen que los jugadores les empiezan a "hacer la cama".
Por otro lado, el fútbol sabe de remontadas increíbles que nos recuerdan que, de vuelta con Rocky, "no se acaba, hasta que se acaba". Ejemplos hay muchos: "el milagro de Estambul" cuando el Liverpool remontó un 3-0 en contra del Milán en la final de la Liga de Campeones 2005. También se puede recordar la noche mágica del Barcelona que le ganó 6-1 al Paris St. Germain después de haber sido derrotado por un 4-0 que parecía definitivo.
Algo similar podrían contar los casi 5 mil wanderinos que hace 40 años fueron al estadio de Playa Ancha para ver cómo, después de ir perdiendo por 4 goles a 0 contra Unión Española del "guatón" Santibáñez, comenzaron, desde el minuto 68, una remontada que quedó grabada a fuego en los espectadores, lo mismo que el nombre del gran héroe de esa jornada: el argentino Jorge Dubanced, autor de 3 de los 4 goles con los casi se logra el milagro de dar vuelta el resultado.
Los ejemplos señalados nos enseñan que mientras exista la opción de alcanzar algo, en el deporte como en la vida, por muy remoto o imposible que sea, hay que seguir luchando. Aunque el mundial de México, Estados Unidos y Canadá se vea más lejos que nunca, todavía queda una opción y no podemos renunciar a ella hasta que se acabe.